sábado, 31 de marzo de 2018

Tengo una teoría

Envejecer es darse cuenta de que la vida es muy corta como para esperar a alguien que no sabe lo que quiere.
Envejecer es darse cuenta de que la vida es muy corta como para esperar a alguien que no sabe lo que quiere. Es sentir el amor de una manera diferente, más tranquilo, más pausado, con respeto, queriéndonos a nosotros mismos y dándonos cuenta de que se debe querer bonito. Es poder decir "Te quiero" y sentir la madurez de esa palabra.
Envejecer es un privilegio que nos regala la vida y que debemos agradecer. Es mirar hacia atrás y ver el camino que hemos realizado, darte cuenta que algunos amigos siguen aquí a nuestro lado, sujetando nuestra mano y esos son los amigos que suman. 
Es dedicarle tiempo a lo que te gusta y aprender a vivir con lo que te molesta. Es encontrar tu esencia, buscar la esencia de las personas que te rodean y quedarte con lo que encienda tu corazón.
Envejecer es saber aprender a perdonar sin rencor, sin sentir dolor y dándote cuenta que algunas veces es más difícil perdonarte a ti mismo, que a los demás. Es querer a los que te quieren y regalar tu tiempo a los que deciden compartirlo contigo. 
Es darse cuenta que algunos libros cuentan historias más aburridas que nuestra vida, y que nos sobran los cuentos y los cuentistas.
Es darse cuenta que el talento no sirve de nada sin trabajarlo cada día, sin creer en ti, sin tener seguridad en ti mismo. 
Envejecer es enamorarte cada día de tu definición, de cada arruga que te ha salido, de cada surco, de cada estría y cada cicatriz... porque cada una de ellas cuenta la historia de tu vida. 
Es querer seguir viviendo, querer seguir conociendo mundo, dándonos cuenta que necesitamos menos mochila para viajar, sabiendo que algunas veces es necesario soltar lastre para poder seguir creciendo. 
Envejecer es tener el orgullo de darse cuenta de que algunos sueños ya los hemos cumplido y que aún tenemos tiempo de seguir soñando. Es saber renunciar a los que no cumplimos y sonreír con ello. Es saber que algunas veces se gana, otras se pierde, pero siempre se aprende. Es tener valor muy por encima de nuestras posibilidades. 
Es seguir teniendo conversaciones a las tres de la mañana de cómo solucionar este mundo, mientras te tomas una cerveza. Envejecer es ganar experiencia, es saber disfrutar de cada año como si fuera el último. Es saber que algunas veces en un "Gracias", va implícito un "Te quiero". Que algunas caricias te roban un suspiro y se llevan consigo una parte de tu corazón. 
No es decir "me hago mayor", es pensar que soy un poco más sabio que ayer y menos tonto que mañana. Es pensar que ya no quiero vivir historias a medias. 

Es darse cuenta que no puedes dejar para mañana lo que deberías estar haciendo hoy.
Ahora.

-Ciudadano114-

viernes, 30 de marzo de 2018

Valorar

Hay que llegar, deshacer con calma la maleta, prender una vela y un incienso. 
Quitarse el sostén, lavarse bien la cara, ponerse el pijama y las zapatillas. 
Hay que oler el suavizante con los ojos cerrados antes de poner la lavadora, cocinar lentamente. 
Hay que dormir sin despertador, tardar otra hora en salir de la cama. Dedicarle tiempo a los besos.
Hay que adelantar con el libro de la mesita de noche.
[...]
Hay que quedarse embobada frente a la chimenea mientras esperas el calor. Seguir el baile del fuego también es meditar.
Hay que ver películas y series sin parar. 
Hay que comer entre amigos y alargar la sobremesa cuanto se pueda. Arreglar un poco el mundo. 
Hay que desconectar para conectar.
Hay que perder el tiempo, porque perderlo es ganarlo, porque eso también es la vida, porque eso es sobretodo la vida. Porque si no el resto sería insoportable.
Y últimamente tengo tan pocos días de éstos que, cuando los pillo, no sabéis lo mucho que los valoro... 

