domingo, 31 de diciembre de 2017

2017...


Sé que algunos de vosotros ansiabais por este post. Me lo habéis dicho en alguna ocasión: el mejor, el de final de año. Pues os confieso que yo también le tenía muchas ganas. No tanto por el hecho de escribirlo en sí, que también, sino porque supone el punto y final a una etapa muy importante que lo ha sido todo para mí.
Aunque sea increíble, este es el tercer año que las uvas van a acompañar a DetallesConectados. 
2015, 2016 y 2017... 
Se va. Se va un año que lo ha tenido todo y al cual, creo, que no le hubiese podido pedir más. Días felices y otros tristes. Días de verlo todo claro y otros de verlo todo muy negro. Qué bonitos esos de risas y gansadas, los que no quieres que te suelten y qué cuesta arriba esos complicados, los que sólo quieres que acaben. 
Si el 2016 había sido un año mágico, éste no sabría cómo describirlo. 
Es muy probable que este año se quede grabado en la memoria y no sólo en la mía sino en la de muchos que me han acompañado. Será muy complicado que me olvide o nos olvidemos de todo lo que ha ocurrido en estos doce meses. 
Ciertamente cuando acaba un año y empieza el siguiente, de alguna manera y aunque algunos digan que sólo es un día más, nuestro cerebro apunta hacia un nuevo comienzo. Tal vez no en todo, pero siempre hay algún punto de nuestra vida con el que queremos partir de cero.
Personalmente empezaba el mes de enero con un ansia de comerme el año, de vivirlo, de aprovecharlo, de hacer ese gran cambio y de cerrar un libro para dar paso al siguiente. 
Lo venía pidiendo a gritos. Lo necesitaba ya. Pero al mismo tiempo no lo veía claro. Era un cambio excesivamente brusco. Era romper con una vida entera, cómoda, fácil, construida de la nada y a veces con algo de sufrimiento. Era acabar con algo que había sido edificado a base de luchar y del querer. Era dar un salto al vacío, sin red, como a veces hacen los trapecistas en el circo. Una vez que saltan, por muy preparados que estén, no saben lo que puede ocurrir durante el vuelo. 
En ese momento y pasado apenas mes y medio es en el que me encuentro ahora. En pleno vuelo. Esperando a ver qué depara lo que está por venir. 
He seguido oyendo esa palabra que muchas veces creo que me viene excesivamente grande y que todavía me regaláis: valiente. 
Es por eso que aunque de estos meses me lleve muchas lecciones, mucho aprendizaje, tal vez la más grande sea haber entendido que la distancia entre lo que queremos y lo que nos aterra tiene a veces el grosor de una pestaña. Su separación es tan fina que podemos llegar a confundirla y hacer que nos quedemos en la parte del miedo, siendo incapaces de arriesgarnos y apostar por aquello que realmente deseamos.
Afortunadamente aposté por aquello que quería, aquello que sabía que me iba a hacer feliz, aunque costase llegar a la meta final. 
El cambio no está siendo fácil. El paso de querer volver y volver, era sencillo. Llegar y empezar todo de cero, aunque vuelvas a tu casa y a tu gente de siempre, es jodido. No es lo mismo llegar y estar de visita, donde todo es perfecto y el poco tiempo se aprovecha al máximo como si no hubiese próxima vez, que vivir el día a día, donde todo se vuelve más relajado y esos momentos tan intensos se diluyen en el tiempo. 
Venía con la lección aprendida pero la práctica es otra cosa. Vivirlo y sentirlo es diferente. 
Con todo esto no quiero decir que esté arrepentida. Ni mucho menos. La decisión fue la correcta, a pesar de la complejidad de la misma. No obstante, todo aquello de lo que hablan los retornados sobre las dificultades de adaptación, cuando regresan, es verdad. Tan real como la vida misma. 
La cuestión es que es necesario dar espacio, no dejarse llevar por la parte mala, intentar encontrar "tu lugar", hacerte uno nuevo, y eso requiere tiempo y algo de paciencia. 
Aunque haya saltado al vacío, habéis sido muchos los que me habéis asegurado con cuerdas, con manos, con lo que habéis podido. Algunos para empujarme, dejando siempre una estela por detrás, y para animarme a marcharme, y otros para recibirme con los brazos abiertos para que no me cayese. Tengo claro quién ha estado ahí en estos últimos meses, semanas, independientemente desde cuando nos conozcamos... sois vosotros con los que sé que puedo contar aun estando lejos o a tan sólo unas calles de distancia. 
Ha sido un año muy intenso. De muchos trenes, aviones, autobuses y coches. De kilómetros y kilómetros, de horas y horas viajando sólo para poder estar con quien realmente quería y donde quería. Para ver la felicidad de los míos, para reencontrarme y recordar viejos momentos del pasado, para vivir instantes que me han hecho y me hacen feliz. Todo esto siempre con personas y amigos que se han desvivido y que han hecho todo lo posible para estar un tiempo juntos, para vernos, aunque fuese mínimo. Esos que ahora están lejos, pero que estaban cerca y los que estaban lejos y que ahora están a mi lado. 
Sigo diciéndolo cada vez que echo la vista atrás: qué suerte encontrar esas personas que llegan sin haberlas buscado. 
Es por eso que, una vez más, me llevo otra lección (más bien la refuerzo) de este año. En toda relación (amistad, pareja, familia...), ese vínculo es de los dos lados. No es que por tú dar, tienes obligatoriamente que recibir. Pero ese vínculo es recíproco y como tal, para haber relación, tiene que existir implicación de las dos personas. Cuando de un lado deja de existir implicación y reciprocidad, deja de existir relación. 
Es muy complicado pasar página de estas situaciones, es duro, pero al mismo tiempo simple: Que te importe quien te aporte y quien no aporte que se aparte. Tal vez algo frío, pero como decía alguien que conozco: una vez que conoces lo bueno, ya no quieres lo menos bueno, porque sabes que hay mejor y sabes que no mereces menos, que mereces que te quieran y que te quieran bien.
 
Un año se compone de las personas con las que lo has compartido, esas que siempre están, esas que te tendieron su mano y tiraron de ti para levantarte, esas que le han dado sentido a todo lo que has vivido. Sin ellas, ni las alegrías se habrían multiplicado, ni las penas se habrían dividido hasta llegar a desaparecer (Te lo dije cantando).
 
