viernes, 31 de marzo de 2017

Resetear el corazón

A estas alturas del siglo XXI, todos sabemos el significado de cualquiera de los emoticonos que circulan por nuestras redes sociales. Todo el mundo sabe lo que queremos expresar con un corazón, con una carita feliz, con un guiño, o, incluso, con un animal tapándose la boca. Nos hemos acostumbrado a hablar con símbolos, a expresarnos sin decir nada, a dejar pasar los días, los meses y los años sin sentarnos a mantener una buena conversación con quien verdaderamente hace vibrar nuestro corazón. El nuestro, y no el de ninguna aplicación para el móvil.
Cuando algo nos llama la atención tenemos una lista de opciones tasadas para indicar lo que nos hace sentir: me gusta, me encanta, me divierte… de tal forma que cada día limitamos un poco más nuestra verdadera lista de emociones personales. Sin percatarnos de que el ser humano puede descubrir en cada segundo una forma nueva de sentirse, porque a nosotros se nos eriza la piel de vez en cuando, se nos acristalan los ojos muchas veces, y nos tiemblan las piernas otras tantas. Y eso no lo cuenta la tecnología. 
Esperamos que nos hagan caso a través de dos tick azules, exigimos que nos quieran mediante una foto que dura 24 horas máximo en una red social, y nos disgustamos si la hora de última conexión de nuestra pareja abre un mundo de posibilidades en el que nosotros no somos la última persona con la que habló. Creemos que se puede dejar de querer a alguien bloqueándole, que borrar conversaciones nos hará borrar la vida que vivimos junto a alguien, y que el amor se mide en caracteres. Y no es verdad. Es la más puritita de todas las mentiras de esta vida de postureo. 
Somos, posiblemente, y muy a mi pesar, la generación que más está equivocando el concepto de modernización y progreso con un abandono paulatino de las ventajas de la sencillez cotidiana. Ya lo dijo Quevedo: “Lo que en la juventud se aprende, toda la vida dura”. Así es, la juventud –y recuerdo que, para mí, joven es todo aquel que no ha dejado de sorprenderse en la vida- consiste en enamorarse, en reír a carcajadas, en bailar, en hacer grandes esfuerzos para cumplir tus sueños, en no abandonarlos nunca, en besar y descubrir el nombre de todas y cada una de las mariposas de tu estómago, en equivocarse y pedir consejo, en desordenar nuevamente los consejos, las advertencias, las limitaciones, y arriesgar por lo que se quiere. La juventud consiste en vivir mucho, de cara a la gente, de frente a la vida, de espaldas al miedo. Y no puede ser que nos estemos perdiendo todo eso detrás de una pantalla, que no sepamos apreciar las millones de ventajas que nos ofrecen las nuevas tecnologías y aprovecharlas en su justa medida, sin que eso signifique dejar atrás otras experiencias absolutamente necesarias para crecer. 
Como decía al principio, a estas alturas, todos sabemos el significado de cualquier emoticono. Pero muy pocos saben descifrar el sentido de dos miradas que se cruzan en silencio, de dos sonrisas que se escapan levemente librando rencores pasados, de un abrazo esperado en la estación de tren, de dos manos impacientes que no saben dónde posarse. Nos pasamos el día entero valorando señales absurdas y llamadas de atención infructuosas, pendientes de si alguien ha visto nuestra última publicación, si se le ha escapado un like cotilleándonos o si ha puesto una frase con la que pueda sentirme aludido. Pero pocas veces optamos por acercarnos a alguien, mirarle a la cara y tragarnos el maldito orgullo que siempre separa más de lo que une. Mirar dentro de nosotros mismos por una vez, en vez de tanto mirar en lugares ajenos, y rebuscar entre nuestras propias emociones, decepciones y amores para descubrir qué es lo que verdaderamente queremos y cómo lo queremos. Ser honestos. Asumir que hay días horribles y nadie nos obliga a demostrar lo contrario, porque, sinceramente, hay muy pocas personas a las que realmente les importe cómo te sientes. Dejar de perder vida en cavilaciones y apostar por intentarlo una vez más, porque, a las malas, tendremos más anécdotas que frustraciones. 
Quizá nos estemos equivocando mucho y se nos esté olvidando lo más importante: querernos más y mejor. El progreso no puede pasar por olvidarse del amor real, del respeto infinito, de la ternura de una caricia en el pelo, de la pasión de un beso, de la confianza entrelazada entre dos manos, de la complicidad de una mirada, de la fraternidad de la sonrisa de papá. 
Puede que empiece hoy a resetear mis rutinas: que apague un rato el teléfono y encienda el corazón. 

¡A vivir, que son dos días! 

-La mirada de Julita-

jueves, 30 de marzo de 2017

Benjamin Button

Te diré que nunca es demasiado tarde o, en mi caso, demasiado temprano, para ser quien quieras ser. No hay límite de tiempo, empieza cuando quieras. Puedes cambiar o quedarte ahí. No hay reglas para esto. Podemos aprovechar el tiempo o desperdiciarlo; espero que lo aproveches.
Espero que veas cosas que te asombren. Espero que sientas cosas que nunca antes habías sentido. Espero que conozcas gente con otros puntos de vista. Que vivas una vida de la que estés orgullosa. Y si descubres que no lo estás, espero que tengas la fortaleza para empezar de nuevo.