- Rozalen-

martes, 27 de marzo de 2018

Objetos perdidos

No sé vosotros, pero yo, experta en objetos perdidos donde las haya, he aprendido algo de todas las gomas de pelo y las horquillas que no encuentro. Y de todos los amores. Y de todas las personas. Y de todos los momentos que perdí.
He aprendido que todo es susceptible de perderse, pero también de encontrarse. He aprendido que pocas cosas hay imprescindibles en esta vida, salvo lo realmente imprescindible. He aprendido que cuando una no quiere perder, hay que proteger y cuidar lo que se quiere. Porque de nada vale luego lamentarse. De nada vale luego nada.
Y también, sé ahora, que a pesar de todo, una de las peores cosas que hay es perderse uno mismo. Esa sensación de no conocer el camino. Ese temblor que se siente cuando uno se siente desprotegido y sin calor. La ansiedad de no tener las llaves de tu vida.
Pero también sé que sólo en ese momento, sólo en ese instante de confusión en medio de la nada, es justo cuando consigues encontrarte."

-La chica de los jueves-

domingo, 25 de marzo de 2018

No pierdo la esperanza

¿Sabes? No pierdo la esperanza.
Hace un tiempo me di cuenta que, si me rindo, habré perdido del todo, y entonces ya no habrá nada más que hacer, se irán los sueños por la borda y me quedaré medio vacía. Y eso, seguramente, te deja hecho polvo.
Por eso no dejo de ponerle ganas, no pienso dejar de esforzarme en lo que me gusta, ponerle pasión e ilusión, sonrisas y un puñado de sudor y lágrimas, porque sé que, tarde o temprano, lo conseguiré. Porque sé que ahí fuera está mi recompensa, sólo que se está haciendo de rogar.
Y no pienso rendirme. No. Tampoco me voy a quedar de brazos cruzados, esperando a que aparezca así, sin más. Porque seguramente me muera del asco. Voy a ir a por todas, voy a dar lo mejor de mí en todo lo que haga y voy a luchar por lo que quiero. Porque los sueños, si no los agarras bien fuerte, se escapan, y a veces vuelan tan lejos que ni vuelven. Y yo no quiero que eso pase.
Yo quiero soñar e ir a por cada sueño, sin parar, hasta que se cumpla.

-Un rincón maravilloso-

sábado, 24 de marzo de 2018

Elvira

Suerte es tener amigas que me hacen feliz con detalles únicos, que me brindan la posibilidad de cumplir pequeños deseos.
Suerte es poder conocer en persona a quien me ayudó, ni cuando yo misma me encontraba, sólo con sus letras.
Y suerte es el conocer las palabras de otra poeta que me han transportado hasta mi Lisboa y todo lo que me regaló.
Al final, el universo, de alguna manera, acaba estando interconectado.
Os dejo uno de esos poemas que escuchaba de la voz de su autora el otro día mientras me teletransportaba, mientras me acordaba de algunos amigos que me han acompañado en ese viaje portugués, mientras sentía que me siguen sosteniendo la mano... y la vida.

-DetallesConectados-


Hemos sido dos
personas
entrelazando manos, pelo, corazón, tiempo y vida
soñando con los ojos abiertos,
conquistando un sofá con banderas de colores.

-Hubo alguien
que compartiendo mis días
los hizo suyos-.

Una ciudad entera se convirtió en nuestra huida,
o la hicimos así nosotras.
Digamos que se llamó Madrid,
y nos conoció en pleno despertar.
Yo huía del refugio de otra derrota,
de un mar en el que me empeñé en ahogarme
para olvidar el otoño más frío del mundo.
Ella, del primer y único amor,
de la obsesión del desengaño,
de la tristeza perpetua de los que amanecen
sabiendo demasiado de querer sin mesura. 

Nos hicimos un hueco entre nuestros escudos.
Paramos el mundo y nos regalamos tiempo.
Cada vez que me dispararon
allí estaba ella para recoger los restos.
Caminamos siguiendo la dirección
que llevaba la otra
y ninguna sabía cual era el rumbo.

Improvisamos.

Hemos sobrevivido;
a pesar de que su sangre no administra bien
tanta dulzura,
a pesar de que su pequeño corazón no puede
evitar acelerarse
cuando lo invade de emociones tan grandes
y la avisa componiendo melodías arrítmicas
-porque la música le ha incitado siempre a suicidar su tristeza-.
Sobrevivimos, a pesar de mí,
que no sé lidiar con los momentos
en que parece que se rompe;
mi chica triste
desbordada de felicidad.

Ella sola podría hacernos alcanzar la inmortalidad en una frase,
como ya hizo Cernuda;
yo también existo porque estaba escrito
que ella sería mi casa y viceversa.
-Si muero sin vivir siempre contigo no muero,
porque no vivo.-
Ella justifica mis poemas favoritos.

No puede saber a qué sabe la miel
y sin embargo la ha probado en todos sus éxitos.
Por eso el frío del invierno respeta sus pulmones.
Por eso respira como nadie las emociones
y expira palabras
que siempre calaron en mis tormentas.

