sábado, 30 de septiembre de 2017

Nos volveremos a ver

Adelas...

... porque sabemos que, en el fondo, nada ha sido al azar. Podemos llamarlo destino o con otro sinónimo. Me da igual. 
Porque la música nos ha acompañado desde el minuto uno (y nos seguirá acompañando). Porque no podía ser de otra manera y merecíamos tener nuestra particular "despedida" juntas y de la misma forma que nos conocimos: ¡con música! Encima con este grupo y teniendo como telón de fondo, como tendremos, esta canción. Porque desde el momento que nos conocimos los detalles nos han rodeado y éste es sólo uno más de tantos.


Porque es frenar en seco y ver el reflejo de todo este tiempo... Entonces es cuando te da un escalofrío y te preguntas... ¿Por qué? ¿Pero por qué? Y yo la única respuesta que encuentro es que las cosas suceden por algo... El destino nos pone en el camino... Pero sólo él sabe por qué.

¡Gracias a las dos!
Ha sido un año y medio de locura, mezclado con algo de surrealismo. Cómo nos hemos conocido, cómo han avanzado las cosas, todo lo que hemos compartido hasta ahora: música, libros, viajes, historias, copas, cenas, montaña, playa, pasado, presente... y futuro.

Tic tac...
Comenzamos la cuenta atrás.
Nos volveremos a ver... ¡Ahora sí!

-DetallesConectados-

viernes, 29 de septiembre de 2017

Valentía

A veces solo hace falta un cambio de actitud. Un creer que podrás. Un dejar de esperar. Un poquito de carácter y un mucho de ser fiel a uno mismo. Pero sobretodo va de un montón de ganas, de ilusiones, de pasiones y de valentía.
 
Sobretodo de valentía.

-Caracoles Caraduras-

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Algo mejor

Quizá siempre he sabido que merezco algo mejor pero he visto tantas personas marcharse que me hicieron convencerme que no y con el tiempo me lo creí. Yo solía ser todo o nada, dejarme el corazón en cada momento de adrenalina que la vida me regalaba, me atrevía a todo, a querer con ganas, a querer bonito, a dejarme querer. Dejaba entrar a cualquier persona porque creía que quizá una de ellas al final se quedaría pero con el tiempo, mientras se marchaban una detrás de otra me fui convenciendo que quizá era yo, era yo el problema.
Así que, cuando finalmente llegaban personas a mi vida que tenían todas las intenciones de quedarse era yo la que decidía marcharse.
Cuando finalmente alguien supo quererme antes que yo lo hiciera, decidí que yo no quería querer, que no estaba preparada porque me convencí hace mucho que era mejor así, para mi y para los demás.
Esos que se fueron hicieron que estuviese segura de que estoy tan rota que si alguna vez alguien llega a tener la intención de querer caminar de mi lado, le iba a cortar con mis pedazos. Que no podía permitir que nadie intentara juntarlos, recogerlos o acariciarlos, que nadie merecía tenerme a su lado porque quizá yo me convencí que ni siquiera me merezco a mi misma.
A veces echo mucho de menos aquella niña que incluso con las manos llenas de sangre se atrevía a caer de nuevo para luego levantarse. Echo mucho de menos ese coraje que tenía para enfrentarme a la vida y que tuviese ella miedo de mi en vez de yo de ella.
Echo de menos todo eso que alguna vez fui porque aunque no quisiera volver a serlo, me aterra pensar en quien me convertiré mañana y que tan peor puede ser de quien hoy soy.
Sé que los golpes están para hacernos más fuertes pero en algún momento cuando la pelea acabó aunque me levanté del suelo y acepté la derrota, de alguna manera nunca he sabido volver a ponerme los guantes y tener una revancha. Quizá no por miedo a volver a perder sino por miedo, a que nunca vuelva a encontrarme.

-GG - Gabriela García-

martes, 26 de septiembre de 2017

Tú. Con tus decisiones. Con tus días “de todo saldrá bien” y días de “ya no puedo más”.
Con historias llenas de errores, llenas de miedos. Posiblemente con tantos miedos como ganas.
Que aprendiste a no contar los sueños en fracasos, ni las metas en realidades, porque sabes que a veces es necesario intentarlo una vez más. Que aprendiste a no rendirte nunca, a pensar en grande, a entender que hay que seguir aunque nadie entienda tu por qué.
Que cambiaste de plan millones de veces, que cambiaste de rumbo tantas veces como errores. Porque ese puede. Porque sabes que si quieres resultados distintos, hay que hacer cosas distintas. Porque nadie dijo que no se podía cambiar de idea, ni de plan, ni siquiera de rumbo. Porque poderse, se puede.
Tú. Que te enseñaron que los aviones despegan en contra del viento. Que aprendiste que ese momento en el que nadie cree que podrás, es justo el momento perfecto para hacerlo. Tú que intentaste detener las olas, y acabaste aprendiendo a surfear. Que aprendiste que para hacer feliz a los demás, primero hay que ser feliz uno mismo. Y en ello estás.