-El curioso caso de Benjamin Button-

miércoles, 29 de marzo de 2017

Los presentes

Suele decirse aquello de que es fácil estar en los momentos buenos. Para una copa, una cena, viajar, para las risas o las bromas... para todo eso tenemos mucha gente. ¿Y para lo malo? ¿Cuando vienen esos días menos buenos o cuando algo no va bien? ¿También tenéis de esas personas?
A los que tenéis a vuestro lado, no sólo cerca, sino presentes... 
A los que nos ayudan a creer en nosotros mismos en los peores días. A los que no nos dejan huir de la verdad, aunque duela. A los que entienden nuestro silencio y aún así se quedan a nuestro lado, sin preguntas. A los que repiten siempre un estoy-aquí-para-ti y realmente están.
A los que nos empujan hacia arriba, a los que nos agarran en los tropiezos, a los que son balón de oxígeno cuando no conseguimos respirar, a los que nos levantan del suelo, a los que nos enseñan a despegar y volar, a los que son esa cuerda que no se parte, a los que son el hombro y el regazo donde descansar, a los que son la fuerza y el coraje cuando nos falta... 
Para ellos nunca será necesario que existan días especiales para decirles: ¡gracias por todo! 

... y a ti... ¡gracias!

-DetallesConectados-

martes, 28 de marzo de 2017

Perspectiva

Llega un día en que te das cuenta de que ser feliz es tan fácil como dejar de preocuparte.
Te recompones, y vuelves a mirar de frente lo que habías destruido. Eso a lo que tenías tanto miedo. De repente empiezas a fijarte detenidamente en aquello de lo que llevabas huyendo demasiado tiempo, y resulta que no era tan nocivo.
Que te asustabas de lo que se convertiría en tu mejor acierto. Que la perspectiva que te faltaba es la misma que te deja ver la felicidad de volver al mismo lugar, sola.
Y empiezas a escuchar esas canciones que te hacían llorar, y resulta que lo único de lo que te entran ganas es de escribir aún más.
Y empiezas a reír más a menudo, a darte cuenta de lo bien que sienta un buen café a media mañana y de lo mucho que te gusta caminar sin ningún destino en concreto.
Y cantas, bailas y pegas un buen sorbo a esa cerveza tan fría. Recorres lugares nuevos, cierras bares y comes a deshoras.
Empiezas a dejar de contar las calorías para poder contar los abrazos. Dices los te quiero más sinceros, y disfrutas de los poemas de los grandes.
Te convences de que nunca hay que rendirse y empiezas a luchar por lo que verdaderamente quieres. Y luego, celebras con los de siempre, aún en la distancia. Recuerdas por qué toda esa gente sigue ahí, y vuelves a creer en la suerte.
Y llega un día en que te das cuenta de que ser feliz es tan fácil como dejar de preocuparte. Como un buen plan con alguien importante, y entonces, respiras hondo.

-Sandra Cárcel-

lunes, 27 de marzo de 2017

No perdamos las costumbres

No perdamos la costumbre de dar los “buenos días”. A quien sea, cada mañana.
No perdamos la costumbre de pedir perdón y dar las gracias siempre que sea necesario. Ni de soñar como si se fueran a cumplir cada uno de nuestros sueños.
No perdamos la costumbre de abrazar. Y de besar apasionadamente.
No perdamos la costumbre de reírnos de nuestros defectos. Ni de aprender de cada error.
No perdamos la costumbre de decir “te quiero” cuando nos apetezca. Ni de gritar en la ducha. Y en la cama.
No perdamos la costumbre de ser nosotros mismos, siempre, sin importar lo que digan.
No perdamos la costumbre de disfrutar de cada momento como si fuera el último. Ni de sonreír.
No perdamos la costumbre de ser feliz. 

Todos los días.

-Un rincón maravilloso-

domingo, 26 de marzo de 2017

Motivación

La motivación llama a tu puerta, las ganas de continuar, de seguir intentándolo, de sentirte agotado y, sin embargo, quedarte con ganas de más… Nada como [...] renovar ilusiones y sueños, [...] con más horas de luz y los buenos recuerdos de esos comienzos que te cambiaron la vida. Hablo ahora en primera persona para darle las gracias a este mes que, hace dos años, me trajo al lugar en el que me encuentro hoy.
Y remueve, claro que remueve. Repasar lo que dejaste atrás pesa, pero consuela comprobar que a lo largo del camino has ido sembrando e incluso recogiendo. No podemos tenerlo todo y mucho menos en el lugar y en el momento que nosotros queremos que, en la mayoría de los casos, es aquí y ahora. Cada proceso lleva sus horas, sus días, semanas o meses, cuando aprendamos a aceptar esto seremos un poquito más felices. 
Ten una conversación contigo mismo de vez en cuando, aprende a escucharte y también a corregirte en aquello en lo que te estás equivocando, a tratarte con el mismo respeto y cariño con el que te gustaría que te trataran desde fuera. A veces eres demasiado benevolente, otras muy severo… Practica eso de alcanzar el término medio con quien va a disfrutar o sufrir cada una de tus decisiones, contigo mismo.
La paciencia es la clave, no aspirar a que las cosas se resuelvan de forma inmediata nos reconcilia con un presente que se nos escapa más veces de lo debido. Es fácil de decir, pero intenta disfrutar de todo lo bueno que tienes, porque ni uno de los minutos que pasan volverán a repetirse. De acuerdo, es una obviedad, pero si de verdad fuéramos conscientes haríamos esa llamada, pronunciaríamos esas palabras y haríamos las paces con alguno que otro; probablemente intentaríamos disfrutar más del trabajo, al fin y al cabo le dedicamos muchas horas al día; nos preocuparíamos menos y bailaríamos más, nos crearíamos menos necesidades y aprovecharíamos más lo que ya tenemos… 
[...] un comienzo lleva a otro. Las dudas han desaparecido, no es que ahora tengas todas las respuestas, es que has decidido dejar de preguntar y aguardar… 