Estos meses, si cabe, han sido más emotivos que nunca. He compartido con muchos de vosotros momentos inolvidables que hemos vivido con mucha intensidad, atardeceres de cine junto al mar, aventuras programadas e improvisadas que no cambiaría por nada, noches de pequeñas locuras e instantes de casualidades mágicas. 
Tengo una lista infinita de despedidas, algunas dolorosas, pero tengo otra lista, el doble de infinita, de reencuentros. Tuve que dejar atrás a la Familia en la más triste pero fui acogida y recibida por el calor de esas Amiguis siempre incondicionales. 
Es bonito pararse a pensar y repasar todo lo que ha sido el año, lo que has vivido, lo que has compartido, con quién lo has hecho, dónde has estado.
Las fotos ayudan a veces a recordar ciertos momentos pero hay muchos de ellos que sólo están en el disco duro interior, y esos, son sin duda los mejores. Aquellos que al pensar en ellos se te pone, inevitablemente, una sonrisa tonta en la cara. 
Como siempre, no podría elegir uno. ¿Cómo hacerlo? Hay tantos y tantos... ¡y más en un año como éste! Los viajes a casa, incluido el último; los Madrid me mata con mis Adelas; la boda de mi Ani; los conciertos nacionales e internacionales; las locuras de viajes a Lisboa de mis Amiguis y el verano inolvidable que me hicieron pasar a su lado; los "side by side" con mi sis, que no han sido pocos; Pamplona; la aventura del finde del Viña; la ya mítica Sierra; los reencuentros Serranos; los desayunos en casa de mi Roci (y su Cary) tras nuestras noches de bailes, risas, parladas y copas; las cenas, las excursiones y las salidas con la Familia; esos momentos íntimos de confesiones inesperadas, las mías y las de otros; Córdoba; las conversaciones sobre los sueños (y mil más) con mi pajarito Aída; mis últimos paseos en la Ciudad Blanca; la despedida perfecta con mi chico "noviembre", el único capaz de hacerme caer rendida y llorar a lágrima tendida con tan sólo unas pocas palabras; mi tranvía 28... y mi estrella... 

Quería ser soñadora, más de lo normal por una vez, aunque con los pies en el suelo. Quería volar y dejarme llevar pero sabiendo que tenía ese regazo que siempre me acompaña. Quería dar rienda suelta a esa persona que estaba dentro de mí y que muchas veces ha vivido semi escondida. 
Las ganas (y algún empujón que otro) hicieron que fuese el año de mirar hacia adelante y no echar la vista atrás. De ser valiente y de arriesgar. De buscar mi felicidad y de hacer los sueños realidad. 
El sueño está cumplido a medias. Falta la otra mitad. 
Sé que va a llegar y que este año que comienza va a ser un año de muchas emociones y de momentos inolvidables. ¡Y no sólo para mí! 
Mientras tanto y como me dice mi pajarito, toca aprovechar para hacer todo eso para lo que no solemos tener tiempo, para disfrutar del descanso, de algo de tranquilidad e incluso de ciertas personas que no he tenido tan a menudo cerca de mí. 


“El primer paso no te lleva a donde
 quieres ir, pero te saca de donde estás.” 



¿Estáis listos? 
Comenzamos un nuevo año. 

-DetallesConectados-

viernes, 29 de diciembre de 2017

Si...

Fue más sencillo de lo que pensabas al principio y, aunque surgieron imprevistos y contrariedades, supiste hacerles frente y seguir hacia adelante.
Si nada te paralizó de forma definitiva, si le pusiste tantas ganas que te quedaste con la cuenta a cero, si te levantaste cada mañana pensando en que algo bueno te estaba esperando fuera… 
Si reuniste el valor suficiente para sentir sin rencor y mirar con esperanza hacia adelante, ha sido un gran año. Si buscaste lo que crees que te corresponde hasta debajo de las piedras y aún tienes ganas de seguir removiendo cielo y tierra por encontrarlo; si aprendiste de lo cotidiano y mantienes tu ilusión a prueba de bomba, vas a vivir momentos muy bonitos en los próximos meses, sin ninguna duda. 

-Te lo dije cantando-

jueves, 28 de diciembre de 2017

Magia

Magia es la risa que contagia risa. Las vidas que contagian vida.
Magia es un café a tiempo, un vino demasiado tarde. Magia son los relojes olvidados. Magia es todo lo que uno se propone hacer mágico.

-Tejetintas-

miércoles, 27 de diciembre de 2017

Menos mal

Menos mal que de todo se aprende, que nadie llega a nuestra vida por casualidad y que todo lo que vivimos son pistas que nos conducen al lugar en el que debemos estar, justo en el momento en el que se nos espera… Aunque nosotros no sepamos ni verlo, ni valorarlo. Menos mal que los sueños se cumplen cada cierto tiempo (...)

Menos mal que las cuentas atrás acaban y, de repente, te ves allí.

-Te lo dije cantando-

martes, 26 de diciembre de 2017

domingo, 24 de diciembre de 2017

Eres maravillosa

[...] Por eso, no te rindas, nunca. No te rindas, por favor. No lo hagas porque al otro lado hay gente que va a caminar contigo, que va a llorar contigo y, llegado el día, va a reír contigo. Porque muchas veces esto no se valora pero yo quiero a mi lado a los que disfrutan de mis éxitos y a ti, amiguita, aún te quedan muchos por alcanzar. Acuérdate de esto. Por eso, por esto, por ti y por todo, debes seguir luchando. Para ver cumplidos tus sueños, para alcanzar todas tus metas y, lo más importante de todo, para llegar hasta donde solamente tú te propongas llegar. Sigue adelante y salta los obstáculos que la vida te vaya poniendo en el camino. Salta las vallas, cruza ríos y derriba barreras. De todo vas a aprender algo, hazme caso. No mires atrás salvo para quedarte con aquello que te sume. ¿Y lo que te reste? Lo que te reste lo dejamos en el camino, ¿qué opinas?
Y una cosa te digo, no dejes de buscar nunca la magia, porque aunque en este preciso instante no la veas por ningún lado, te puedo asegurar que está. Haz que aparezca de nuevo y baila con ella. Déjate hechizar por su halo de emoción y baila, sigue bailando, no dejes de hacerlo nunca… como si nadie estuviera mirando, como si todo importara un poco menos. Sólo tú sabes lo fuerte que eres. [...]

