sábado, 31 de diciembre de 2016

2016

¡Cómo me gusta este instante! El de pararme, tumbarme en la cama o sentarme en el sofá con el ordenador, acompañada de un té o un vino, según la situación, echar la vista atrás y dejar que mis manos hagan el resto sobre el teclado.
Seamos sinceros... Llegados a este punto del año, ¡todos hacemos balance! Tal vez no lo plasmáis en papel o en un ordenador, pero sí en vuestra cabeza. 
Hace doce meses acababa un año de cambio afirmando que ya no tenía espacio para más historias, para más aventuras, para más momentos... Había sido tan intenso que creía imposible que pudiese ser mejor. 
¡Ilusa! Esa ingenuidad que me caracteriza de vez en cuando sigue pasándome factura. No sabía que lo que me deparaba el siguiente, lo que estaba por llegar, sería, probablemente, uno de los años más bonitos que he vivido. 
Un año de completa locura. De sueños hechos realidad y promesas cumplidas. De correcalles. De improvisaciones made in amiguis. De viajes y escapadas. De conciertos. De puestas de sol y de brindis. 
Un año de nuevas y grandes amistades. De celebraciones inesperadas. De despedidas. De momentos rebosantes de felicidad, pero también de vacío y soledad. De tropiezos en el camino y de manos que me ayudaron a volver a levantarme. 
Un año de decisiones complicadas. De capítulos cerrados y de nuevos libros.
Un año que he vivido con una intensidad fuera de lo común, exprimiendo cada centésima de segundo como si fuese la última, de principio a fin. 
Meses sin descanso que se fueron volando con los aires del invierno. Semanas interminables de trabajo, de estrés, y que se juntaban con las siguientes. Días en los que necesitaba más horas porque no quería que acabasen, porque rogaba al tiempo unos minutos más. 
Han sido tantos y tantos momentos que todos se agolpan queriendo sobresalir unos por encima de otros. 
Si me pedís que escoja uno... ¡No puedo! ¡Imposible elegir sólo uno! Estaría siendo injusta con el resto. Pero aún así, puedo escoger una cosa: las que llegaron. 
Ellas saben perfectamente quiénes son y seguro que se sentirán identificadas en estas líneas. 
Algunas lejos ya... pero con la promesa de volver a vernos algún día. De volver a juntarnos y ser de nuevo la Familia que fuimos durante unos meses. Y Familia con "F", de esa que está para lo bueno y lo malo, de esa que el domingo no falla a la hora de la comida. Una al estilo casi tradicional, serrano. Una sin imposiciones porque fuimos las amigas que escogimos ser eso mismo: Familia. Y es que lejos de casa y encima en otro país, conocer gente no es fácil; crear cualquier tipo de lazo en tan poco tiempo, es bastante complicado; pero conectar y que esa conexión se mantenga, incluso con la distancia, realmente es sólo para unos pocos. ¿Aquella frase que dice "Quien te quiere, te busca"? ¡Totalmente cierta! Es cuestión de ganas... ¡y a nosotras nos sobran! 
Las que nos hemos quedado, seguiremos manteniendo la llama viva todo lo que podamos hasta el próximo reencuentro. 
Pero no puedo dejar pasar esta oportunidad y agradecerte a ti, mi canaria, por estos meses. Has sido mi ancla, mi cuerda, mi salvavidas en muchos momentos en los que me ahogaba. Nuestra complicidad ha llegado ya a ese punto en el que no necesitamos muchas palabras para saber lo que piensa la otra o lo que va a hacer a continuación. Somos ya dos libros abiertos. ¡Y cómo me gusta eso! Nos da igual salir de fiesta que quedarnos en casa hablando hasta altas horas de la madrugada intentando resolver el mundo o nuestras vidas. ¡Te admiro pío-pío! ¡Eres una luchadora nata!
... Y otras no tan lejos. Tengo la suerte de verlas más de lo que podría imaginar, ya que no pasa un mes sin que estemos juntas, y de las cuales ya no puedo prescindir. Me hacen falta. Han hecho más de una locura por estar unas horas [días] más conmigo pero es que llegaron como lo que son: ¡huracanes de vida! Me han dado un nuevo empujón y han sido ellas las que han conseguido, sin saberlo (o tal vez sí), que semanas complicadas, incluso en la lejanía, lo fueran menos, y que cargase baterías, como dice una de ellas, "con cuatro tonterías". 
Difícil ha sido [es] no tenerlas más cerca día a día, el saber que, cuando estamos juntas, no quiero irme, no quiero despedirme, que hay veces que me duele en el alma cuando nos decimos ese "nos vemos en nada"... y tener que hacerlo una y otra vez. "¡Qué apego éste que hemos creado!, ¿no?" Pues sí, pero qué bonito es eso de que absolutos desconocidos se conviertan en imprescindibles. Apenas unos meses han sido suficientes para ser consciente de ello. Ojalá esas despedidas constantes se acaben pronto. Sería una buena señal. 
¡Creedme!, es muy difícil encontrar personas tan auténticas, tan bonitas, como ellas. No tengo palabras suficientes para agradecerles todo lo que han hecho hasta ahora, aunque piensen que no han hecho nada. 
¡Gracias Ana por aquel café! ¡Y gracias Doña Adela! Algún día te lo agradeceremos en persona, ¡aunque sea con los 40! Y todo esto por culpa de un Hello!... 
Sé que me falta mucha gente, incluidos los de siempre, pero no me olvido de nadie y menos hoy... todos tenéis un hueco, os llevo siempre conmigo. Tengo suerte, mucha, pues sé que a pesar de no vernos todos los días, estáis siempre ahí, y cuando nos volvemos a encontrar es como si el día anterior hubiéramos estado juntos. Esa es la magia que tenéis. Sois vosotros, los que de alguna manera y a pesar de la distancia, con vuestras noticias, vuestros mensajes, vuestros audios y vídeos, e-mails, por muy cortos o largos que sean, me hacéis partícipe de vuestras vidas, hacéis que os sienta un poco más cerca, que no me sienta tan lejos y que mi rutina no se haga tan cuesta arriba. 
Mi mejor regalo de esta Navidad y de todo el año ha sido veros realmente felices a muchos de vosotros, por diferentes motivos, pero felices, y haberme dejado compartirlo con cada uno. 
Ha sido un año cargado de señales... pequeñas cosas (o grandes) que siempre me hacían recordar o pensar en algo o alguien, que hacían un guiño al momento presente (o tal vez futuro). Es curioso la manera en la que surgen las coincidencias aunque es verdad que podemos pedirle al universo todas las señales que queramos, y al final, sólo vemos lo que queremos ver y cuando estamos preparados para ello. 
El capítulo de sombras y oscuridad fue dejado atrás pero sirvió para crecer, para aprender y para saber quién sí y quién no, ¡que no es fácil!