-Te lo dije cantando-

viernes, 24 de marzo de 2017

A pesar de todo

¡Ya lo sabía! Incluso estaba tardando demasiado: "hace un montón que no escribes un DC propio". ¡Qué verdad amiga!
No están siendo días semanas fáciles, aunque lo venía anunciando a bombo y platillo, y me ha faltado la destreza habitual para escribir. 
Hay quien tenga la cuesta de enero... Yo tengo la cuesta de febrero/marzo. Son dos meses que me resultan difíciles de encarar. Son meses que están en el medio de todo y de nada. 
Lejos quedaron la resaca de las navidades, los días de estar con los tuyos… continúan siendo días largos, lluviosos algunos (por no decir que muchos), por regla general con pocos planes, fruto del derroche de las semanas anteriores… 
Mis días se han presentado bastante solitarios, con muchas horas caseras, impropias de mí, y si a eso añadimos los momentos en los que la tristeza me ha embargado, tenemos una mezcla de sensaciones y sentimientos a flor de piel dignos de una película dramática. 
No busco una disculpa barata pero con este maremágnum rondando a mi alrededor he procurado arañar tiempo para mí, para alejarme y pensar, para poner en orden la cabeza. En este periodo que os he abandonado, me he dejado envolver por letras (que no las mías), sonidos e imágenes, buscando que de alguna manera me devolviesen a la senda del camino. Y aun así no ha sido suficiente para evadirme y recuperar ese aliento que necesito. Me falta tiempo.
Pero si algo he aprendido con los años es que las prisas no son buenas. Y hay fases en la vida en que lo mejor que puedes hacer es tener paciencia y no querer que todo se solucione con un simple chasquido de dedos. 
Me repito a mí misma que todo saldrá bien, a pesar del cansancio, de los nudos en el estómago (y en la cabeza), de las miradas de soslayo, de los juicios de los demás, de los pequeños problemas que se acaban juntando y convirtiéndose en un gran problema. A pesar de las decepciones, de tragar lo que no necesito, de aguantar lo que no me aporta… A pesar de los “os echo de menos”, a pesar de las inseguridades y de las respuestas que no llegan, a pesar de no estar donde más quería, a pesar del caos en el que mi mundo se convierte muchas veces. 
A pesar de esto… ¡todo saldrá bien! 
Aquello que me ha ido construyendo, aquello que me ha ido convirtiendo poco a poco en alguien mejor, es saber que los momentos malos pasan, es creer que después de un invierno lleno de dudas, de incertidumbre, de días oscuros, llega siempre una primavera llena de esperanza y claridad. 
¡Y sé que este mal momento también pasará! 
Aunque estas líneas estén tildadas tal vez de una melancolía mayor de lo normal, no puedo ni quiero acabarlas así. 
¿Os digo una cosa? A pesar de todo, ¡tengo suerte! Por muchas cosas, pero en estos momentos porque tengo amigos tan cerca que me dan un toque de atención y me dicen: "Eh, ¡que echo de menos tus palabras!"… y que al final, es lo mismo que te digan: te echo de menos a ti. 

-DetallesConectados-

jueves, 23 de marzo de 2017

Pequeño, desconfiado y sensible

Puede que sean pocos los que se hayan atrevido a luchar contra la soledad del volver a empezar. En esta vida hay que aprender a despedirse. Despedirse de lugares, personas y emociones. Incluso, de tus propias emociones.
Siempre he creído que existe un componente mágico en ese renacer. Que el corazón hay que preservarlo para que no acabe salpicando de barro todos los rincones del alma. Hay que asumirlo tal y como es, como lo han hecho: pequeño, desconfiado, sensible. 
Que a veces no puede exponerse. Que necesita espacios seguros. Que no se te quede descolocado. Que pide que lo conozcan, que lo acepten, que se arriesguen al desconcierto en las primeras veces que lo acaricien. Que no lo cuestionen. Que no pierdan la paciencia. Que el deseo del comienzo no se haga pedazos en el primer asalto. Que no sea demasiado tarde cuando pongas límites. Que lo respeten, con y sin red. Aunque sea la primera y la última vez que paseen por él. 

-Anónimo-

miércoles, 22 de marzo de 2017

Tu sonrisa

No hay mejor antídoto para la tristeza que un día de amigas, ellas te comprenderán y sabrán sacar lo mejor de ti...
"Tu sonrisa".

-Al caer el sol-

lunes, 20 de marzo de 2017

Primavera

Empieza la época de azoteas. De cambiar las zapatillas de estar por casa por las chanclas. Se disparan las ventas en Mercadona de cuchillas y camomila. 
Parece ser que el mejor sitio en el que se puede estar es en una terraza aliviando el calor con una buena cerveza fresquita. 
Vamos metiendo los abrigos en bolsas al fondo del armario y los gimnasios se colapsan para cumplir con la operación bikini. 
Ya sólo queda lo mejor por llegar. 

-Dime tú cómo lo ves-

domingo, 19 de marzo de 2017

Mi persona favorita


Siempre fuiste y seguirás siendo mi persona favorita.

Te echo de menos... todos los días.