-La chica del quinto-

sábado, 23 de diciembre de 2017

Por ti

Dicen que a final de año hay que buscar razones para celebrar. Y buscado razones, encontré motivos.
Por todos los que confiaron en ti, por los que estuvieron contigo y también por los que te decepcionaron, porque esos te hicieron más fuerte.
Por todas las veces que priorizaste a la persona equivocada, porque ellos te enseñaron a cambiar las prioridades.
Por todas las veces que seguiste sin fuerzas, sin saber dónde ibas y sin ganas, porque cada una de esas veces demostraste la pasta de la que te hicieron.
Por todas las veces que alguien te dijo “no lo conseguirás” y tu dijiste “no, ni ná”.
Por todas las risas, los momentos y las oportunidades. Por los sueños gigantes, los viajes, lo que disfrutaste y lo que te queda por disfrutar.
Por todas las veces que pensaste en los demás y sobre todo por todas las veces que no te olvidaste de pensar en ti.
Por no conformarte con menos de lo que mereces, por no dejar que nadie te ponga tus límites.
Por aprender a decir NO, cuando quieres decir NO.
Por decir lo que quieres, sin miedo al que dirán. Por aprender que las opiniones son solo eso, opiniones.
Por saber que la vida se cuenta en momentos. Por buscar cada momento, y cuando no existen, crearlos.
Por todos los sueños que conseguiste, los que casi, casi, tocaste con los dedos, y los que te quedan por conseguir. Porque los vas a conseguir.
Por ti, porque este año eres un poquito más valiente, un poquito más tú.

-Caracoles Caraduras-

viernes, 22 de diciembre de 2017

Que añada algo a tu vida

«Que cuando se vaya, algo suyo quede en mí». Esa debió haber sido mi bandera hace muchos años.
Llegados a este punto, es probable que no necesites que nadie más te recuerde que la vida y el mar tienen mucho parecido. Que hay olas que llegan para arrasar con todo y olas que no aparecen más que para dejar un leve cosquilleo en unos pies posados en la orilla. Y que no importa de qué tipo sean, salvo en el momento en que llegan, claro, porque después de ellas vendrán otras, y otras, y otras…
A veces me pregunto si no existe algo que pueda durar más que una simple ola. Algo que no venga a visitarte ya con la semilla de un adiós. Y es entonces cuando me doy cuenta de que las cosas que más duran no son aquellas que permanecen más tiempo a tu lado, sino aquellas otras que, pase el tiempo que pase, se han quedado dentro de ti. 
«¿Qué es un amigo?», me preguntaste una vez. Difícil respuesta. Un amigo es aquel que un día apareció de la nada para cambiarte la vida. Aquel aliado que con mucho o poco te ayudó a convertirte en la persona que hoy disfrutas, amas y eres. Y que poco importa que hoy esté presente o que la vida os separara: si su halo sigue en ti, esa persona está contigo. 
Y es que en la vida encontraremos muchas olas, muchas personas y muchas aventuras. Pero solo nos acordaremos de aquellas que dejamos que nos empaparan. Aunque ya no estén. ¿Y por qué? Porque lo que nos cambió la vida no fue que se marcharan, sino que ya fuera para poco o mucho rato, hubieran llegado. 

Cuando lo sientes así, solo queda darle gracias a la vida. 

-El universo de lo sencillo-

jueves, 21 de diciembre de 2017

Y que pierdas

El control, la cabeza, la templanza.
Para que lo sientas en primera persona. La sensación de salirse del molde, de tus casillas, de tus límites. De no ser uno mismo. O, por el contrario, de serlo un poco más. Para vivirlo al menos alguna vez en la vida. Y que veas que no es para tanto, y que no pasa nada. Que puedas restarle gravedad, importancia y hasta severidad. Que después de los truenos, se oyen los cantos de los pajaritos. Que le pierdas miedo al miedo.
Y que pierdas alguna de tus batallas. O más de una. Para que aprendas por las que sí vale la pena luchar. O intentarlo al menos. Porque a veces se ha de perder primero para vencer después. Porque empezar perdiendo motiva a apostar más fuerte, a ser mejor, a dar todavía más. Porque sentir que podemos perder nos mueve a actuar, a cambiar de estrategia, a buscar nuevas… a crear. Porque perder te cambia.
Y el cambio es ley de vida.
Y que pierdas tus apuestas. Las que siempre son a favor de caballo ganador. Aunque no sea el tuyo. Para permitirte pensar de nuevo y hasta escoger mejor. Porque, más a menudo de lo que pensamos, necesitamos equivocarnos varias veces hasta dar en el clavo. Porque a veces apostamos por apostar, sin corazón, sin razón, sin motivo. Porque a veces seguimos otros instintos en lugar de los propios y seguimos mayorías, en lugar de corazonadas.
Y que pierdas el norte y el sentido. Que no sepas ni qué día es, si hace frío o cómo llegaste. Porque hay momentos en que necesitamos desorientarnos para poner de nuevo todos los sentidos y quitar el piloto automático. Para pensar en lo que hacemos, lo que hacíamos y lo que realmente queremos. Para cambiar directrices, perspectivas y pequeñas frustraciones. Para romper viejos hábitos, viejas manías y cualquiera de nuestras cadenas. Las que nos atan, nos guían, nos limitan. Para ver más allá, y empezar nuevas búsquedas.
Porque quien busca encuentra.
Y que pierdas lo que ya tenías. Porque en ocasiones, por no decir siempre, necesitamos perderlo todo para darnos cuenta de lo poco que lo estábamos cuidando. Hasta ahora. Hasta ese momento. Y cambiar el chip, el ánimo, las palabras. Y sumar cariño, cuidado, esmero. Y renovar pensamientos, hacer las paces con nosotros mismos y dar la mano a quien está a nuestro lado. En lugar de apartarlo. En lugar de distanciarlo.
Y que pierdas lo que ya te sobra. Porque tenemos más de lo que necesitamos. Más de lo que queremos. Más de lo que disfrutamos. Y que perder nos sirva para abrir los ojos y ver lo poco que ya nos importaba y lo bien que estamos ahora. El tremendo espacio que nos ocupaba, y que nos queda al perder. Y el tiempo que nos regala. Y la calma ganada, la dedicación y quizá algún que otro desvelo. Y la felicidad que encontramos al mirar de nuevo. Y al mirar en otras direcciones.
Y que pierdas ideas, planes y propósitos por tu camino. Porque nada mejor que quedarte sin planes para inventar unos nuevos. Para echarle imaginación, ganas y hasta pasión. Para crear a tu libre elección. Ideas más originales, más frescas, más naturales. Y para improvisar. Para hacer lo que te dé la gana en ese momento y dejarte de tantos guiones escritos. Para escucharte más, y seguir tu intuición. Para buscar más la felicidad que los grandes retos, esos que, una vez logrados, te saben a poco. Para pensar más en ti y por ti.
Y que pierdas la ilusión. Para empezar a cuidarla. De verdad, desde la base. Desde ti, y no desde fuera. Para hacerla crecer, hacerla brillar con fuerza, para darle alas y que vuele sola. Atrayendo otras ilusiones, despejando incógnitas, inseguridades y temores que aparezcan en su camino. O para dejarla detrás, si ya no da más de sí. Si ya no te sirve, si ya no más. Y retomar otras ilusiones que se habían quedado en standby, a la espera de su momento, de su oportunidad, de su función.
O bien darle la mano a ilusiones nuevas… y volver a soñar como niños. De verdad. Y con ganas de cumplirlas.