Ella escribió que la distancia más grande
entre dos personas es un sueño imposible,
y así no hay quién pueda
sentirse lejos.

Podría definirnos de muchas maneras,
quizá
hayamos sido el cruce de dos historias;
cuatro ojos que parpadearon al mismo tiempo
y se miraron
y se vieron en la misma cosa,
dos latidos unísonos
que se entrelazaron un segundo cualquiera
y fueron familia.

Quizá,
hayamos sido dos ciudades en ruinas,
que se reconstruían a la vez
para ser capitales
de un mismo país. 

Ella nos descubrió las maneras
y desde entonces compartimos café descafeinado
y cafuné.
Descubrimos juntas la pleamar
en el sur.
Soñamos con hablar portugués
y el idioma la bautizó saudade.
Creímos con fervor en todo
lo que no existía,
y lo convertimos en verdad.
Nos confiamos nuestro lado más oscuro,
y conociéndonos realmente humanas
firmamos un pacto de sangre sobre nuestros defectos.

Yo creo en ella,

la he soñado con los ojos abiertos

y eso hemos sido

un sueño cumplido
y
una distancia imposible.

Dos personas,
la una en manos de la otra, sosteniéndonos la vida.

-Andrea Valbuena-

jueves, 22 de marzo de 2018

Has cambiado


Y te dirán que has cambiado.
Mientras tú, sonríes pensando que en realidad nunca te han conocido.

-Chiarasandra Trevisan-

miércoles, 21 de marzo de 2018

Sensaciones

Rebobinemos. Retrocedamos unos meses. Aunque tampoco demasiado...

Subía en aquel ascensor del hotel, un poco expectante, un poco a ciegas inclusive. Sin saber lo que me iba a encontrar, cómo serían, de qué hablaríamos, lo que les gustaba y lo que no, si serían personas simpáticas, si conectaríamos o por el contrario habría silencios incómodos propios del desconocimiento... Esas dudas que te surgen el día que conoces a alguien. Pero todas eran infundadas ya que se disiparon en cuanto pasaron apenas unas horas.
La química fue algo de otro mundo. Diferente, nuevo, real y hasta palpable. 
Desde ese día y hasta ahora sólo tengo palabras bonitas para ese crecimiento, para esa evolución. De un "Hola" de presentación individual a un "incondicionales" de las cinco guerreras. Un viaje inesperado, un torbellino de bonitas sensaciones. Qué maravilloso eso de presentar a dos amigas tuyas y que al final acaben siendo amigas entre ellas... y así hasta el hoy. 
Un viaje que no ha hecho más que empezar pero en el que hemos encontrado ya ese punto de equilibrio entre lo que nos hace similares y el respeto por lo que nos hace diferentes. Por eso, en el fondo, no quiero creer en eso de que hemos llegado tarde. Hay que entender que en la vida llegamos cuando tenemos que llegar, cuando es nuestro momento. 
Es difícil pensar que aquel día desembocaría en casi dos años de grandes y buenos momentos. Tantos, que aunque hayan existido algunos malos, el apoyo y la ayuda desinteresada han sido siempre absolutos desde el primer instante. 
Es difícil querer agradecer tantos y tantos momentos de estos meses vividos y no encontrar en muchas ocasiones las palabras para ello. Porque a veces me quedo pensando y dudo si seré merecedora de tanto. 
Es difícil imaginar en ese primer día que hoy estaría aquí, temblando aún de emoción, mientras leo una y otra vez esa pregunta de seis palabras que todavía resuena en mi cabeza. Porque la vida te sorprende a cada paso y nunca sabes cuándo vas (van) a crear(te) un recuerdo. Además hay algunos que se convierten en eternos y ese ya es uno de ellos. 
Dicen que cuando menos te lo esperas una buena persona llega a tu vida para mejorarlo todo. ¿Y si llegan varias? ¿Así de repente? ¿Y te cambian la vida? Dicen también que los trenes pasan sólo una vez... Puedo tener algunas discrepancias con la frase pero esta vez he cogido las maletas y me he subido al vagón con ellas en ese viaje de nuevas experiencias, de lecciones de vida y de descubrimiento. 
Mucho me enseñan a cada día que pasa. Tal vez, lo más importante, que las personas que más te quieren son esas, que sin decirlo, están a tu lado y lo demuestran sin esperar nada a cambio. 
Me quedo con la sensación de esos abrazos bien dados. Con el dolor de barriga que me producen unas buenas risas a su lado y esa capacidad de contagiarme su felicidad. Con las miradas cómplices que me dicen todo sin pronunciar una palabra. 
Me quedo con los cafés de confesiones, las cenas de levantar los ánimos, los brindis de celebraciones caseras y las conversaciones nocturnas que son el intento de resolver nuestras vidas. 
Me quedo con las salidas de bailes hasta no poder más, los #Madridnosmata en bucle, los viajes y planes #ensinduros porque necesitamos poco para disfrutar del momento, tan sólo necesitamos estar. 
Me quedo con las puestas de sol, con las cervezas en la terraza de un bar con los primeros rayos de primavera, con las canciones que me recuerdan a nosotras y a ellas. 
Me quedo con sus manos cómplices, con sus ojos bonitos llenos de cariño y con ese corazón gigante que tienen y que te ofrecen sin dudarlo un segundo. 
Me quedo con las del una para todas y todas para una, con las que van detrás de la que se tiró primero para salvarla aun sabiendo que nos podemos aostiar todas. 
Me quedo con aquellas que me permiten seguir soñando, aunque ya no sea una niña, y creen en mi. Con aquellas que me recuerdan que he sido y soy valiente, que viva y exprima el presente pero sin dejar de mirar hacia el futuro.
Me quedo con las que me provocan un huracán de sensaciones, que son huracanes de vida y me sacan una sonrisa sólo con su presencia. 
Me quedo con las que tengo. 
Me quedo con las que me hacen feliz. 
Me quedo con ellas, con mis locas, con mis genuinas, incondicionales y especiales. 
Con ellas, estemos donde estemos, me siento como en casa. 
Por tanto que me dan, no puedo estar más agradecida. 