Una ilusión [pendiente e ¿inminente?], una promesa cumplida, una celebración inesperada, una nueva Familia, unas Amiguis de por vida... ¿qué más puedo pedir? 
¡Gracias! ¡Gracias a todos! ¡Han sido doce meses de pura magia! 

¿El próximo año? No espero NADA y espero TODO. 
Seguiré buscando la felicidad en las pequeñas cosas de la vida... contigo... con vosotros... teniendo la seguridad de que lo mejor es lo que viene. 

¡Os quiero! ¡Feliz año amigos! 

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viernes, 30 de diciembre de 2016

El caso es que es Madrid

Hemos idealizado un ático, cerca de La Latina. Para qué pensar en otro sitio si ese es el que nos gusta, el que sabemos que sería perfecto para nuestros planes y propósitos. Ya puestas a compartir piso, que sea en un barrio donde pudiésemos dar rienda suelta a nuestra locura sana.
Nos conocemos hace pocos meses pero da igual. Sabemos que Madrid para nosotras es diferente. 
Somos conscientes... nos perderíamos, o mejor dicho, nos dejaríamos perder. Ella con su música. Yo con mi poesía. Pero seguro que acabaríamos acompañando la una a la otra en todo berenjenal que se nos presentase delante. 
No sabemos lo que nos deparará el futuro, qué será de nosotras, dónde pararemos con nuestros huesos... Por de pronto, hoy tenemos la oportunidad de saborear unas horas en sus calles. Tal vez no sea un buen ejemplo por las fechas, pero es Madrid, es concierto, es salir, es cenar, es un vino... o unos cuantos... y juntas, después de todas las veces que lo hemos hablado. 
No puedo imaginar mejor compañía [mi fan número uno] y mejor plan para cerrar el año, tras muchos meses sin pisar esta ciudad. 

Tal vez sea el preludio de un futuro no muy lejano. 

Amigui, ¡allá vamos! 

-DetallesConectados-

jueves, 29 de diciembre de 2016

Caminos

Estar entre dos caminos nunca es fácil, 
pero al final, 
cuando ya los has andado, 
tienes la oportunidad de elegir entre dos opciones.

-By Laura DC-

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Los que siguen ahí

Hay quienes aparecen, cuando es su momento.
Ni antes ni después. Sin esperar que sea una fecha señalada en el calendario, que sea viernes o un bonito día de verano. Sin anunciar su llegada a bombo y platillo. Sin pretender un lugar específico ni que los astros estén alineados. Sin buscarlo ni mucho menos planearlo al detalle. Simplemente, llega. Y de la mejor manera.
En forma de regalo.
Hay quienes despiertan lo mejor en ti. Aquello que creías dormido, aquello que solo compartes con determinadas personas. En petit comité. Con quienes vale la pena, quienes lo valen. Con quienes te sientes en confianza. Te sientes tú mismo. Con quienes puedes contar siempre, sin importar el tiempo, la distancia ni terceras personas.
Personas únicas e irrepetibles. Especiales.
De niños nos gustaba sumar y sumar amigos. Cuantos más mejor. Amigos con los que inventar fantasías que sólo nosotros entendíamos. Amigos con los que disfrutar travesura tras travesura, a cual más loca. Amigos con los que vivir aventuras emocionantes y con los cuales nos sentíamos invencibles.
Amigos y compañeros de andanzas, ya fuera en el parque o en las calles del pueblo. Con los que lo mismo compartíamos pupitre que divertidas tardes helado en mano. Carreras para ver quién llegaba primero. Y último. Y que no importara más que para picar al otro. Que lo de menos era el juego, lo más era divertirse. Y la compañía. Esa que estaba ahí mientras crecías.
Porque crecer, creces.
Creces sin darte cuenta, mientras la gente cambia y tu entorno se ve distinto. Nuevos retos, nuevos pasos, nuevas ideas se suceden. Dejas atrás muchas cosas, muchos momentos, muchas personas. Hasta una pequeña parte de ti. Algo que percibes pasado el tiempo, de repente y sin saber muy bien cómo digerirlo.
Pero los hay que afortunadamente siguen contigo, a tu lado, tanto en las buenas como en las malas, como se suele decir. Tanto en las noches locas que acaban a altas horas de la madrugada, desayunando en un bar cualquiera con el rímel corrido y el pelo desgreñado. Con la voz afónica y los tacones en la mano. Con una enorme sonrisa tras la cual se lee un: ¿para cuándo la próxima?
Como también siguen contigo en los momentos de bajón. Cuando no te aguantas ni a ti mismo. Cuando no sabes, no quieres o crees que no puedes. Con lo que sea. A cualquier hora, sin importar ninguna otra cosa. En respuesta a una llamada, a una palabra, a una mirada. Te acompañan en las lágrimas y te regalan los abrazos que más reconfortan.
Amigos que se guardan los “te lo dije” para otra ocasión, quizá para nunca. Que te escuchan sin perder palabra mientras remueven el café eternamente, asintiendo en silencio, dejándote espacio. Los que se muerden la lengua por ti y aguardan la sinceridad para cuando la necesites. Los que ayudan a buscar soluciones y aligeran ese problema que te empeñas en cargar tú solo, por tu cuenta.
Amigos que suman y multiplican valor.
Y sigues creciendo. Maduras. Cambias de ambiente, de compañeros de diario y de nocturnidad. Cambias incuestionables y prometedoras fiestas por veladas más íntimas, más personales, más reales. Donde la música tan sólo acompaña de fondo. Cambias de obligaciones, de responsabilidades, de compromisos. Amplias y cambias de círculos, te vuelves más selectivo.
Cualquiera no sirve.
Pero a tu lado siguen los de siempre, los que te quieren. Y quizá alguno más que se ha sumado por el camino. Alguno nuevo y alguno que quizá ya conocías desde hacía más o menos tiempo, pero no lo suficiente. Alguno que te sorprende precisamente por eso, porque de repente lo ves con otros ojos. Lo abrazas de otra manera, lo esperas con otra ilusión, lo sientes más cercano. Y se hace un hueco en tu vida, en el que no todos encajan.
Los hay que siguen ahí incluso cuando tú no estás ni para ti mismo. Cuando no tienes tiempo, o no sabes cómo sacarlo. Cuando te quejas por todo y de todos, haciéndote difícil. Cuando el trabajo te absorbe, la pareja o lo que sea que no te deje ver más allá. Cuando creas excusa tras excusa o cuando te vuelves invisible.
Cuando construyes muros en lugar de puentes.
Los hay que siguen ahí, pese a la rutina del día a día. Pese a que las circunstancias no acompañen y los abrazos se distancien en el tiempo. Pese a malentendidos, desacuerdos u opiniones ajenas. Que no renuncian cuando las cosas se ponen difíciles ni miran para otro lado mientras abandonan. Que no tiran por la borda años de unión así porque así, que no se rinden fácilmente.
Los hay que siguen ahí, siempre, aunque no puedas verlos. Son los que te dan los buenos días y te desean la mejor de las noches. Con mensajes diarios o no. Con felicitaciones puntuales y a veces no tanto. Los que están a un par de paradas de autobús o a 1000 kilómetros de vuelo. Los que celebran cualquier buena noticia, los que esperan cualquier buena historia, los que se involucran en tus sueños.
Los hay que siguen ahí con la misma ilusión, con las mismas buenas intenciones y con los mismos mejores deseos. Sin cansarse del resultado, esperando sin desánimo. Como si fuera siempre la primera Navidad, como si fuera el único y último viaje, como si pudiera no haber otra más. Sabiendo bien lo que buscan, por quiénes esperan, a quiénes cuidan.
Porque saben valorar lo que es importante y lo que no. Porque saben cuál es su sitio y cuál no. Porque saben cuándo seguir y cuándo no.