-DetallesConectados-

sábado, 18 de marzo de 2017

Cómo hemos crecido

Amiga, cómo hemos crecido…
Hace tiempo que no nos vemos. No sabría decir cuánto con exactitud, pero no recuerdo con demasiada nitidez cuando fue la última vez que compartimos un par de cañas, un par de anécdotas y doble ración de risas. Probablemente porque acabamos borrachas.
No tengo muy claro qué está haciendo ahora, con quién estará, ni si ha hecho reír o llorar a alguien últimamente. Probablemente llorar de risa, es muy de eso. Tampoco estoy muy segura si tiene la más mínima idea de dónde estoy yo. No me importa. Hablamos alguna que otra vez, a menudo normalmente, y otras no tan frecuentemente como me gustaría. Nos contamos los días que nos quedan y lo que nos ha quedado por vivir junto a la otra. Nos resumimos nuestras últimas hazañas en un par de renglones desordenados, como nuestras vidas. Me comenta tonterías en mis fotos. En las suyas, sonríe. Puede que en más de una con sonrisa forzada, pero en las demás se ve ese hoyuelo que caracteriza su risa floja. Ella está bien. Y no sabe cuánto me alegro
Tampoco tengo del todo claro cuándo nos volveremos a ver. De hecho, lo veo bastante oscuro, por eso de la distancia, que no pesa hasta que las noticias por escrito pierden su significado. Que tú quieres ver sus mil caras. Y pensar que hace unos años no me la despegaba de encima. Y ahora le da por irse a estudiar o trabajar allí donde los kilómetros en tren se cuentan por las hojas de los libros que te comes con los ojos. O los kilómetros en avión que se cuentan en proporción de lo que te duele el cuello y el bolsillo después del viaje, pero bueno, digamos que merece la pena. Y, digamos, que lo volverías a hacer un millón de veces. 
Pese a todo, alguna que otra vez nuestros caminos se juntan por casualidad, o porque le hemos hecho cosquillas al destino y ha dado el brazo a torcer. Y nos volvemos a encontrar, días, semanas, meses, ¿años? No, años no. Pero sí, nos volvemos a encontrar tiempo después. La veo llegar de lejos, y se me escapa una risa tonta recordando tantos y tantos momentos en los que compartimos ridículo y anécdotas. Más ridículo que otra cosa. Cuando aún teníamos los planes de futuro muy claros, y ahora se nos distorsionan con las dudas y los años.
Nos abrazamos, como si fuera ayer cuando nos despedíamos después de clase. Charlamos, nos ponemos al día sin iconos de por medio, ni signos de exclamación. Bastan nuestras caras para expresar todos los momentos que hemos vivido la una sin la otra, todo lo que ella se ha perdido y lo que me he perdido de ella. 
Y me pongo a pensar, y se me escapa un suspiro de esos que agita el pecho. Me atrevería a decir que se me empañan los ojos. Que hemos crecido, a un ritmo vertiginoso, que somos las de siempre pero nunca nos he visto así, porque… sí, hemos crecido. Que ya no somos unas crías, y se nos nota en la voz, en la fuerza de nuestras palabras y el temblor de mis manos sobre el teclado. Que hemos crecido, y nos hemos dado con la vida de bruces, y todos nuestros planes de futuro son el hoy, el ahora. Que ya no tenemos esas preocupaciones tontas, que por entonces nos robaban el sueño. Que ahora son otros cuadros los que decoran nuestras vidas, con trazados más serios, más contundentes. Que, quién sabe, cuál será la próxima noticia que nos demos la próxima vez que nos veamos. Que… 
Amiga, cómo hemos crecido. Y no quisiera yo salpicar estas palabras de melancolía. Porque estas letras son para ti, para esa amiga que por mucho que pase el tiempo, siempre está y estará ahí. Por esa amiga con la que puedes contar no importan los kilómetros, con la que te puedes reír o llorar aunque haga meses que no la ves. 

-Compartiendo Macarrones-

Y es que, como muchas veces, las palabras me trasladan a otro tiempo y me acercan el recuerdo de quien llevo siempre conmigo...
Isa, Marta, Piqui... "Cómo me gusta saber que estás ahí, y que tú sepas que estoy aquí... Pese a los días, semanas o meses sin hablar.... Cómo me encanta que el destino nos una en lugares insospechados y cómo me gustaría que en realidad nos viésemos más!! Pero así nos ha mantenido la vida: unidas ante el recuerdo de lo que fuimos, y con ganas de más por la ilusión de lo que seremos!!!"

viernes, 17 de marzo de 2017

Los Seres Que Me Llenan

[...] Somos gilis por tocar más un teléfono que a quien sea que tengamos cerca. Con lo que mola achuchar y tocar, por favor. Si nos achucháramos más habría menos problemas. Pero nos pasamos todo el día por ahí haciendo el idiota sin dar abrazos ni meter mano, hombre ya. Si el tiempo que perdemos contando lo que hacemos lo ahorráramos adelantando trabajo o estudiando, ganaríamos un montón para hacer lo que luego decimos que no podemos hacer por falta de él. Esa birra. Esa peli. Ese gimnasio (risa fuerte). Ese morreo. Ese café con esa amiga a la que ya le deben haber salido canas desde que le dijiste que la llamarías. Y tal. Nunca falta tiempo para lo que de verdad se quiere. Solo hay que quererlo de verdad, claro.
Por eso mismo, amplía el término gilipollas no solo a la tontería influencer de nuestra generación y no guardes minutos para quien no los tiene para ti. No esperes nada de nadie porque nadie te debe nada. Tus películas mentales no cuentan como contrato de lealtad. No hagas el tonto guardando ausencias, haciendo de menos tu existencia, creyéndote menos por esperar más, por soñar más, por sentir más. Y bloquea, borra, rompe, corta lazos, elimina de tu vida aquello que sobre, personas que no te hacen bien, gente que te hace daño a sabiendas y sin saber. Quien duele, no quiere. 
Así que no seas gilipollas. No desperdicies el regalo que se te da con el presente que vives, con la gente que de verdad te quiere, con los momentos impagables que morirán enseguida si no los disfrutas en condiciones. Aparta lo malo, encierra lo bueno y sueña con lo mejor. Y sobre todo, hazlo por ti, no por nadie. Siente cada poro de tu piel erizarse, huele esa flor como si fuera tu último día en el planeta, abraza como si te fueras a quedar sin brazos al día siguiente y da muchos besos, aunque sea al aire. Guárdalo. Compártelo con quien te llama cuando ni tú te soportas, cuando llevas el pijama feo, cuando estás cabreada con el mundo. Compártelo con quien no te juzgue por lo que pareces ser sino con quien simplemente te quiera por quien eres. 
Porque te haces de querer, ¿sabes? No te hace falta querer ser guay para serlo. Quédate esto. Y sé feliz por ti, para ti y porque hay personas que lo darían todo por verte sonreír. 