Y que pierdas el miedo a perderte.

Y que pierdas lo que debas perder.

-Entre suspiros y un café-

miércoles, 20 de diciembre de 2017

Prefiero a los locos

Prefiero a los locos, los sensibles, 
los ingenuos, los soñadores, 
los utópicos. 
Me quedo con los rotos, 
los heridos de amor, los que sangran con una melodía, 
los que lloran con una poesía. 
Aquellos que pintan una sonrisa. 
Los que todavía creen en las utopías. 
Me quedo con aquellos que se atreven a seguir soñando, propagando la esperanza e invitando a enamorarse. 
Me quedo con ellos, aquellos que no han sucumbido ante la frivolidad y la apatía. 
Con los que sienten y vibran, 
con los que aman todavía. 

-Emiliano Sánchez-

martes, 19 de diciembre de 2017

Lo necesitamos

Cariño, sé que esto es solo una carta. Que te harás mayor. Que llegará un día en el que yo no estaré. Pero espero que nunca olvides todas estas palabras. No las dejes caer sin querer en el olvido. Tenlas siempre presentes, aunque algunas veces quieras borrarlas por miedo a afrontar tanto amor. Porque sé que da miedo. La vida es aterradora cuando quiere. Por eso necesitamos el amor, pequeña. Por eso. Así que no dejes que nada ni nadie te impida sentirlo, ni siquiera tu corazón. Yo estaré para curártelo si hace falta. Yo estaré siempre cuidando de ti.

-Corazón de Fondant, La chica de los jueves-

lunes, 18 de diciembre de 2017

El año que se marcha

Ven, acércate. Cuéntame qué es de ti ahora. Sí, ahora, en presente. Dime cuántos de los sueños que tenías en diciembre del año pasado se han hecho realidad este año. Susúrrame al oído cuántos de tus miedos siguen acechándote antes de dormir; que no se entere nadie, porque hay gente que se alimenta de los temores ajenos. Cántame la canción que ha marcado estos últimos doce meses. Pero hazlo a voz en grito, como si con cada letra pudieras ir soltando el lastre que a veces cargamos en exceso. Confiésame qué minuto exacto te rompió de dolor, qué día te abandonaste a la pena, a la desesperación o a la impotencia. Ten siempre en cuenta que eres humano, que tu dolor es también parte de la vida. Recuérdame lo de tus lágrimas, el sabor salado que arrastró aquella decepción y el dulce triunfo que conoce quien llora de emoción. Hablemos sobre el orgullo que aquella mañana fría, o quizá cálida, sintieron los tuyos al verte superarte un poco más. Ven, cierra los ojos, ¿puedes recordar la ternura de aquella caricia suave que te curó el corazón? ¿y el beso que te devolvió la ilusión? Da igual lo que haya sido de aquellos protagonistas ahora, lo importante es que estuviste allí para vivirlo, disfrutarlo y sentirlo.

Ha sido un año duro, ¿verdad? Hemos pasado noches sin dormir analizando un futuro que no llega, tratando de huir de uno que corre demasiado deprisa o pensando en alguien que nunca ha querido dejar de ser desvelo. Hemos trabajado durante jornadas maratonianas y hemos estudiado hasta que nos dolían los codos, la cabeza y la desesperación. Hemos pasado horas enteras mirando un calendario tratando de organizar todos los componentes de nuestra vida en una vida que a veces se nos queda corta. Una vida que, a veces, sólo nos pide descansar. Pero no nos hemos rendido, estamos aquí por valientes, porque sabemos que intentarlo ya es un logro, que un reto es una oportunidad y un fracaso una experiencia. Ven, abrázame. Como abrazaste a aquella amiga una noche de reencuentros y observaste la emoción en sus ojos después. Hemos conseguido reírnos con los que sabemos que también estarán ahí si toca llorar. Cuéntame de nuevo lo de aquel viaje y sus anécdotas surrealistas, lo de sobrevivir a base de macarrones o lo de llevarte ropa de primavera a una ciudad sin apenas sol. Háblame de aquella persona que te ayudó a ser un poquito más libre, que te hizo ganar en seguridad y te impulsó a conseguir tus metas.

Repíteme eso de que nos estamos haciendo mayores, de que cada día eres más consciente de que lo que importa no se pesa, ni se mide, ni se evalúa. Eso de que ahora sabes que hay que aferrarse a las oportunidades con uñas y dientes, siempre y cuando la oportunidad te haga un poco más feliz.

Ven, escúchame. Ha pasado otro año, uno de los de risas, lágrimas y sonrisas. Otro de los de triunfos y fracasos. De reencuentros y despedidas. Espero, de corazón, que el que viene sea infinitamente mejor y, sobre todo, que venga lo que venga te encuentres acompañado por personas que te apoyen y te quieran. Ya sé que a todos nos faltará alguien en la mesa las noches más señaladas y que toda ausencia es insustituible, pero trata de recordar todo lo que te dieron y todo lo que te quisieron para que su recuerdo aún te haga sonreír. 