Hay quienes saben seguir ahí.

A tu lado.

-Entre suspiros y un café-

martes, 27 de diciembre de 2016

Puntos de vista

La gente notará los cambios en nuestra actitud hacia ellos pero nunca notarán el comportamiento suyo que nos hizo cambiar.

-Anónimo-

lunes, 26 de diciembre de 2016

Conquistar la felicidad

Nadie nos dijo que fuéramos,
nadie nos dijo que lo intentáramos,
nadie nos dijo que sería fácil,
alguien dijo que somos nuestros sueños,
que si no soñamos estamos muertos,
nuestros pasos siguen el instinto que nos lleva a lo desconocido,
no miramos los obstáculos que hemos superado,
sino aquellos que vamos a superar.

No se trata de ser los mas rápidos,
los mas fuertes,
o los mas grandes,
se trata de ser nosotros mismos,
no somos ni corredores,
ni alpinistas,
ni esquiadores,
ni tan solo deportistas,
somos personas.

No estamos seguros de conseguirlo,
pero estamos convencidos de conquistar la felicidad.
¿Qué buscamos?
Quizás vivir.


Si no te cuesta conseguir algo, no lo disfrutas igual.

-Kilian Jornet-

domingo, 25 de diciembre de 2016

Tiempo, páginas y música

¿Te acuerdas de mí? Hace muchos años que te dejé de escribir. Desde que supe que no depende de cómo me comporte los 12 meses del año el que traigas lo que pido. Desde que me dí cuenta que no era justo que yo tuviera y esos niños no. Que algo no cuadraba. Desde que me percaté que pedir la paz en el mundo, que el hambre se acabara, una vacuna para el cáncer y que nunca pasara nada a esos que me rodeaban... era todo utópico, algo que no me traerías... Que no estaba en tus manos.
Perdóname, nunca debí dejar de escribirte... Y es que a mis treinta y tantos me doy cuenta que lo importante es la magia que envuelve esto... que ser ingenuo no es sinónimo de ser inocente, pese a lo que diga el diccionario, y que utópico sí que es sinónimo de maravilloso...
Que la vida por sí misma frena los sueños, pero no puede frenar a los soñadores.
Entonces, si me perdonas, déjame seguir con mi carta de deseos. Esta vez no encontrarás el CD de música que tanto quería. Este año quiero uno vacío, en el que pueda grabar canciones con la música de lo que vaya a suceder los siguientes doce meses... porque será música, a un volumen altísimo, de esa que se escucha y que se siente. Porque la música es el sonido de los sentimientos. Porque entre líneas, es lo que te pido, sentir...
Esta vez no habrá ningún libro de aventuras como todos esos años. Por favor, déjame debajo del árbol un libro en blanco, déjame escribir a mí mis miedos, no me los impongas, déjame escribir mis aventuras, mis desilusiones, mis desafíos y mis logros. Porque sé que habrá de todo eso en los próximos doce meses, y he aprendido que no depende de ti, ni de mí, el querer escribir de colores cuando los dos sabemos que habrá páginas en blanco y negro, el querer escribir sonrisas y corazones, cuando los dos sabemos que habrá páginas borrosas por las lágrimas que se derramen. Entonces, entonces te pido que me des la fuerza para escribirlas también, que me des la ilusión para saber que un nuevo capítulo espera... Y así pasaremos las páginas... Y los meses...
Y si no es mucho pedir, ya que me he puesto... Déjame pedirte sonrisas, momentos, besos en la frente, abrazos con sabores, pequeñas sorpresas y grandes alegrías, instantes, nuevos encuentros y reencuentros con aquellos que hace tiempo que dijimos de este año no pasa sin que nos veamos, y pasa, vaya si pasa, no sólo ese año sino otros muchos más... y es que creo que en definitiva te pido tiempo para que haya espacio para todas esas cosas...
Este año, después de tantos sin saber de mí, déjame pedirte tiempo, páginas en blanco y música por grabar... Que yo me encargo del resto...