-La chica de los jueves-


jueves, 16 de marzo de 2017

Ellas

Siempre recordamos lo que nos da vida.
Muchas veces necesitamos soledad, sin darnos cuenta que en la oscuridad aguarda luz. Luz blanca, idílica.
Una montaña a nuestras espaldas, que respalda tus miedos, tus inseguridades. Un escuadrón suicida, cómo no, que mata, arrebata, por ti, y por todas sus compañeras. Que no te abandonan aún sabiendo que podamos perder, porque, perdiendo, también se aprende.
Que te resguardan de las tormentas eléctricas, de tormentas de arena, incluso entrándoles en los ojos, a ciegas.
Cómplices de una misma batalla, y de mil más, que ni alcanzo a contar...
Recordamos lo que nos da vida, cuando sin esperar nada, recibes. Recibes cariño, respeto, lealtad, equilibrio. Calma.
Hay personas que te salvan. Hablo de un clan, un clan donde hay pecados compartidos, luchas, Apocalipsis. Hablo de esas personas por las que derramarías sangre y lágrimas. 
Ellas, que sufren tus miedos, los comparten y combaten. Ellas, que se ven en tu piel, en los momentos más efímeros, los más dolorosos, los más acertados.
Ellas, a las que llamas hogar, las que te dan calor, ellas que te quieren, esas, que sí, te dan vida.

-Andrea Rodríguez Suárez-

miércoles, 15 de marzo de 2017

Susceptible

Y, al final, llegas a la conclusión de que todo es susceptible de cambios, especialmente la idea de no volver a recorrer un camino por el que ya habías pasado.
¿Quién sabe si más adelante no encontrarás un cartel que te señale en aquella dirección? Y es posible que regreses allí, quizá para dar un par de pasos más y abandonarlo de nuevo o quizás esta vez para llegar hasta el final con la mejor de las compañías…
Lo que está claro es que no lo sabrás si ignoras las señales y te niegas la oportunidad de comprobarlo por ti mismo.

-Te lo dije cantando-

martes, 14 de marzo de 2017

Querida desconocida:

Me gustaría que supieras una cosa acerca de la vida: que sólo hay una. Y por eso mismo te escribo estas palabras, para que siempre intentes ser la mejor versión de ti misma. Cambia, pero siempre a mejor, siempre a crecer como persona. Que no hay ningún problema que no se pueda solucionar. Que tenemos que conformarnos con lo que tenemos, porque no podemos ser perfectos, de hecho, ser imperfecta es lo que te hace original, te hace ser tu misma.
Ni podemos tenerlo todo ni podemos controlarlo todo. El tiempo pasa, y no podemos desaprovecharlo, no podemos desperdiciarlo. Tenemos que aprender a vivir de la mejor manera posible, y eso sólo se consigue buscando la felicidad.
Y, te preguntarás que dónde la puedes encontrar. Que muchas veces te sientes perdida, te sientes en un túnel sin salida del que no puedes escapar, te sientes incomprendida, te sientes sola. 
Pues bien, es en ese momento en el que quiero que cojas un papel y un boli y apuntes todo aquello que te hace sonreír, todo aquello que te hace bien. Tanto las personas, como aquella canción que te hace bailar, o el olor que desprende el mar cuando llegas a la playa. Quiero que lo hagas porque quiero que recuerdes que tienes los suficientes motivos para ser feliz. Que la vida no es fácil, y que si nos pone obstáculos es para hacernos aún más grandes de lo que somos. Para recordarnos a nosotros mismos que sí se puede, y que podemos conseguir todo lo que nos propongamos.
Así que con esto sólo quiero que sepas que la vida está llena de curvas y que, aunque te marees a veces, o quieras abandonar la carretera porque te da miedo seguir hacia delante, recuerda que siempre tendrás mi apoyo incondicional y que siempre intentaré ayudarte para que esa carretera se vuelva más recta.