Ojalá que te sientas querido siempre y en todo momento durante el 2018. Pero hasta que llegue, hasta que el reloj de la Puerta del Sol marque las 12 campanadas y corras a festejar, brindar y bailar, recuerda que te quedan 24 días para abrazar más fuerte a los que te rodean, para hacer planes que te llenen de ilusión, para querer y dejar que te quieran, para recibir mimos y romper a reír en carcajadas. Ahora que parece que el año se va, pon en orden tus prioridades, confía en tus capacidades y aprovecha tus circunstancias para elegir, decidir, arriesgarte y ser feliz. Porque si algo tengo claro es que lo importa no son los años, sino con quien lo compartas.

-La mirada de Julita-

domingo, 17 de diciembre de 2017

Se nos olvida

De vez en cuando se nos olvida.
Se nos pasa por alto aquello que nos mueve, que nos hace ir en busca de las cosas. Se nos olvidan las razones por las que amamos las cosas que hacemos, y eso es un gravísimo error. 
Todos lo eludimos alguna que otra vez.
Cuando pasa el tiempo se nos olvida la razón por la que un día empezó todo. La razón por la que ese día decidiste intentarlo. Por la que comprendiste que tenías que conseguir tu sueño.
Y no importa lo tarde que llegue, y no importa las veces que te desilusionen o las veces que te rechacen.
De verdad, sigue adelante, porque detrás de 100 “No” hay un “Sí”.
Porque basta una persona que confíe en ti para que todo lo que un día imaginaste se convierta en realidad.
Así que, sigue haciendo lo que amas y poniendo el corazón en todo lo que haces, porque ya te puedes sentir orgulloso tan solo por haberlo intentado.

-Dime tú cómo lo ves-

sábado, 16 de diciembre de 2017

También


Irse de algunos lugares, también es cuidarse. Alejarse de alguna gente, también es protegerse. Cerrar algunas puertas, también es quererse.

-Al caer el sol-

viernes, 15 de diciembre de 2017

Crecer

Hace poco más de un mes encontraba un artículo o un post en el que hablaba de los amigos. Pero dirigía el texto un poco hacia esos amigos que vamos haciendo a lo largo del tiempo, centrándose en aquellos que llevan con nosotros toda la vida y luego, en esas amistades más recientes. Y analizaba el por qué nos podíamos sentir más unidos a aquellos que acababan de aparecer y más lejanos de aquellos que eran los de siempre.
Las comparaciones son odiosas y no es lo que pretendo pero tengo que decir que en parte estoy de acuerdo con lo que leí.
Cuando somos pequeños apenas tenemos definidos nuestros gustos, nuestras inquietudes y nuestros amigos son aquellos que van creciendo a nuestro lado, ya bien sea en el colegio, en el instituto, en un equipo, o en cualquier círculo en el que nos movamos. No es que nos sean impuestos pero, en ese momento, esas características son las que nos unen y las que nos hacen ser un grupo.
Yo, y todos, tenemos ese grupo. El que ha crecido con nosotros pero al cual, tal vez, ya no estamos tan unidos como antes. La vida, las circunstancias y los caminos que vamos tomando nos hacen alejarnos de aquello que teníamos como puerto seguro desde niños. Las quedadas son más espaciadas y la dificultad para hacerlas efectivas es cada vez mayor. Nos hemos habituado al "ya quedaremos", al no reforzar de vez en cuando esos lazos que teníamos por ese hábito de confiar que siempre han estado ahí y anteponemos cualquier cosa o plan ante ese grupo que lo fue todo en un tiempo que ahora parece muy lejano. Durante los últimos años, en ese grupo se ha evolucionado de forma individual y, muchas veces, esa evolución es también aprendizaje y cambio, haciendo en algunas ocasiones que en los reencuentros ya no nos sintamos en conexión total con aquello que nos hacía uno, viviendo tan sólo del pasado que unía.
Por otro lado hablaba de esos que casi acaban de llegar, los que escasamente llevan un par de años o incluso menos. Los que han surgido de la nada y en poco tiempo se convierten en inseparables.
Con los años vamos moldeando nuestros gustos e inquietudes, se definen mucho más y aunque tal vez nos convirtamos en selectivos en ciertos campos, también, de alguna manera, la vida acaba por hacer que no perdamos tiempo con aquello que ya sabemos por experiencia que no queremos.
Por eso (y por otra serie de razones en el proceso de conocimiento) congeniamos más rápidamente con esas personas que han aparecido más recientemente.
Son dos situaciones que conozco bien, principalmente porque es algo que he vivido vivo y conozco de primera mano. Entiendo que ambas formen parte del crecimiento y del propio desarrollo personal pero es inevitable sentir algo de pena con la primera.
No quiero que el post sea pesimista, aunque lo parezca. Me quiero quedar con el hecho de que cada persona que forma parte de tu vida es importante a su manera, más o menos, pero siempre lo es.
Y me quiero quedar con los instantes y los momentos que se comparten, ya bien sean primerizos o revividos porque cada uno de ellos es único e irrepetible.