-DetallesConectados-

martes, 20 de marzo de 2018

En busca de la felicidad

Dicen que los cuentos sirven para dormir a los niños y despertar a los adultos… ¿No os parece maravillosa esta afirmación? Así, sin más, los cuentos nos despiertan. Y lo hacen de la manera más inocente y sencilla que existe. Nos reflejan una realidad que a veces se nos escapa, una realidad que está ahí siempre mientras nosotros, torpes e ignorantes, nos empeñamos en difuminar entre atmósferas nubladas y borrosas que poco o nada nos enseñan y más bien nos alejan de lo que realmente importa.
Os escribo todo esto porque, hace unos días, me contaron uno, un cuento de los de verdad, de los que aleccionan, esos que son como una bofetada de verdad y autenticidad. 

Decía así…

Al principio de los tiempos, los dioses se reunieron para crear al hombre y a la mujer. Lo hicieron a su imagen y semejanza, pero uno de ellos dijo:
 
– Un momento, si vamos a crearlos a nuestra imagen y semejanza, van a tener un cuerpo igual al nuestro y una fuerza e inteligencia igual a la nuestra. Debemos pensar en algo que los diferencie de nosotros, de lo contrario estaremos creando nuevos dioses. 

Después de mucho pensar, uno de ellos dijo: 

– Ya sé, vamos a quitarles la felicidad. 

– Pero dónde vamos a esconderla. – Respondió otro. 

– Vamos a esconderla en la cima de la montaña más alta del mundo. 

– No creo que sea una buena idea, con su fuerza acabarán por encontrarla. 

– Entonces… podemos esconderla en el fondo del océano. 

– No, recuerda que les daremos inteligencia, con la cual, tarde o temprano construirán una máquina que pueda descender a las profundidades del océano. 

– ¿Por qué no la escondemos en otro planeta que no sea la tierra? 

– Tampoco creo que sea buena idea, porque llegará un día que desarrollarán una tecnología que les permita viajar a otros planetas. Entonces conseguirán la felicidad y serán iguales a nosotros. 

Uno de los dioses, que había permanecido en silencio todo el tiempo y había escuchado con interés las ideas propuestas por los demás dijo: 

– Creo saber el lugar perfecto para esconder la felicidad, donde nunca la encuentren. 
Todos le miraron asombrados y le preguntaron: 

– ¿Dónde? 

– La esconderemos dentro de ellos mismos, estarán tan ocupados buscándola fuera, que nunca la encontrarán. 

Todos estuvieron de acuerdo, y desde entonces el hombre se pasa la vida buscando la felicidad sin darse cuenta que la lleva consigo. 