-Anmalu-

sábado, 24 de diciembre de 2016

El equilibrio

Me gustaban estos días...
Cuando se acercaban las fechas eran todo nervios. No por los regalos o por ser Navidad, sino porque era sinónimo del viaje habitual a casa de los abuelos, al pueblo. Bueno, ¡voy a rectificar! ¡Ciudad! Que si se entera mi madre me fulmina con la mirada. 
Cuando era pequeña, el inicio de las vacaciones de Navidad en el colegio era el pistoletazo de salida para unos días que me encantaban. Familia, comidas, cenas, sierra, nieve, finca, chimenea, paseos... 
La abuela me esperaba siempre con los brazos abiertos y era fácil que ese día tuviese uno de mis platos favoritos preparado. De hecho era fácil que todos los días que pasaba allí tuviese mis platos favoritos. Sus lentejas, sus croquetas, sus albóndigas... Sólo de pensarlo se me hace la boca agua.  
Conversábamos mucho. Me arrastraba la mayoría de las veces con ella a la calle, ya bien fuese a la compra, donde presumía de nieta en todos los establecimientos que entrábamos, o para acompañarles, a ella y al abuelo, en su ruta diaria de vinos (yo mostos más bien con aquella edad).... Si alguien tiene alguna duda, ella era claramente la que establecía el equilibrio en el seno familiar. 
Eran días en los que desconectaba completamente y reunirme con mis primos era una pequeña locura. Revolucionábamos a toda la familia y muchas veces, acabábamos preparando alguna. 
Pero el tiempo fue pasando y las circunstancias ahora son muy diferentes. 
El día que se fue la abuela, yo lo sabía... Con ella se fueron también la cordura y el orden. 
Lo que eran días de reunión familiar y celebraciones, se convirtieron con el tiempo en días de compromiso y obligación, por no decir que de discusiones y malas caras. Momentos de puro trámite. 
En los últimos tiempos la vida me ha enseñado unas cuantas lecciones y una de ellas es la de agarrar lo que está siempre presente, aunque no sea físicamente, aprovecharlo y disfrutar de ello. El resto, aquellos que dejaron de estarlo, no interesa. Posición y decisión dura, pero necesaria después de tantas decepciones. 
Puede que las navidades de los últimos años no hayan sido un escenario ideal, porque no lo han sido, pero es lo que tengo y es lo que agarro con fuerza. 
Así que hoy llegaré a mi destino pero será mi madre la que me esperará con los brazos abiertos. Me vestiré con mi mejor gala, el pijama. Cenaremos las dos con el abuelo, como viene siendo habitual. Y me tragaré toda la programación infantil con la que la televisión nos deleita todos los años... porque en el fondo, continuo siendo aquella niña pequeña que salía a la calle con su abuela. 

-DetallesConectados-

viernes, 23 de diciembre de 2016

Agarrar la oportunidad

Hay noches en las que sueño despierta. En las que cojo mi móvil y empiezo a inventar mil historias que no tienen por qué salir bien. 
Hay noches que pienso en mi futuro y no tengo ni idea de lo que va a ser de mí.
Me encantaría dejarme llevar, como cuando te montas en una colchoneta en la playa y esperas a que la corriente te vaya llevando, pues igual. 
Sin prisas, pero siempre llegas a algún lugar. 
Nunca me gustó ser pesimista. Siempre me gustó pensar en positivo, que ahí fuera hay una oportunidad para todos vosotros y para mí. 
Siempre hacia delante, agarrando todos tus sueños con el corazón y sujetarlos con fuerza. Que no se te pierdan, que no se te escapen. Que no decaigan.
Hay que poner las cosas en práctica. No te conformes. No te distraigas. Esto es para ti.

-Dime tú cómo lo ves-

jueves, 22 de diciembre de 2016

Ganar la lotería

La RAE define la palabra felicidad como "Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien". Pero yo creo que la mayoría de las personas que lean esta frase ni se enteran de lo que es la felicidad. Esta es un buen recuerdo que tienes de aquel verano en el que te reíste a carcajadas con una amiga hasta ponerte a llorar.
La felicidad es el reencuentro con alguien importante después de mucho tiempo. También puede ser algo inesperado, como un beso, o que entre todas las canciones que escuchas en tu móvil suene aquella canción que te gusta tanto y que te recuerda a las locas de tus amigas.
La felicidad abarca muchas cosas, no se puede reducir a una simple definición, una simple frase.
La felicidad son todos los momentos buenos vividos con los que quieres, los que te aprecian, los que siempre van a estar ahí. La felicidad se reduce a ellos, a los que están día tras día animándote y apoyándote y compartiendo momentos contigo que no dudes que jamás olvidarás.
La felicidad está determinada por un conjunto de factores que hacen que tu seas feliz, y siempre tienes que recordar que ellos, "los de siempre", son los que producen esa felicidad en ti.