-DetallesConectados-

jueves, 14 de diciembre de 2017

La vida es de los valientes

Y de repente, un día, sin saber exactamente qué lo causó, algo te hace “click” en la cabeza y despiertas. Quizá todo en general. Rápidamente te ves inmerso en lo que comúnmente conocemos con el nombre de “crisis existencial”. Una “crisis existencial” puede sorprenderte a cualquier edad y en cualquier momento; sobre todo cuando sientes que llegas al final de una etapa y necesitas empezar una nueva.
De pronto, tras pasarte años siguiendo la misma dirección, empujado por la inercia de tu entorno, sucede algo. Una circunstancia que, gracias a ella, algo dentro de ti te dice: “para, haz un stop, respira”. Y es en ese mismo instante, empiezas a cuestionarte todo lo que te rodea. Si estás orientando tus pasos hacia aquello que realmente te hace feliz o si simplemente sigues girando en el bucle de “lo que hay que hacer".
De repente, comienzas a entender qué te gusta y qué no. Empiezas a comprender que es hora de pensar un poquito más en ti y un poquito menos en los demás. Tus amistades de siempre se han convertido en verdaderos desconocidos y cuentas con los dedos de una mano aquellas personas a las que sabes siempre estarás unida. De pronto, quien no creías te sorprende para bien, y otras, por muy triste que sea la idea, lo hacen para mal.
Con tu novio de siempre, que lo significó todo para ti y ya habías imaginado toda tu vida junto a él, de repente te das cuenta que hace tiempo que ya se perdió la unión y la conexión. Que, por mucho que lo intentes, estáis los dos flotando sin sentido, más por costumbre, que por cualquier otra cosa. Entonces, es justo en ese instante, en el miles de millones posibilidades se cruzan y entrelazan unas con otras por tu mente. Y, de repente, te sientes segura y con fuerzas. Poco a poco te alejas de aquellos que restan la energía positiva de tu vida y cuidas más a aquellos que aportan valor.
Te das cuenta de todas las opciones geniales que el mundo tiene preparadas para ti y que están ahí fuera, esperándote a que abras la puerta y te decidas a caminar en esa fascinante dirección.
Y sí, es probablemente una de las decisiones más duras que tengas que tomar; pero te recoges el pelo, respiras hondo y decides, con todo el amor del mundo, despedirte de él. Porque sabes que vuestros caminos se separan, que hace mucho que no estáis en el mismo punto. Muerta de miedo te armas de valor y decides tomar las riendas de tu vida para cabalgar en ese dragón escupe-fuego.
Que cada uno sea libre de seguir su camino, todos tenemos el derecho y la obligación de ser felices. Y ahora, aunque triste al principio, necesitas continuar en solitario. Y así, de pronto, una mañana resurges, decidida a comerte el mundo, a hacer eso que tanto tiempo llevabas soñando, a explorar lugares y conocer a personas maravillosas. De hacer nuevas y valiosas amistades y sí, de enamorarte de nuevo.
Y mirarás a atrás y será entonces cuando entiendas por qué pasó lo que pasó de la manera en que ocurrió. Y te sentirás satisfecha y feliz de que así fuera. Porque, al fin y al cabo, todo pasa por una razón, y te darás cuenta de que sí, es posible ser mucho más feliz de lo que imaginaste alguna vez. Que nunca es el fin del mundo. Que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.
Échale un par y lucha por lo que quieres. Ama lo que haces. Enamórate cada día. El mundo sigue girando y no se detiene por nada ni nadie. Por eso, si te sientes reflejado en esta historia, decirte que no estás solo. Que el destino tiene mejores planes para ti.

Y recuerda: la vida es de los valientes. La vida es tuya.

-Anónimo-

miércoles, 13 de diciembre de 2017

Improvisado o planeado

Existen ciertas personas con las que no importa el plan mientras el estar juntos sea el objetivo.
Me decía una amiga no hace demasiado (y secundo la opinión) que es muy difícil encontrar personas que quieran hacer cosas más allá del día a día.
Nos hemos metido en una rutina tan profunda que nos olvidamos que tenemos mucho más alrededor. Yo no concibo el vivir sin aprender, sin compartir, sin saber, sin viajar, sin conocer. Eso no es vivir, eso es sobrevivir.
Tengo la suerte de tener muy cerca personas que quieren Vivir, que quieren arañar a la vida todo aquello que nos ofrece, ya bien sea con algo improvisado o algo planeado.
Pero ella tenía razón. No todo el mundo es igual y por eso soy todavía más consciente de lo realmente afortunada que soy, de que puedo aprender y compartir con algunas personas inquietudes, experiencias y momentos que son los que realmente hacen feliz a una persona. Son esas personas las que luego, casualmente, siempre están, independientemente de todo. Que son incondicionales y casi omnipresentes. A las que no les importa el día ni la hora. Las que siempre tienen una sonrisa, una palabra amiga o incluso un ponerte en tu sitio.
Como decía otra amiga el otro día... "cada vez estoy más convencida de que la felicidad son momentos".
Así que yo os digo... ¡no los desperdiciéis! No sabes lo que puede ocurrir mañana.

-DetallesConectados-

martes, 12 de diciembre de 2017

Personas luz

Hay personas que llegan a nuestra vida para darnos paz. Personas que existen en nuestro mundo sólo para mostrarnos (siempre que nos olvidamos) lo mejor de nosotros. Personas que tienen una sonrisa incluso en los días más feos, personas que son nuestra red cuando parece que falta el suelo, personas que piensan y vuelven a pensar formas de hacernos bien, que se preocupan y que demuestran que están ahí para nosotros.

Hay personas que son abrazo aunque no sea de forma física, personas que son la seguridad de que todo va a salir bien, personas que nos prestan el corazón para vivir dentro de él, personas que nos traen la fuerza y la energía positiva a nuestros días, que nos ayudan a restaurar la fe en la humanidad y que merecen de nosotros lo mejor que les podemos dar.

-DetallesConectados-

lunes, 11 de diciembre de 2017

Nankurunaisa

"Nankurunaisa" es una de las palabras más bellas del mundo. Es japonés y significa:
"Con el tiempo se arregla todo."

-Al caer el sol-

sábado, 9 de diciembre de 2017

De ellos

Te lo creas o no, el mundo es de los valientes, de los que se atreven, de los audaces, de los que lloran y se levantan, de los que arriesgan y de los que ganan.