************* 

Somos quejicas por naturaleza, flojitos, débiles… Sí, porque nos escondemos tras el muro de la tristeza y la pena eterna para justificarnos de todo. “No soy feliz por esto….”, “Esta persona no me deja ser feliz…” “Si tuviera esto otro sería más feliz…” ¿Os suena? 
Siempre he pensado que nuestra felicidad depende en un porcentaje bastante alto de nosotros. Es nuestra responsabilidad y deber cultivar los pequeños grandes momentos, hacer el esfuerzo consciente de sentirnos bien interiormente, ser agradecidos con la vida – algo que, desgraciadamente, no es tan fácil de encontrar -, aprender a decir no cuando toca, no tener miedo – o muy poquito -, sonreír un poco más – hay gente que es capaz de cualquier cosa cuando ve una sonrisa -, respirar, contemplar, escuchar, crecer, avanzar, no pisar, respetar… En definitiva, querernos más y juzgarnos menos. 
Porque no sé si la felicidad es más un estado emocional o de plenitud. Si responde a momentos puntuales o está con nosotros de manera permanente. Pero lo que sí tengo claro es que la puerta que nos conduce a ella está más cerca de lo que pensamos. Y mientras nos sigamos ocultando tras la máscara del “si yo tuviera… si yo fuera… si yo estuviera…”, algo que llaman vida, la nuestra, irá pasando de la mano del tiempo sin que podamos hacer nada para impedirlo, siendo siempre tarde para recuperar lo perdido. 

Por eso, ¿nos aplicamos el cuento? 

-La chica del quinto-

domingo, 18 de marzo de 2018

Tú me entiendes

Ha pasado mucho tiempo, pero es imposible olvidar cómo nos conocimos. Así, a simple vista, seguro que casi nadie daría un duro por nuestra amistad. Se nota que no saben cómo disfrutamos las cosas.
Tú me entiendes, incluso cuando parece que no lo hago ni yo. Sabes cuándo abrazarme, aunque yo te diga que no me pasa nada. Sabes cuándo necesito salir a tomar una copa, o cuando ya no debo tomar una más. Sabes todo de mí: cuándo me empieza a gustar alguien o cuándo alguien no me inspira. Y lo entendemos mirándonos a los ojos.
No permites que me atranque en casa los días de mierda. Me obligas a salir y no hay más que hablar. Te acompaño a conciertos que me importan una mierda porque sé que te hacen ilusión. Y los días que estamos lejos, me mandas mierdas al whatsapp. Y no me olvido, al contrario, tengo la sensación de que nos queremos todavía más.
Tus regalos no son los más caros, pero siempre consigues sorprenderme con lo más original.
Ha sido así, como las cosas más bonitas, poco a poco, dándonos cuenta de que somos inseparables, y de que algunas veces la familia se hace corta y se le añade alguien que no tiene la misma sangre, pero lo parece. Dos palabras: te quiero.

-Defreds-

sábado, 17 de marzo de 2018

Sonríe

Por muy dura que sea la vida, siempre habrá alguien a tu lado que hará todo lo posible para conseguir que sonrías. 

-La vida es bella-

viernes, 16 de marzo de 2018

Cerca de las vías

Yo he crecido cerca de las vías
y por eso sé,
que la tristeza y la alegría,
viajan en el mismo tren.

¿Quieres ver el mundo?
Mira, está debajo de tus pies.

-Fito-




miércoles, 14 de marzo de 2018

Pescaíto

Holly decía que había un cielo inmenso mas allá de todo lo que conocíamos, donde no hay maizales, ni recuerdos, ni tumbas. Y empecé a ver las cosas de una manera que me permitía abrazar al mundo, sin estar en él.

-Película: Desde mi cielo-


lunes, 12 de marzo de 2018

Será bonito...

Pisar el acelerador por vez primera, con la vista puesta en lo que está por venir, prestando poca atención al freno; escuchar los acordes que te anuncian que va a sonar tu canción, esa certeza de saber que te va a gustar lo que vas a escuchar; dar ese paso que dará lugar a otros, con los que acabarás haciendo camino; los nervios que vaticinan cambios, nadie te asegura que sean para mejor pero llevas la ilusión por bandera… Benditos comienzos.
Y es bonito ponerte en marcha cuando recibes tantos buenos deseos, de esas personas que siempre te animaron y hoy disfrutan tanto o más que tú de lo bueno que vas recibiendo. Es bonito recordar todo lo que te ha llevado al punto en el que te encuentras hoy, los malos ratos que te curtieron y los buenos que te animaron a continuar. Es bonito ajustar cuentas, suma aquello que te hizo sentir bien y resta lo que quisieras olvidar, verás como te gusta el resultado.
Es bonito arrancar con ganas, con esas que no se desvanecen a la primera de cambio, con esas que resisten la aparición de contratiempos y con esas que te hacen sentir capaz de todo. Es bonito tener la certeza de que allí y aquí encajarán las piezas, de que los kilómetros nos separan físicamente pero nos unen más a quienes queremos. Es bonito ir aprendiendo poco a poco, empezar un folio en blanco e ir escribiendo una línea cada día, con algún que otro tachón, pero que nadie pueda borrar.
Es bonito atreverse y decir sí, tener seguridad en un mismo aun sabiendo que puedes fallar a diario. Es bonito, al fin y al cabo, comenzar, que te den la oportunidad y hacerte merecedor de la confianza puesta en ti a cada minuto. No será fácil, pero con total seguridad será bonito.