-Dime tú cómo lo ves-

¡Esto sí que es ganar la lotería!

martes, 20 de diciembre de 2016

El mundo sería más triste sin ti

[...]
Todos necesitamos que alguien nos recuerde que somos queridos, que estarán ahí si nos hace falta, que respirarán por nosotros cuando nos falte el aliento o gritarán cuando nos quedemos sin palabras. 
Que apretarán nuestra mano con fuerza aunque no siempre lo merezcamos. 
Que nos verán siempre guapos, aunque no lo estemos. 
Porque todos nos sentimos algún día de la semana un poco menos atractivos y simpáticos, un poco más rancios y menos guapos. Y se nos pone cara de culo. Y parece que todo se pone del revés. Entonces, aunque menos parezca que queremos un abrazo, es con diferencia cuando más lo necesitamos. Y ojalá a nadie le falte ese alguien que le ponga el suelo en los pies cuando lo siente en otro lado. Y ojalá todos tengamos gente que nos espabile, que nos toque con cariño y que nos quiera. 
[...] 
¿Sabes cómo se alcanza lo que se desea? Haciendo que lo que quieres para ti mismo, lo tengan también los demás. Al final, lo que das, vuelve a ti. Como un préstamo sin intereses. 
Porque seguro que tienes cerquita a un montón de personas sin las que el mundo sería un poco (bastante) más triste. 
No esperes a las uvas para decírselo, tal vez necesiten escucharlo hoy. 

-La chica de los jueves-

lunes, 19 de diciembre de 2016

Gente pequeña

Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo.

-Eduardo Galeano-

domingo, 18 de diciembre de 2016

¿Qué es viajar?

Descubrí que viajar es disfrutar de pequeños momentos.
Viajar es encontrar otras almas perdidas por el camino. Es entender todos los idiomas de alguna manera. 
Viajar es comer picante sin esperarlo. Es dejarse arrollar por algunas sensaciones: de pertenencia, de pérdida, de bienestar, de angustia, de certidumbre, de incertidumbre. 
Viajar es cambiar todo el tiempo. Viajar es reír mucho. Es probar, es darse cuenta de que nada es como uno planeaba aún intentando no planear.
Viajar es descubrirse una y otra vez, es manifestar quiénes somos en cada acción porque el desconcierto que produce el movimiento constante no deja lugar a mucho proceso mental y surge el yo primitivo. 
Viajar también es dejar que los demás te descubran sin que te des cuenta. Es querer, aunque sea por un rato. 
Viajar es dejarse en algunos lugares, querer olvidarse de otros, transformarse con todos. 

Viajar es, sin duda, aprender a ESTAR. 

-El futuro nunca existió-

sábado, 17 de diciembre de 2016

Cara a cara

Nos conocimos hace un par de años y a pesar de la distancia intentamos mantener el contacto siempre que podemos. Obviamente no es lo mismo pero eso de las nuevas tecnologías ha servido para algo.
Pasamos muy buenos momentos cuando vivíamos en la misma ciudad y siempre recordaré con mucho cariño la última noche, a pesar de ser el día de su despedida, tal vez la más difícil que he vivido aquí. Pocas noches tengo tan grabadas en la retina. 
Nuestros audios comienzan a ser casi monólogos de horas explicando y contando nuestras vidas y, muchas veces, los viajes al trabajo los pasamos escuchando los audios de la otra en vez de música. 
No sé si será la "saudade" o la necesidad de compartir las cosas por aquello de ser dos personas "disfrutonas" y no dejar sin información durante mucho tiempo a la otra, pero el caso es que hemos ido aumentando los minutos de los mensajes según iban avanzando los meses. 
No hace mucho me dijo que yo estaba "en una etapa muy buena de la vida", que se notaba. Puede que no sea todo perfecto o como desearía pero tiene razón. A veces pienso que hay personas que me conocen mejor que yo misma... ¡Y encima en la distancia! 
Con ella (y con alguno más) comenzó todo y por eso tengo la seguridad de que será alguien que seguiré manteniendo cerca. 
Como culos inquietos que somos hemos prometido un reencuentro el próximo año, pero esta vez en mi ciudad. Así que ya he puesto el reloj en marcha. 
Cuenta atrás para esas horas de conversación cara a cara que nos han faltado durante todo este tiempo. 

-DetallesConectados-

viernes, 16 de diciembre de 2016

jueves, 15 de diciembre de 2016

A veces

Tienes que... Tienes que... Tienes que...
Pues, ¿sabes? A veces no tienes que nada; a veces está bien no contestar cuando te llaman, pensar en cosas totalmente intrascendentes y en lugar de cumplir con el mundo, hacer lo que te dé la gana. A veces.

-Chojin-

miércoles, 14 de diciembre de 2016

Resurgir

Y así, de pronto, una mañana resurges, decidida a comerte el mundo, a hacer eso que tanto tiempo llevabas soñando, a explorar lugares y conocer a personas maravillosas. De hacer nuevas y valiosas amistades y sí, de enamorarte de nuevo.
Y mirarás hacia atrás y será entonces cuando entiendas por qué pasó lo que pasó de la manera en que ocurrió. Y te sentirás satisfecha y feliz de que así fuera.
Porque, al fin y al cabo, todo pasa por una razón, y te darás cuenta de que sí, es posible ser mucho más feliz de lo que imaginaste alguna vez. Que nunca es el fin del mundo. Que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. 