-El alma en los labios-

jueves, 7 de diciembre de 2017

Los que sacan lo mejor de ti

Un día empezaste a admirarles, reparaste en esas virtudes en las que muchos o pocos se habían fijado antes que tú, comenzasteis a compartir trocitos de vida y desde entonces sois amigos. Esas personas que cuentan con tu confianza y tu cariño reservan lo mejor de sí mismos para ti, sin horarios ni condiciones, y acudirán a ti cuando lo necesiten, cuando tu apoyo les reconfortará más que cualquier solución definitiva.
No caeré en el tópico de que “no importa cuánto tiempo hace que no le ves, cuando os reencontréis parecerá que el tiempo no ha pasado”, porque simplemente no estoy de acuerdo. Cuando estéis frente a frente, os daréis un gran abrazo y no dejaréis de sonreír,esperar tanto un momento y que se haga realidad, no tiene precio. Comprobaréis que habéis cambiado pero también que lo que siempre os ha unido sigue ahí, intacto. Os quitaréis la palabra de la boca, intentando poneros al día de todo lo que os ha pasado desde la última vez que hablasteis, cosas importantes y otras cotidianas pero todas igual de interesantes a oídos de quien te quiere. Seguiréis soñando juntos, riendo y llorando, cumpliendo años, veranos y navidades… Pero permaneceréis ahí, donde siempre, ocupando ese lugar único en vuestras vidas.
¿Y, qué hay de ese momento en el que echáis la vista atrás? ¡Eso es magia! Comprobar cómo, pasados los años, habéis ido cumpliendo vuestros sueños y alcanzando metas, con el otro en primera fila, sin perder detalle. Que en la mayoría de tus recuerdos aparezcan esas caras tan familiares no es casualidad, es la elección que hicisteis y que habéis mantenido a pesar de las distancias y las circunstancias, lo que sobrevive siempre merece la pena.
Vas cumpliendo años y vas aprendiendo que poco importa lo que haces si no tienes con quien disfrutarlo de verdad, un viaje o una simple comida no valen nada si no cuentas con buena compañía. Que te duelan los pies después de haber pasado la noche bailando con ellos, que inventéis nuevos pasos para la próxima vez; que te falten horas de sueño porque aprovechaste el poco tiempo que tenían tus amigos para pasarlo con ellos, olvidasteis mirar el reloj y se os pasó volando, como siempre; que les recojas al menos una vez cuando vengan de su nuevo hogar al de siempre, nada como un reencuentro en una estación o un aeropuerto; que hagáis un viaje cada cierto tiempo, en el que desconectéis de todo y sólo existáis vosotros. Que no tengáis la necesidad de echaros de menos para volver a veros.
Ponle nombres a este post, recuerda sus caras y hazles saber lo importantes que son para ti. Amigos son los que sacan lo mejor de ti sin pretenderlo, ni ellos ni tú.

-Te lo dije cantando-

martes, 5 de diciembre de 2017

Paciente

Quizá, si eres paciente, si dejas de correr -y te perdonas- la vida deje de ser ese autobús que se escapa justo cuando llegabas a la parada.

-Marwan-

lunes, 4 de diciembre de 2017

A ti te perdieron

Que te quede claro: “no perdiste, a ti te perdieron.” Deja de darle vueltas a la cabeza con lo que podría haber sido y no fue, con lo que diste y no deberías haber dado, con lo que quisiste y te dejaron el corazón a pedacitos.
Por favor, hazme caso.
Nunca te arrepientas de algo, porque seguramente lo hiciste porque era lo que sentías en ese momento. Alégrate por haber dado lo mejor de ti, por haber querido como te salía, por haber besado cuando te apetecía y por haber dicho lo que querías en cada momento. Eso significa que fuiste tú, siempre. Y que por un tiempo fuiste feliz, y eso es lo que importa. 
Sé que ahora da rabia, sé que ahora quieres darle un trompazo a la pared e incluso borrar de tu mente todo. Pero tranquilo, no pasa nada. La vida sigue. Y si crees que esto no tiene salida, que hay un boquete negro ahí que te impide ver o que tu corazón jamás volverá a ser el mismo, te equivocas. 
Recuerda que hay mucho más allá de una persona, que si alguien no supo valorarte, llegará alguien que sí lo haga. Y no tengas miedo, no pagues tus cicatrices con quien no debes, no te cierres a lo que venga. Te mereces ser feliz, te mereces que te quieran y que te cuiden más de lo que te puedes llegar a imaginar. Así que deja que lo hagan. 
Nunca sabemos cómo va a salir algo, ni siquiera sabemos si durará para siempre o se quedará a mitad de camino, pero hay que vivir. Saber lo que merecemos y dar lo mejor de nosotros. 
Y así, saber que tú no perdiste, 
a ti te perdieron.

-Un rincón maravilloso-

domingo, 3 de diciembre de 2017

Actualidad

Luchar por un salario medianamente digno en una época en la que puedes considerarte afortunado si eres mileurista, me parece más que razonable. Buscar un horario que te permita conciliar tu vida laboral con tu vida personal, me parece más que justificable, y si todos pudiéramos disfrutar de mejores horarios, no sólo seríamos más eficientes en el trabajo sino que seríamos más felices. Me parece mentira que aún haya empresas en las que importe cuánto tiempo pasas en la oficina, aunque no estés haciendo nada, y no lo eficiente que eres. 
Así que, con todos mis respetos, creo que no se puede juzgar a nadie por buscar mejores condiciones. Al fin y al cabo, llega una edad en la que es frustrante no poder independizarte, no poder echar una mano en casa, tener que recurrir a compartir piso, no poder plantearte casarte y mucho menos tener hijos porque ni siquiera puedes llegar a fin de mes. Conozco tantas y tantas historias reales que pueden dar voz a estas palabras, que tal vez la próxima vez que alguien se plantee no aceptar un trabajo con condiciones ridículas, habría que aplaudirle.

-Compartiendo macarrones-

sábado, 2 de diciembre de 2017

El saldo

Imagina por un momento que existe un banco que cada mañana abona en tu cuenta 86400 euros. Este extraño banco, al mismo tiempo tiene sus propias reglas; la primera regla es que todo lo que no te has gastado a lo largo del día, se te retira por la noche; no puedes hacer trampas, no puedes traspasar ese dinero a otra cuenta: sólo puedes gastarlo. Pero a la mañana siguiente, al despertar, el banco te ingresa otros 86400 euros. La segunda regla es que el banco puede interrumpir este juego sin previo aviso. En otras palabras, en cualquier momento puede decirte que se acabó, que cancela la cuenta. ¿Qué harías si te encontraras en esta situación?
Se supone que gastaríamos el dinero en lo que nos apeteciera, en hacer multitud de regalos a las personas que queremos, en llevar algo más de felicidad a nuestra vida y a la de los demás…pues bien, cada uno de nosotros tenemos ese banco mágico a nuestra disposición.

Su nombre es TIEMPO.

Todas las mañanas al despertar ese banco abona en nuestra cuenta 86400 segundos de vida. Cada noche ese banco borra de nuestra cuenta y da como perdida cualquier cantidad de ese saldo que no hayamos invertido en algo provechoso. Ese banco no arrastra saldos de un día para otro. Todas las mañanas repite ese prodigio, pero jugamos con la misma regla inevitable: el banco puede cancelarnos la cuenta sin previo aviso; en cualquier momento la vida se puede acabar. Cada día nos abre una nueva cuenta. Cada noche elimina los saldos del día. Si no usamos nuestro saldo durante el día, nosotros seremos los perdedores. No podemos dar marcha atrás, debemos vivir el presente con el sueldo de hoy.