-Te lo dije cantando-

domingo, 11 de marzo de 2018

Para qué sirve un abrazo

Un abrazo sirve para demostrar afecto, cariño, felicitación. Esto así, como teoría está muy bien. Sí, la prosa, la definición más exacta y ligera de la palabra en cuestión. Ok. Pero yo quiero más, a mi dame la versión más poética de las palabras, la más irracional y la más difícil de comprender. A mi háblame de sentimientos y emociones, de esos que se sienten cuando das o recibes uno de esos abrazos, esos que difícilmente se pueden explicar. Yo es que, verás, como te decía, prefiero la parte más visceral del asunto, no es broma, te lo prometo. Sé que es más peligroso entender la vida, y sus cosas, desde este punto de vista, pero, créeme, merece la pena. Yo, al menos, así lo siento. Así que, vamos, dime, cuéntame ¿para qué sirve un abrazo?
Porque yo siempre he sentido que un abrazo sirve para mostrar la tristeza de la partida y la alegría del regreso. Un abrazo sirve para que se pare el mundo durante unos instantes, o varios, como darle a la tecla de stand by a todo tu mundo y que no importe nada más. También sirve para mostrar el amor más puro y real que existe, el verdadero. Da igual que sea hacia tu pareja, hermanos, padres, amigos o conocidos. Un abrazo es sincero, al menos así lo entiendo.
Un abrazo sirve para decir te quiero, te extraño, me alegro, te cuido, te apoyo, te entiendo, te espero, te siento…Un abrazo es idioma universal.
Un abrazo sirve para darte cuenta de los grandísimos amigos que tienes. Un abrazo sirve para animarte en un momento malo y mostrar que todo puede, y debe, cambiar. Una abrazo sirve recolocar los miedos y calmar los nervios. Un abrazo sirve para acompañar a la felicidad más verdadera. Para tranquilizar. Para relajar. Para reiniciar. Un abrazo sirve para crear magia, además si se acompaña de las palabras adecuadas, ese sincero “te quiero mucho”, pasa a ser un momento eterno. Pruébenlo y me dicen. Funciona.
Un abrazo sirve para acompasar pensamientos. Para entrenarte y poder vencer todo lo malo, lo feo, lo regular de la vida. Un abrazo sirve para sentirse en casa y que todo lo demás quede en un segundo plano.
Un abrazo sirve para ser la protagonista de tu propio cuento de hadas. Para acercar posturas y alejar tensiones. Para disminuir el estrés después de un mal día. Para querer y quererte. Para empezar algo bonito y terminar algo caduco. Un abrazo sirve para perder las formas y encontrar los sentidos. Para olvidar las apariencias y desnudar el alma. Para entender un sentimiento difícilmente razonable. Para conectar contigo. Para protegernos. Para calmarte.
Un abrazo sirve para aliviar los momentos de soledad. Para conectar con la vida, contigo.
No quiero asustarte con mi particular visión de un abrazo, pero ya te decía que prefería la parte intensita de la historia. Que no me quedo con lo palpable, lo racional, lo lógico, lo físico…prefiero pasar esa barrera y adentrarme en el mundo de los sentimientos, de las preguntas sin respuesta, de las emociones que no se cuentan, de las miradas que no se miden y, claro está, de los abrazos que no se explican.
Por eso si tienes algo que rebatirme, no lo hagas, no ahora por favor, mejor abrázame y no me digas nada, sólo abrázame…

-La chica del quinto-

sábado, 10 de marzo de 2018

Clouds

-‎ What do you see out there?

~ Nothing, it's empty.