-Dime tú cómo lo ves-

lunes, 13 de marzo de 2017

La chica fuerte no existe

¿Qué es coraza?
Esa maldita manía de no dejar escapar ni una sola lágrima, de sentirte débil y tener que aparentar ser fuerte. Es saber digerir la rabia sólo apretando los dientes, sonreír y decir que nada duele. Es estar hecha una mierda y trabajar duro para que nadie se dé cuenta, evitar preguntas que delaten, no querer ni pretender que nadie te entienda. Es tener miedo a que te hieran.
…Y lo peor de todo es que muchas noches lloras, como la que más, y lo haces sola, por tonta y cabezona. Sabes que estás vendiendo una imagen que no eres, que intentas exteriorizar pero no puedes, que saben mucho más de lo que piensas aquellos que te quieren. Y aún así te tapas la cara, te escondes y tiemblas. Sólo quieres evaporarte, y no quieres que nadie te vea.
Eres consciente de que tu inconsciente busca desesperado un abrazo cómplice, alguien que te mime, pero no te dejas, evitas y tienes mucho miedo a que te abracen. Sabes de sobra que la coraza no es piedra y que si alguien se lo propone la rompe y la quiebra, y es justamente lo que no quieres, que nada ni nadie la quiebre, que nada ni nadie te rompa. Pero no sabes que saben que detrás de esa coraza la chica fuerte no existe.

-La pequeña testaruda-

domingo, 12 de marzo de 2017

Estar y ser

Con cuántas personas estamos y, sin embargo, con qué pocas somos.
Existe un porcentaje mínimo de personas que saben estar y ser a tu lado, que saben quedarse, darte la mano cuando no la pides y hacerte mejor persona. Que saben seguir a tu lado cuando todo el mundo se ha ido, incluso cuando tienen otra cosa que hacer.
Y después hay otras que están pero que no son. Que se quedan cuando quieren, no cuando lo necesitas. Que vuelven cuando les apetece, un día cualquiera, después de un tiempo sin aparecer. Personas que vienen y van, pero que nunca se quedan.
Y al final, se produce una balanza, en la que en un lado están los que llegan tarde para quedarse y, en otro, los que llegan pronto para irse. Y entonces te das cuenta de qué lado vale más, y decides quedarte con quien sabe estar pero, sobre todo, ser. Sin motivos y sin excusas.
Y al final, aprendes a no aceptar el ‘cuídate’ de nadie que no vaya a quedarse para ver si lo haces.

-Carlos Miguel Cortés y Un rincón maravilloso-

sábado, 11 de marzo de 2017

Suerte

He tenido la suerte de querer con toda el alma, de desquerer con honores, de abrazar a quienes me quieren. He tenido la suerte de no tirar la toalla cuando de conseguir un sueño se trata, de conocer mis límites a base de superarme, de aprender que abandonar una partida en el momento justo también puede convertirme en ganadora.
He tenido la suerte de amar y ser correspondida, de disfrutar de cada instante compartido, de que ese amor se acabara cuando ya no funcionaba, y de asumir, al fin, que debo abrir las puertas de mi vida a nuevos sentimientos. He tenido la suerte de dedicarle horas de trabajo y esfuerzo a lo que me gusta, de llorar por desesperación y de encontrar en cada lágrima una mano amiga que confía en mí.
He tenido la suerte de dejar atrás relaciones tóxicas para la salud del alma, de encontrar otras más alegres, de mirar al pasado con la perspectiva que sólo el tiempo nos ofrece y de aceptar que gracias a él soy lo que soy. He tenido la suerte de sentirme querida, de entregar besos absolutamente deseados y de llorar de la risa por una experiencia que un día me hizo llorar.
He tenido la suerte de atreverme a pedir ayuda cuando la necesitaba y de encontrarla, de ayudar a otros, de equivocarme muchas veces y de pedir perdón otras tantas. He tenido la suerte de no gustar a todo el mundo, de respetar el criterio ajeno, de gritar para liberarme y perdonar en silencio.
He tenido y tengo la suerte de estar viva y de ser consciente de lo afortunada que soy por cada experiencia, por cada olor, por cada beso y por cada baile. He tenido la suerte de no creer en la suerte, de creer en la constancia, en la bondad y en las circunstancias.
He tenido la suerte de dejar de creer en el azar y empezar a creer en mí misma. 

-La mirada de Julita-

viernes, 10 de marzo de 2017

Love Actually

[...]
Love Actually. Quién narices sabe lo que es el amor en realidad. O cuál es la manera correcta de querer. O cuándo decidir ya no hacerlo. O en qué momento dar un paso o quedarte quieto. Lo cierto es que nadie tiene respuestas. Por eso muchos leen. Por eso muchos escribimos. Para encontrar entre letras motivos, razones o consuelo. Para no sentirnos solos, básicamente. Fastidia reconocer ese miedo, pero es mucho peor mantenerlo oculto que expresarlo. [...]
Quién dicta qué es amor y qué no. [...]
Love Actually eres tú. Tus neuras. Tus risas. Tus chorradas de adolescente un tanto viejuna ya. Tus secretos, tus pantallazos, tus cuelgues inconfesables, tus conversaciones de horas con gente que aun estando lejos, sientes muy cerca. El amor no es solo cosa de Cupidos gilipollas, ni cajas de bombones, ni de manos cogidas, ni de bailes pegados. El amor… quién dice qué abarca y quién no. Quién nos dice cómo sentirlo y a quién dedicárselo en exclusiva porque nos da la gana hacerlo así.
Quién va a decirte cómo tienes que sentir.
O de quién enamorarte.
[...]