-Compartiendo macarrones-

martes, 13 de diciembre de 2016

El mejor regalo

Dicen que todas las historias comienzan con un “Érase una vez”, pero yo creo que no es verdad: todo empieza con un llanto. Un grito, con golpecito necesario para abrir pulmones, un montón de lágrimas de las que no duelen. Lo que pasa es que no es bonito empezar los cuentos diciendo algo como “la niña lloraba y lloraba sin parar”, pero no por ser menos poético es menos cierto. Cuando naciste, llorabas y llorabas, y verás: así comenzó y así cambiaste la vida de todas las personas que te quieren, sobre todo de tus padres. Desde mucho antes, desde que te pensaron, desde que te imaginaron. Desde ese preciso instante existes y eres querida. Quedamos entonces en que “la niña lloraba y lloraba sin parar… mientras el mundo le daba la bienvenida y sus padres entendían de golpe y sin pestañear lo que realmente significaba amar”. Es un buen inicio entonces, ¿no crees?
Quedamos que así comienza tu historia, pequeña Olivia. Pongamos que esto es tu libro, tu película, tu… algo mejor:tu vida. Ahora no tienes ni idea de qué va nada, pero no te asustes. Aprende a tocar, a mirar, a escuchar. Quédate con el azul del cielo, con el tacto de la arena, con el aire en tu pelo. Quédate con el olor a azahar, con los abrazos de mamá y los achuchones de papá. Siéntete siempre querida, nunca olvides que aunque el mundo se acabara, aunque la Tierra se abriera y no supieras si quedarte o saltar, alguien se jugaría la piel por salvarte. Nunca lo olvides, ni cuando estés en la edad del pavo y leas la Bravo, y tontees con chicos. Cuando te haces mayor resulta mucho más fácil olvidar lo bueno. Sin saber por qué, las barreras se caen, los cinturones de seguridad se sueltan, las inseguridades y los miedos aprietan. Ser mayor físicamente te hace menor sentimentalmente. Tenderás a bloquear tu ñoñería para protegerte y te fabricarás tal coraza que olvidarás lo que te he dicho antes. Así que repite conmigo de nuevo: al menos dos personas en este mundo darían la vida por ti. Así que quiérete siempre al menos como ellos te quieren a ti: es el mejor regalo que les puedes entregar tú a cambio. 
La vida. Qué palabra tan breve para lo importante que es. Igual la pensaron tan corta adrede para que tengamos siempre en cuenta que, aunque parezca eterna, es tan efímera como sus dos sílabas al sonar. Ahora eres un bebé con chupete y pañales, pero aun siendo tan pequeñita, ya eres una persona imprescindible en la humanidad. Siéntete siempre así: imprescindible. Tú eres especial y siempre lo serás. Única. Bonita. Lista. Buena. Eres tan importante que la sociedad querrá hacerte de menos muchas veces para que pienses que no tienes tanto poder y que no te vengas muy arriba. Pero escúchame: ni se te ocurra hacerles caso. A ver si vas a ignorar a tus padres cuando te digan que recojas tu cuarto y luego vas a obedecer al primer imbécil que te diga una absurdez. De eso nada. Nunca regales tus sonrisas. Nunca cedas ni pierdas tu magia por quien no la merece. 
Tu viaje comienza ahora. Tu película, tu libro, tu… como ya te decía, tu vida. A mi no me conoces, pero alguien muy especial —tanto como tú— creó un lazo invisible hecho de letras que me ha traído indirectamente hasta tu historia. Yo parezco una anciana por como hablo, pero tengo menos de treinta. He tardado en entregar este texto tan significativo para mi y para quien quiso que lo escribiera yo, por cosas del corazón, que a veces se queda sin pilas. Y una quiere darse prisa, pero las palabras bonitas solo salen cuando tienen que salir. Como todo. Gracias a ti, pequeña Olivia, mi corazón está un poquito más sano ahora, porque pienso en ti y aun sin conocerte, me pongo contenta. Fíjate lo importante que eres que hasta una desconocida se alegra de tu llegada. Tenlo siempre en tu memoria y en tu alma. Lee esto cuando seas mayor, léelo siempre que quieras.
Ya verás como esto es mucho más fácil de lo que parece al principio. Hasta lo complicado puede tener su lado positivo. Hasta los problemas se pueden convertir en un montón de besos. No te voy a decir que mantengas siempre la sonrisa, porque eso sería propio de un robot. En cambio, te diré que sigas siempre a tu corazón, que te encojas del dolor de barriga cuando te rías, que te emociones con lo bonito, que llores sin taparte la cara, que grites si hiciera falta. ¿Recuerdas cómo naciste? Cuando uno quiere renacer, a veces ha de volver a gritar y a llorar. No te fíes de la gente estática. No juzgues. No te metas con los niños en el cole, pero defiéndete si lo hacen contigo. No temas: nunca estarás sola. Y ama. Mucho. Ten pasiones, nunca hagas caso a quien te diga que algo es complicado y que no podrás. Nunca dejes de lado tus sueños. Nunca dejes de ilusionarte. 
Yo me dejo ya de enrollar. Todo un placer soltarte la chapa. No sé si se sigue llevando esa expresión, creo que me estoy quedando desfasada. 

Sé feliz, pero sobre todo, sé persona. 

Buen viaje, pequeña Olivia. 

-La chica de los jueves-

lunes, 12 de diciembre de 2016

domingo, 11 de diciembre de 2016

En Navidad...

Te vi ayer, aunque fue sólo momentáneamente. Y te lo digo, ¡qué bonita estabas!
Da gusto salir y verte así. 
Te vistes de gala siempre en esta época del año pero últimamente incluso parece que rejuveneces. Deberías mirarte al espejo. 
Haces que no parezca invierno y allí por donde pasé, brillabas por ti misma. Haces que en la oscuridad de la noche me sienta protegida, que sienta una sensación que no sé bien cómo explicar. 
Sé que es una época difícil. Sentimientos contradictorios comienzan a surgir y muchos tienen que hacer de tripas corazón por las ausencias en la mesa, por los recuerdos que invaden de aquellos que ya no están. 
Para mí también lo es desde hace unos años. Ya no es igual, y lo sabes. Pero es inevitable no dejarse seducir al ver la alegría de la gente al pasar por tus calles, felices. 
Intento cambiar el chip, contagiarme de ti y de lo que transmites en cada rincón.
Es una época para sentir, para recordar, para juntarse con aquellos que realmente quieres, principalmente con los que no ves hace un tiempo y para marcarse nuevas metas y propósitos, para cambiar. 
Es una época para darnos una oportunidad, para darte una oportunidad. 

Ojalá este año sea mejor, menos triste, menos solitario. 
Ojalá tenga más tiempo para ti y me dejes pasear a tu lado. 