Just because you don't see any clouds, it doesn't mean that the sky is empty.


viernes, 9 de marzo de 2018

Luces

El tacto del terciopelo.
Acariciar a un animal.
Un cielo estrellado.
Un abrazo- refugio.
Ver una plantita naciendo del cemento.
Un desconocido ayudando a otro desconocido.
Escribir con un té en la mesita de al lado.
La bata de andar por casa.
El olor del pelo recién lavado.
Una pizza con mucho queso.
Una tarta de queso.
El queso.
Manicura perfecta.
Contemplar un paisaje.
El “fin” de una buena película.
Las flores.
Los niños.
Los ancianos.
Las buenas personas.
El sol en invierno.
La lluvia en verano.
Dormir.
Despertarse y que todo esté bien.
La ropa nueva.
Cocinar despacito.
Las canciones.
El ukelele.
Los fuegos artificiales.
El helado de vainilla.
Red Hot Chili Peppers.
Querer y que te quieran de vuelta.
Una voz amiga al otro lado del teléfono.
Las miradas cómplices.
Las mantitas de sofá.
El mar.
Los documentales de animales.
Leer y olvidarte de donde estás.
Arreglar el mundo con tu amiga.
El amor platónico.
El amor real.
La familia.
Reír hasta llorar.
El peluche de tu infancia.
Una copa de vino.
Las bravas.
Los vestidos largos que se inflan con la brisa.
La brisa.
Patinar.
Derretir chocolate.
Arreglar cosas.
Tachar tareas de la agenda.
Beber dos vasos de agua del tirón.
Jugar al Trivial y al Scrabbel.
El olor a suavizante en la ropa.
Estrenar cuadros nuevos.
Pintar las paredes.
Garabatear mientras hablas por teléfono.
Un masaje.
Quitarse el sujetador.
Una bufanda enorme.
Desayunar en la cama.
Bailar en el baño.
Darse un capricho.
La luna llena.
Friends.
Redecorar.
Mirar a los ojos.
Montarse en la noria.
Bucear.
Las vacaciones.
Atardeceres de primavera.
Comer palomitas.
Preparar una ensalada.
Planear.
Improvisar.

Todo lo anterior...
-Tejetintas-

jueves, 8 de marzo de 2018

miércoles, 7 de marzo de 2018

El temporal de marzo

Un temporal ha dado la bienvenida a marzo. A pesar de ser el mes que trae consigo la primavera, este año la lluvia y el viento han pedido formar parte de él. Dicen que no se puede hacer nada contra la fuerza de la naturaleza, que es implacable, que nunca se está lo suficientemente preparado para protegerse de ella… De repente caen unas gotas, empiezan a temblar árboles e incluso cimientos, los truenos suenan y nos preparamos como podemos para esos signos que vaticinan cambios.
A veces el tiempo arrasa, el meteorológico y el otro, el de las horas. Conforme avanza, se lleva consigo lo que es pasajero y hace que se afiance lo que debe mantenerse, es la mejor respuesta a nuestras preguntas y siempre merece la pena escucharle, porque no se esconde nada para sí, porque deja al descubierto lo que fue, lo que es y lo que será. Hay lluvia que apenas moja y otra que cala hasta los huesos; hay viento agradable y otro que arrasa con todo allí por donde pasa; hay truenos que nos hacen sentirnos afortunados si nos cogen resguardados y otros que nos pillan en plena calle y nos recuerdan lo frágiles que somos.
Sabemos que en menos de veinte días llegará la primavera, pero aún quedan horas de lluvia y de viento, de paraguas en la mano y de bufanda al cuello. Y no podemos hacer nada más que esperar a ese sol que de nuevo saldrá y que nos recordará por qué nos gustan tanto estas fechas, en las que recuperaremos horas de luz y ganas de retomar aquello que por frío y tempestad dejamos de hacer o de vivir. “Todo pasa y todo llega” es una frase que estamos hartos de escuchar pero que, si de verdad, la interiorizásemos haría que se nos dibujase una sonrisa en la cara… Al fin y al cabo es pura esperanza, que es el mejor vaticinio para un buen final.
Marzo no ha hecho más que empezar y tú tienes que darte tantas opciones de ser feliz como días le faltan para acabar…

-Te lo dije cantando-

martes, 6 de marzo de 2018

Aquella orilla nuestra

Ilustrador: Emba
Asumo que no te olvido,
así que ensancho el hueco de mi memoria
y te hago sitio.

Ya que te vas de mis manos,
esconderé la puerta de mis recuerdos
para que no salgas de ellos.