-La chica de los jueves-

jueves, 9 de marzo de 2017

Te aseguro

Te aseguro que el tiempo pasa volando, que a veces es fácil que la nostalgia se apodere de nosotros, pero que si supimos aprovecharlo no habrá nada de qué lamentarse. Te aseguro que tenemos memoria selectiva, que en nosotros está quedarnos con lo bueno y olvidar lo malo, sólo tenemos que querer. Te aseguro que las oportunidades pasan y que, si no sabemos aprovecharlas, tendremos más ocasiones de intentarlo, pero que la cosa no está como para desperdiciar…

-Te lo dije cantando-

miércoles, 8 de marzo de 2017

Desconocida

A ti, desconocida. A ti, que sonríes sin cámara oculta, que te has enamorado de la vida. Pero no de la de nadie, sino de la tuya. A ti, que te levantas cada mañana con ganas de comerte el mundo. Aun a riesgo de morder el polvo.
Porque ya no hay silencios, y podrías ser la canción más bella jamás compuesta. Porque estás preciosa cantando bajo la ducha, en chándal, en vaqueros o con unos tacones y un escote tan altos y tan bajo como te dé la real gana. Qué más da.
A ti. Porque amas con el corazón abierto y el miedo olvidado, y las heridas te han hecho más fuerte. Dale brillo siempre a tus cicatrices, y lúcelas. Ellas serán los tatuajes preferidos de quien sea capaz de encontrarlos.
Sin tantos naufragios no te reirías como te ríes, llorarías con tanta pasión ni podrías rodearte de tantas vidas con tanta magia alrededor.


Porque no necesitas perseguir la felicidad. Es ella la que te persigue. Déjala que te alcance, que se llenen de sonrisas todos los lunares de tu espalda. Que te mire a los ojos y siempre los encuentre dispuestos a enamorar.
A ti, la princesa con alma de soldado. A ti, la guerrera invencible, incansable, dispuesta a defender cualquier injusticia, y capaz de acariciar y dar cobijo a otro corazón que merezca tu latido.
A ti, y a tus ojos. Sé que lloras algunas noches. Sé que lloras, que lloras por los sueños que no pudiste cumplir, por los abrazos que ya no podrás dar, por las palabras que se han quedado a vivir dentro de ti y que ya no puedes decir.
Porque eres bonita hasta en esas lunas. Porque cuando llores, en algún momento, llegará alguien que te pinte carcajadas en los ojos y te borre el miedo sin corrector de fracasos.
Porque no hay guerras cuando hablamos de un sólo bando, pero el mundo aún no se ha dado cuenta de que tu bandera es blanca.
A ti, y a tu forma de amar. Ojalá jamás te digas que no, sabiendo que el primer amor, es el tuyo propio.

-M&I, de Contra Las Cuerdas blog-

Corazones


Sabes lo que es la amistad cuando entiendes que un corazón cabe dentro de otro. 

-Sara Búho-

martes, 7 de marzo de 2017

Es con quién...

Hay personas con las que puedes sentarte en un bordillo y ser la persona más feliz del mundo. Nunca es dónde, siempre es con quién.


-Anónimo-

lunes, 6 de marzo de 2017

Una lágrima

¿Qué es una lágrima? Podría dar la fórmula química de la lágrima. Pero sería una tontería. Todos sabemos que la lágrima a veces es una pregunta. A veces es una respuesta. Pero siempre es un mensaje... siempre es una mano que se tiende, suplicante y abierta, en busca de otra mano que la estreche. Y nace lejos de los ojos.
¿Qué es una lágrima?
Una lágrima es, un poco, decir adiós a lo que los ojos vieron antes de la lágrima. Porque las imágenes anteriores ya no serán las mismas.
Nada es igual después de una lágrima.

-P. Bird-

domingo, 5 de marzo de 2017

Femme Fatale

Sí, soy de la generación de las mujeres decididas. La generación de las mujeres que tenemos claro qué queremos en nuestra vida y qué no. De las que por más golpes que nos den seguimos adelante y nada nos tumba. Porque estamos más guapas cuando somos fuertes. Y ¿por qué no? De las que hacemos lo que nos da la gana y con quien nos da la gana. Porque no queremos complicaciones ni las buscamos.
Soy de las que prefieren estar sola que estar con cualquiera. De las que no prometen porque no quiero ser esperada.
Soy de las que se ríen como si fuera una foca luchando por respirar, a pulmón abierto y dando golpes (la finura no es mi punto fuerte). No doy las cosas por hecho. Soy de las que responden un “ya veremos” para hacerme la interesante pero me apunto hasta para atracar un banco.
Soy de las que hacen el payaso sin importarme una mierda lo que piensen, pero a la vez puedo mostrarte mi lado más seductor en plena faena.
Soy de la generación “tía-tío”, sí, de las que no se acuestan con cualquiera pero cuando lo hacen deja claro que es un polvo y no va a ir a más. Evito cualquier situación romántica porque, después de todo, no creo en las relaciones, creo en el compañero de vida.
Por eso, si te vas a adentrar en la aventura de conquistarme, ponte las zapatillas y corre. Corre porque de momento no me voy a parar por nadie. Porque no queremos que nadie nos dome, sino que corran tan salvajemente como nosotras.
Bendita será la persona que aguante mi carácter y mi forma de ser. Difícil lo veo. Una mujer segura es la mayor inseguridad de un hombre.
Así que, alzo mi caña, y como una vez leí en un bar: “el amor puede esperar pero la cerveza no que se calienta”; y brindo por las que están como quieren, con quién quieren y viven como quieren.