-DetallesConectados-

sábado, 10 de diciembre de 2016

Algo ha cambiado

[...]
No hay trenes por casualidad. 
Y es que cada tren que escogemos, aboca irremediablemente a un destino distinto. Un final soñado, o no. Un colofón buscado, ansiado, deseado, o no. Un para qué muy personal. Un gran sinsentido para unos que para otros es la cúspide de la montaña. Su montaña. Y cada cual, que decida hacer con ello lo que quiera. 
Los habrá cuya motivación incluya únicamente diversión como fin último de su propósito. Los habrá que busquen el confort de la buena compañía, elegida con cuidado o no, la que de sentido a todo, y sin la cual nada tenga sentido. Los habrá que anden perdidos, con rumbo errante y sin destino claro, en búsqueda de un no-sé-qué sin saber muy bien dónde hallarlo. 
Los habrá que viajen sin ni siquiera maleta o lleven lo estrictamente necesario. Los habrá cuyo equipaje responda a mil y un “por si acaso”. Los habrá que planeen cada etapa, cada salida, cada segundo, mientras que habrá quienes se dejen llevar por el impulso de cada momento. Los habrá que viajen para no volver, para no olvidar, para repetir o por no cambiar. 
También sucede que, a veces, nada resulta como esperabas. 
Nada de lo que llevabas tiempo planeando al dedillo y con tanto anhelo. Pretendiendo no dejar ningún cabo suelto que lo hiciera saltar por los aires. Maquinando, en soledad o con comitiva, aprovechando el primer rayo de luz del día y hasta el último reflejo de luna. Tejiendo los hilos uno a uno para mover cada detalle. Sobrehilando la historia para que todo encaje y resulte sencillo. Natural. Real.
Anticipando hasta el más mínimo pormenor que se te pueda escapar y ensayando cualquier movimiento, por si tuvieras que improvisar. Previendo imprevistos que te puedan asaltar a mitad y preparando planes alternativos para poder continuar, para no parar. Por mucho desvío que salga a tu encuentro. Por muchos titubeos que surjan o contratiempos que animen a renunciar. 
Porque hay cuentas atrás que no se detienen. 
Que por mucho que quieras parar el mundo, bajarte y no mirar, no siempre será posible. Más bien, será difícil que alguna vez lo sea. Que escapar puede no ser la mejor idea, y que esconderse no solucionada nada. Puede que las opciones que barajes no siempre sean ni las mejores ni las que hubieras deseado, pero siempre podrás jugar con ellas. 
Que por mucha añoranza que sientas, volver hacia atrás no es nunca probable, ni casi probable. Más bien, imposible. Por mucho que extrañes esa comodidad que te da lo conocido, esa seguridad que te promete lo que te resulta familiar, esa dicha que te provoca un final esperado, hay cosas que nunca vuelven. 
Esencias, afectos, lances. 
Por mucho que pretendas conservar intactos algunos momentos, algunas personas, o incluso ciertos lugares, no siempre está en tu mano. Porque habrá aspectos que sí, que seguirán ahí. Pero habrá muchos otros que tendrán otro matiz. Otro tono. Otra energía. Otro trasfondo tras el cual serán distintos, siendo en apariencia iguales. 

Porque a veces todo es lo mismo.

Sin ser igual. 

Porque a veces, el cambio está en ti. 

-Entre suspiros y un café-

viernes, 9 de diciembre de 2016

jueves, 8 de diciembre de 2016

Medir la edad

Coger aire, caminar, hablar, comer, compartir, viajar, beber, reír, amar...
Los años deberían medirse en historias únicas, en versos escritos, en billetes usados, en silencios de palabras, en amores de vida...

-DetallesConectados-

miércoles, 7 de diciembre de 2016

Cambiar

[...] Creo que las cosas buenas llegan cuando somos capaces de entender que nos las merecemos. Todo cambio exterior viene dado por un cambio interior. Sin ese cambio, estamos destinados a repetir una y otra vez los mismos errores. Y a ser infelices. Y no queremos eso ¿verdad?
Intenta cambiar pronto de mentalidad, pequeña niña ñoña, que ya te digo yo que sufrirás. [...]

-La chica de los jueves-

martes, 6 de diciembre de 2016

Mujer fuerte

Cuando te ven una mujer fuerte, piensan que no necesitas nada ni a nadie, que puedes soportarlo todo, que pase lo que pase lo superarás.
Que no te importa ser escuchada, cuidada o mimada. 
Cuando te ven una mujer fuerte te buscan sólo para que les ayudes a llevar sus cruces.
Te hablan pensando que tú no necesitas ser escuchada. 
A una mujer fuerte nunca se le pregunta si está cansada, si está sufriendo o cayendo, si tiene alguna ansiedad o miedo. 
Lo importante es que ella siempre esté allí, un faro en la niebla o una roca en medio del mar. 
A la mujer fuerte no se le perdona nada. 
Si pierde el control se convierte en débil, si pierde los estribos se transforma en una histérica, cuando una mujer fuerte falta un minuto se dan cuenta enseguida, porque su presencia siempre se da por supuesta. 
Cuánta fuerza se requiere cada día para ser una mujer fuerte... 
Pero esto no le importa a nadie... 

-La chica de ayer-

lunes, 5 de diciembre de 2016

Cuentos reales

Cuentan los cuentos, que existen los príncipes y princesas, las Damas, los Caballeros, los Dragones y los Guerreros. También dicen que existe la magia, la fantasía, las noches largas, las noches frías...
Yo te puedo asegurar que parte de esto es verdad...
Existen guerreras, damas hechas de historias contadas, vividas, disfrutadas, sentidas, con magia en la mirada y fuerza en el alma, caballeros dispuestos a todo, valientes, generosos, de corazón puro, eternas sonrisas, valor seguro...
Ellos luchan día a día, contra los dragones de la injusticia, la hipocresía, los pocos valores que se aplican hoy en día, ellos son los verdaderos príncipes y princesas de este cuento que se llama VIDA....
Shhhhhh, no se lo digas a nadie, pero los cuentos son reales...