-Elvira Sastre-

domingo, 4 de marzo de 2018

Crear

Hace unos días leía en un periódico una entrevista de mi poeta favorita, Elvira Sastre. En ella, entre otras muchas cosas, comentaba y se enorgullecía de ser poeta y poder vivir de ello. Pero aseguraba también que tenía muy claro de dónde procedía su método de creación: "El poema surge siempre de un primer fogonazo. No dura nada. Un minuto. Dos... Luego lo dejo enfriar y lo corrijo. Escribo lo que me incomoda o me duele."
Aunque mis textos abarcan más sentimientos, en parte me siento identificada con ella. Los post nacen de un destello, una idea fugaz que necesito desarrollar. Es en ese instante o nada. Se va y ya no será igual o simplemente no será.
A veces surgen varias ideas a lo largo de los días que pueden unirse, que pueden complementarse, que encuentran una conexión, transformando todas esas ideas en un texto completo.
Otras, simplemente son fruto de ese momento de inspiración y sale todo de carrerilla.
Posteriormente, como ella, lo dejo enfriar y voy corrigiendo, cambiando en alguna ocasión, mejorándolo incluso (o eso creo).
"Nunca me he sentado a escribir un poema. Es él quien viene a mí. Y si no aparece, no me empecino."
Cuando una persona basa sus palabras en sus sentimientos, en sus experiencias o en lo que le rodea, es fácil dejarse guiar por el momento, por el instante de lo vivido y no forzar esperando sentada en una silla a que aparezca la inspiración o a que surja esa idea que revolucione todo y dé origen a una nueva creación.
Lo difícil en sí no es crear, sino que surja algo que te haga sentir que vale la pena considerarlo merecedor de ser plasmado en letras.
Por eso no me ciego en escribir, no fuerzo aquello que sé que no va a salir sin sentirlo.
Últimamente no es que no haya aparecido ninguna situación o momento que haya podido inspirar unas pocas líneas, pero sí que es verdad que los días han sido más planos, más lineales, fruto del momento de vida que estoy atravesando.
Tal vez, esa vida, debería absorber un poco de aquello que aplico a la escritura: no forzar, tener calma, ser paciente... todo llega y cuando lo haga, ser consciente de que hay que coger esos escasos segundos de "inspiración" al vuelo.

-DetallesConectados-

sábado, 3 de marzo de 2018

Arreglar el mundo

Un científico, que vivía preocupado con los problemas del mundo, estaba resuelto a encontrar los medios para aminorarlos. Pasaba sus días en su laboratorio en busca de respuesta para sus dudas.
Cierto día, su hijo de siete años invadió su laboratorio decidido a ayudarle a trabajar. Y ante la imposibilidad de sacarlo de ahí, el científico arrancó una página de una revista en la que aparecía una imagen del mundo y la recortó a modo de puzzle en decenas de pedazos. “Mira, hijo, aquí tienes el mundo todo roto. El juego consiste en que lo recompongas de nuevo”.
El científico calculó que por lo menos tardaría un par de días. Sin embargo, sólo unas horas después oyó la voz de su hijo entusiasmado: “¡Papá, ya está arreglado!”
Completamente estupefacto comprobó que todos los pedazos estaban en su sitio exacto. “¿Cómo es posible que lo hayas terminado tan rápido?” El niño le contestó: “Cuando arrancaste el papel de la revista para recortarlo, me fijé que en el otro lado de la hoja aparecía la figura de un hombre. Y cuando me dijiste que arreglara el mundo, lo intenté, pero no supe. Entonces di la vuelta a los pedazos de papel y empecé por arreglar al hombre, que sí sabía cómo era. Y una vez que conseguí arreglar al hombre, le di nuevamente la vuelta a la hoja y ¡encontré que había arreglado el mundo!”.

“Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo”
(Gandhi)

-Gabriel García Márquez-

viernes, 2 de marzo de 2018

Cuídate

He llegado a un punto en mi vida en el que no me preocupo por nadie que no se preocupe por mí. 
Y puede resultar de mala persona, pero es así. Ya está bien de perder el tiempo, de darle mil vueltas a quien no requiere ni una. He dejado a un lado a los que no aportan y que, sin pedírselo, se apartan. Aquellos que no sacan tiempo ni para tomar un café, ni para marcar tu número y preguntarte qué tal. Hay muchas que ya ni siquiera te escriben por WhatsApp, con lo fácil que es.
Hay que saber complicarse la vida con quien es capaz de hacerte un hueco en la suya a pesar de su agenda apretada, de su nueva vida, sus nuevos acompañantes o de cualquier otra cosa. 
He llegado a ese punto en el que no acepto el ‘cuídate’ de nadie que no vaya a quedarse para ver si lo hago.

Y la verdad que me va mejor.

-Un rincón maravilloso-

jueves, 1 de marzo de 2018

Salvadores


Amo a las personas que, aunque no saben qué hacer cuando me rompo, se quedan a mi lado y en sus ojos puedo ver su deseo de salvarme y eso es más que suficiente. 

-Zab G. Andrade-