-Srta. Maravilla-

sábado, 4 de marzo de 2017

Cuentos

No me cuentes cuentos. Que ya me los sé, que yo también los he contado.
Vivo en el país de las maravillas y aquí no cabe una caperucita roja más. 
El lobo feroz se ha cansado de capas que destiñen y ya no busca bellas durmientes a las que despertar. 
Mi hada madrina se llama tiempo y aunque todavía no me ha concedido todos mis deseos, me ha enseñado un truco que siempre funciona: intentar ser feliz. Te invito a probarlo, está en la página que nunca leerás si no eres capaz de entender lo que es importante en la vida. 
No me cuentes cuentos, que yo ya tengo mi pócima secreta. Se llama saber lo que no quiero y tiene un valor incalculable. Es como cuando te preguntan qué quieres cenar y no te decides entra la pizza y el pato a la naranja, pero tienes meridianamente claro que no quieres brócoli.
Es muy simple: lo que puedes querer está en parte condicionado por el futuro, lo que no quieres es un producto fiable de tu pasado. Lo de fiable no lo digo yo, sino esa cicatriz que me va de los ojos al corazón pasando por mi orgullo propio. Lección aprendida, a un gato no le pegan dos veces en el mismo sitio. 
No me cuentes cuentos, que los zapatos de cristal se acaban rompiendo y hace mucho que no vuelvo a casa antes de las doce. Soy más de noches en la espalda de quien sabe entender que me van los vuelos sin motor y de sonrisas con dientes apretados para los que intentan cortarme las alas. Y vuelo, alto, siempre. Las calabazas para quien las quiera. 
¿Te sabes ese del patito feo que se convirtió en dragón porque los cisnes tampoco le entendían? Es mi favorito. Manojo de flores que ha sobrevivido a mil inviernos sin morirse por nadie, para conquistar mi mundo hace falta poco ruido y muchas nueces. 
Puede que no lo entiendas, pero al otro lado del muro hay gatos de tejado que no duermen en sofás. Un gin tonic, por favor, que mis caídas siempre son libres pero nunca me olvido de poner los pies. 
Cigarros de después que no se quieren acabar, no te imaginas cuántas letras se me han quemado entre los labios escuchando historias que no eran verdad. 
No me cuentes más cuentos, que Pinocho ya no tiene a quien mentir.

-El cajón de Gatsby-

viernes, 3 de marzo de 2017

Tipos de personas

Hay tres tipos de personas que conocerás a lo largo de tu vida.
El primer tipo solamente mirará el índice de quién eres y saltará directamente a las partes de ti que más le interesen.
El segundo tipo se molestará en leer todos y cada uno de tus capítulos y quizás doblará alguna de tus páginas que más le inspire. Conocerás a gente que encaja en uno de estos dos tipos, seguro.
Pero será el tercer tipo el que nunca veas venir. Y ese tipo será la única persona que, no solo acabará tus frases, sino que también se quedará con tu libro.

-Anónimo-

jueves, 2 de marzo de 2017

Otra mirada

De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver lo que tú no ves, que te enseñe a mirar con otros ojos.

-Radiografía de un corazón de origami-

miércoles, 1 de marzo de 2017

Es algo más que kilómetros

Que la distancia se compone de kilómetros es algo obvio, una verdad indiscutible, un hecho objetivo e irrefutable. Pero a mí me gusta pensar que está conformada por infinitas cosas más, tantas como las que comparten las personas que separa.
La distancia es a veces circunstancial y otras, permanente; es nostalgia, pero también alegría pensando en el reencuentro; es no acomodarse, demostrar a los que nos importan que, aunque estén lejos, siguen presentes en nuestro día a día; es una forma diferente de conocerse, porque a veces las distancias cortas están sobrevaloradas, porque poner tierra de por medio nos demuestra hasta qué, hasta cuándo, estamos dispuestos.
La distancia es sentirse afortunado por vivir en la era de la comunicación, siendo consciente de lo sencillo que lo tenemos ahora y lo complicado que lo tuvieron en otra época, pero dando a cada palabra y a cada gesto, su verdadero valor. La distancia es mandar y recibir postales, reconocer estados de ánimo según el trazo de las letras. La distancia es compartir lo que nos preocupa con quien siempre lo hemos hecho, no importa si hay centímetros de por medio o un teléfono, lo que realmente necesitamos es que nos llegue su voz, contar con sus palabras, con sus consejos. 
La distancia es escuchar un canción y pensar en esa persona, es leer un texto y enviárselo a alguien, es recordar y, sobre todo, hacerlo saber. La distancia es ser valiente, soltar amarras y atreverse, abandonar una parte de nuestra vida y salir a por la siguiente etapa; es aumentar la seguridad en ti mismo y también en los que dejaste atrás, teniendo la certeza de que siempre estarán y, si no es así, es que realmente entraron en tu vida para salir tiempo después.
La distancia es una despedida que se acaba transformando en abrazos de bienvenida con el paso de los días, semanas, meses o incluso años; es pensárselo dos veces y, aun sin tenerlo claro, tirar hacia adelante. La distancia es soñar exactamente lo mismo que otra persona que se encuentra en la otra parte del mundo, es alegrarte por los logros de quien quieres esté donde esté, es tener la capacidad -a veces- para estar con la cabeza en un sitio y con el corazón en otro. 
La distancia es, en definitiva, sumar esfuerzos por no dejar que lo que os unió se esfume. 

-Te lo dije cantando-

Todo lo que leo y plasmo en el blog (o que yo misma creo) tiene una razón de ser. Esas frases me dicen algo, me recuerdan a alguien o me hacen viajar a algún momento.
Pero no hay muchas palabras que me hayan hecho sentir tan reflejada como éstas. Es difícil explicar a los que quiero todo lo que siento o lo que pienso cuando estoy a kilómetros de distancia. Y es que a pesar de esa lejanía intento con todas mis fuerzas hacerme sentir cerca, pues muchas veces, es donde querría estar realmente... más cerca de ti... de vosotros.