-La chica de ayer-

viernes, 1 de diciembre de 2017

Lupita

Una de las cosas que más echo de menos de Lisboa (y que me encanta sea donde sea) es la de conocer personas interesantes en sitios insospechados. Raro era el día que salía por sus calles y no conocía a alguien que tuviese algo que contar, algo que decir. Esa espontaneidad con la cual un rincón de la ciudad te sorprendía de repente.
Historias de este tipo tengo muchas. Algunas más curiosas que otras, y algunas incluso surrealistas y rocambolescas. 
Esa naturalidad, más propia de grandes ciudades, la empezaba a echar de menos... hasta ayer. 
En estos primeros días de adaptación y descanso, y pasada la locura de la primera semana, es extraño el día que he salido a la calle, aunque no por falta de ganas. Pero ayer lo hice y la casualidad, una vez más, me regaló uno de esos momentos para enmarcar.
Sigo diciendo que las cosas ocurren por alguna razón y que todos nuestros actos tienen un sentido, un propósito. Cada vez estoy más convencida de ello. 
La ciudad y uno de sus muchos bares de siempre, me presentaron a Guadalupe. Bueno, Lupita, como quería que la llamáramos. 
Ciertas personas desprenden un aura especial y Lupita estaba a punto de sorprendernos y mostrarnos ese aura que todavía guardan en su interior algunas de ellas. 
Entró por la puerta algo aterida de frío. Entrada ya en años, conserva aún ese glamour de quien parece haber gozado de cierto estatus en su vida. Bien arreglada, con gusto, con sus joyas, las uñas pintadas, la bufanda al cuello e incluso con gorro. Se sentó en el taburete, a nuestro lado, y nos agradeció que se lo cediésemos en francés. Merci beaucoup
Ahí ya me había ganado. El instinto me decía que tenía algo especial. 
Mi madre respondió también con el poquito francés que recuerda de la escuela y se liaron las dos en un breve intercambio de palabras francesas hasta que llegó un punto en que ninguna de las dos sabía o se acordaba de más. 
Nos íbamos a marchar pero ella, antes de irnos, nos dijo que nos abrigásemos, que hacía frío. Y ahí empezó todo... 
Con ese tono de voz, ya cansado por la edad pero con ese anhelo de querer contarnos sus avatares, comenzó su historia. 
Lupita tiene 88 años, pero no os engaño... no los aparenta. No por la edad en sí, sino por la vitalidad y las ganas de vivir. Se le notaba en la forma de hablar, de contar las cosas, su vida y sus historias. 
Hace 40 años que se ducha con agua fría, inclusive en invierno, y nunca ha tenido un resfriado. Tal vez el secreto de la eterna juventud esté ahí. 
Ha sido actriz de teatro y cantante y le encantan las rancheras y el tango. Ha viajado por el mundo y en alguno de los muchos recitales que ha dado (y sigue dando) en los centros cívicos de la ciudad, le han preguntado en varias ocasiones si era argentina. Nos contaba, mientras se reía, que siempre responde lo mismo: estuve en Argentina, es verdad. Allí vi caballos, muchos, y monté en unos cuantos... pero a mí nunca me montaron
Está claro que Lupita, a pesar de su edad y de pertenecer a una generación totalmente diferente, mantiene una personalidad y un humor tal vez adelantados a su tiempo y que es probable que hayan sido característicos a lo largo de su vida. 
Todos los días, sin excepción, se dirige al bar al final de la tarde, se sienta en la barra y espera a que le sirvan su café con galletas. Cuando acaba, le sirven a continuación una tila. Dice que así ya ha cenado y que se va tranquila a casa a descansar. 
Nos despide entonando la letra de una ranchera, una de esas canciones que fue muy conocida en su momento, pero que para mi generación tal vez resulte desconocida: te vas porque yo quiero que te vayas…
Tras el merecido aplauso de las dos, nos despedimos de ella. Pero Lupita tenía que dejarnos algo más de su marca personal. 
Creo que no pudo escoger mejores palabras teniendo en cuenta el momento en el que estoy: que los días que quedan hasta final de año los disfrutéis al máximo. Y que empecéis el nuevo año con la certeza de que será mejor que el anterior
Ganas de aprovechar, de disfrutar, de exprimir la vida hasta el último segundo. Eso es lo que me transmitió Lupita en poco más de cinco minutos. 
Y yo me pregunto... ¿cómo es posible que me siga encontrando con personas jóvenes (incluso a mi alrededor) con una vida apática, sin ganas de aprovechar todo lo que la vida ofrece, incapaces de salir de un círculo llamado hábito (por no decir hastío) y después encontrarme a Lupita, de 88 años de edad y aún con ganas de vivir, de hacer cosas, de compartir con los demás sus experiencias? 
Qué bonitos estos encuentros improvisados y casuales cuando menos te lo esperas. 
Y qué bonito ver a la gente feliz, siendo consciente que ha aprovechado y aprovecha cada instante que se le presenta por delante. 

-DetallesConectados-

jueves, 30 de noviembre de 2017

miércoles, 29 de noviembre de 2017

Oportunidades

Y no sé, supongo que hay veces que la vida te devuelve eso que te mereces, y trata de ponerte por delante grandes oportunidades. Y no se pueden dejar escapar.
No tienes ni la más remota idea de a dónde te llevará eso, ni siquiera sabes si saldrá bien o mal, pero está claro que las oportunidades, cuando llegan, hay que agarrarlas bien fuerte y no soltarlas. Porque puede que no vuelvan nunca y nos quedemos toda una vida pensando en qué hubiera pasado. 
El miedo es temporal, pero la felicidad de haberlo conseguido, o al menos de haberlo intentado, dura para siempre, de verdad. Nadie te garantiza que todo vaya a ir sobre ruedas, pero si no te lanzas a por ello no lo descubrirás nunca. Y te aseguro que no estás en la edad para quedarte con la duda.
Así que no te quedes ahí quieto, no pierdas el tiempo, ni mucho menos dejes ir eso que te ha aparecido de repente. Ve a por ello, lucha y no te rindas.

Si sale mal, pues que salga mal, aprenderemos para un futuro. 

Pero, si sale bien, ¿acaso no te has imaginado lo feliz que puedes llegar a ser?

-Un rincón maravilloso-