-Evi-

domingo, 4 de diciembre de 2016

Envejecer con ellos

Hay personas que te enriquecen por dentro. Que definen tu personalidad. Que andan por ahí solucionándote la vida, resolviendo tus problemas y tirando del carro para que sigas adelante. 
Hay personas que lo darían todo por ti, para las que significas mucho más de lo que cualquiera se pudiese imaginar. 
Hay personas que has tenido la suerte de conocer y que estás encantada de haberlas conocido, que con ellos la vida se ve diferente, y que te hacen razonar dentro de tu completa cabezonería.
Hay personas que cambian tu perspectiva, aquellas sin las que no sabrías seguir en linea recta. 
Personas a las que siempre tienes algo nuevo que contarles, que nunca se te acaban los temas de conversación. Aquellas que te aguantan pese a todo tus defectos. Personas que no tienen pudores para decirte las cosas claras. 
Con las que ya te acostumbras a convivir, y no sabes hacerlo sin ellas, o no quieres. 
Personas que te forman, que te modelan, que te construyen. 
Sé que es difícil encontrarlas, pero están ahí. Puedes verlas aunque pasen desapercibidas. Hay que saber valorar, descartar, encontrar, y conservar. 
Y cuando las encuentras, te aseguro que has hecho todo lo que tenías que hacer en la vida. Tener con quien disfrutarla es lo más importante, porque sino no tiene sentido nada. Lo único que nos queda al envejecer son los recuerdos, pero con ellos. Aquellos que te encogen el corazón y te hacen vivir, que te hacen querer, que te hacen amar la vida. 

-Dime tú cómo lo ves-

sábado, 3 de diciembre de 2016

Limitaciones

Cuando alguien te diga que algo no se puede hacer, recuerda que está hablando de sus limitaciones, no de las tuyas.

-Anónimo-

viernes, 2 de diciembre de 2016

Vueltas


"Que sí... Que la vida da muchas vueltas pero quien de verdad te quiere, las da contigo."

-El diario de Noah-

jueves, 1 de diciembre de 2016

Diría "gracias"

– Llevo días tratando de encontrar las palabras adecuadas. ¿Sabes? Creo que no existen.
– ¿Para decir qué? –preguntó él.
– Para decir que me encuentro en uno de esos momentos en los que la vida te sorprende. Mejor aún, en los que las personas te sorprenden.
– ¿Y por qué no lo escribes?
– No sé… Nunca he escrito algo parecido. No sé si sería capaz.
– ¿Qué les dirías? –dijo mientras apuraba su cerveza.
Él se quedó mirando fijamente a la jarra vacía que se encontraba sobre la mesa.
–Les diría gracias. Una y otra vez. Yo no contaba con esto cuando subí a aquel autobús. Desde luego que tenía la idea de conocer gente pero no de esta manera. No de esta manera que te cambia la vida. Quizá ellos no se den cuenta. Pero yo sí. Y es una suerte haber podido compartir esta experiencia con ellos. Con ellos y no con otros. Con todos y cada uno de ellos. Sin dejar a un lado a ni siquiera uno. Quizá tú pienses que lo digo por decir, pero si los hubiera escogido yo, no los hubiese elegido mejores.
Todos tenemos un papel en esta vida. Todos hemos sido elegidos para algo. Y el éxito no está en cosechar grandes resultados a la vista de los demás, sino en cerrar los ojos y descubrir nuestro don. Yo mismo he estado muy tentado de abandonar los pequeños detalles y “vivir a lo grande”. Despreciar todo aquello que no suma a mi imagen personal en este mundo que con frecuencia olvida qué es amar. ¿Y sabes qué? Ninguna de esas veces en las que me he dejado llevar he descubierto ahí la felicidad.
La vida me había enseñado que las personas vienen y van con casi tanta frecuencia como las olas del mar. Y aunque se trate de algo inevitable, a veces esto te hace sentir solo. Ver cómo todos avanzan y tú te quedas atrás. O comprobar cómo tú luchas por avanzar y nadie parece querer seguirte. Cansa mucho la soledad. Cansa más aún pensar que cuanto más pasan los años, más solo estás. Y esa sensación que te recorre el cuerpo algunas noches en las que no te atreves a pensar se llama miedo. Miedo a quedarte solo. Miedo que todos hemos compartido alguna vez.


Y ese miedo, ese vacío, esa soledad, no lo llena nada material. A veces, pienso que ojalá lo hiciera. Que ojalá hubiera algo capaz de acabar con esta sensación. Que sería todo mucho más fácil. Pero, al final del camino acabo encontrándome con la misma decepción de siempre porque parece que el ser humano, por más que quiera, no puede engañarse. Más dolor. Más humillación. Más vacío.
Y es que se trata de un hueco que solo puede ser llenado con algo mucho mayor. Con algo que supere las barreras de la muerte y no se pueda almacenar en una caja fuerte. Creo que se llama amor. Perdón, Amor. Se trata de algo eterno y abrumador. Algo que sorprende y despista. Que te mueve y conquista. Que no te abandona cuando crees en él. Con fe. Cuando todo parece caer. Con esperanza. Cuando parece que jamás va a llegar. Pero de ahí nace su fuerza, ¿no? Del compromiso, de la fidelidad, de ser leal, eterno, para siempre. Y te pondrá a prueba. No llegará cuando tú quieras, sino cuando Él quiera. Para enseñarte que si te dejas llevar por Él jamás te defraudará. Siempre te sorprenderá.
Quizá esto ya me lo habían enseñado antes. Pero hoy, ellos, me lo han vuelto a enseñar. Así que me encantaría darles las gracias por recordarme que las personas vienen y van pero que hay algunas que ya jamás se marcharán.

- J, Hoy quizá sí-