Tú. Con todo. Sin más.

-Caracoles Caraduras-

domingo, 24 de septiembre de 2017

Me vuelve loca

Me encanta la gente inteligente, la que no alardea de ello pero cuando abre la boca te quedas fascinada y no puedes dejar de prestar atención porque te hace meterte en su pequeño mundo, sin que llegues a tener noción del tiempo.
Me encanta la gente que no va chasqueando los dedos y diciendo... tengo a cualquiera, cuando quiera; en cambio, se sonroja si se le quedan mirando y te pregunta... ¿tengo algo en la cara? ¿En la ropa? Y en ese momento, tan solo puedes sonreírle.
Me vuelve loca la gente verdadera, la que cree en algo y lucha por ello, no se deja influenciar y es capaz o simplemente intenta "demostrar su propia teoría".
No soporto la chulería, la prepotencia, los queda bien con todo el mundo, los mentirosos...
No soporto la gente que aunque esté a dos cm de ti, te hace sentirte sol@.

-Áditi Nano-

sábado, 23 de septiembre de 2017

¿Brindamos?

Por eso que te hace sonreír hasta en los momentos más difíciles, por esa canción, por ese rayo de luz, por esa tormenta repentina, por esa brisa que apacigua el calor sofocante, por ese abrazo inesperado, por esa llamada de una amiga, por esa noche en la que acabas viendo un precioso amanecer, por esas risas, por los helados tras un día de playa, por los vermuts del domingo, por la paella de tu padre, por el mensaje diario de tu madre, por los amigos, por las amigas, por los amores de verano, y por los des-amores también, por los encuentros, por el trabajo bien hecho, por las merecidas vacaciones, por las terrazas, por los baños a última hora...

Brindemos por la vida, que aunque a veces sea perra, te da la opción de disfrutarla cada día...

-Itxaso Cenzual-

viernes, 22 de septiembre de 2017

Tu gente

El dinero son papeles a los que le damos un valor calculable. Es cierto que no da la felicidad, pero si ayuda.
Ayuda a que vivamos mejor, ayuda a conseguir cosas complicadas. 
Pero hay otras que no se pueden comprar, que hay que trabajárselas, y que el valor que tienen no se puede calcular. 
Os hablo de los amigos, de tu gente. Del teléfono sonándote para hacer planes porque te quieren en ellos. 
Esos que cada día te demuestran lo que valen, y que se hacen fundamentales en tu vida.
Que llega un punto que ya no te imaginas vivir sin ellos. Porque cuando haces balance y piensas en todos los buenos momentos que has pasado, siempre están.
Y es que los terminas queriendo tanto como a tu familia, y aunque cada uno seáis totalmente distintos, os complementáis de manera inmejorable.

Gracias por vuestros detalles que os hacen únicos.

-Dime tú cómo lo ves-

miércoles, 20 de septiembre de 2017

Quiero, espero, aspiro...

Quiero ilusionarme con lo que tengo y con lo que está por venir, con los pies en la tierra pero permitiéndome saltar de vez en cuando. Espero poder alcanzar metas y cruzar la línea de la mano de quien nunca me la suelta, celebrar las nuevas oportunidades que vayan surgiendo porque será señal de que han sido aprovechadas. Aspiro a vencer mis miedos, que no son pocos, a superar mis debilidades y a contagiar mis ganas. 

-Te lo dije cantando-

martes, 19 de septiembre de 2017

El principio del final

Los adjetivos se me agotan. Empiezo a no encontrar esas palabras que definan de alguna manera todo lo que me gustaría transmitir, que me gustaría agradecer.
Me hubiese encantado parar el reloj durante el fin de semana, detener el tiempo. Pero no en un minuto determinado sino en las 48h compartidas. Desde el primero y hasta el último minuto. Y que se repitiesen en bucle. 
He vuelto a ser una niña pequeña, feliz, momentáneamente sin preocupaciones, mientras andábamos por esas calles que me acogerán en breve.
He vuelto a respirar, a respirarte, aunque en esta ocasión de manera diferente y lo mejor de todo, con esa compañía que se ha convertido ya en imprescindible y única. 
He vuelto a verme con ilusión y al mismo tiempo con nervios, sabiendo que me esperan días de emociones y también días complicados, pero que no por ello voy a echarme para atrás. Ya lo dice mi amiga: para atrás, ni para coger impulso. 
He vuelto a sentir que puedo, quiero y aspiro, que tengo esas ganas, esa garra que había perdido cuando yo también me perdí. 
Es verdad que cada uno crea su propio camino pero también es cierto que en ese camino van a nuestro lado algunas personas que nos echan un capote si es necesario. 
Cuando te dan la mano, para que no te caigas, cuando te llevan en volandas porque saben que tienes alas y creen en ti incluso cuando tú has dejado de hacerlo, ese recorrido se hace más llevadero, lo haces con más confianza, con la seguridad de que si te encuentras con una piedra, estarán ahí para ayudarte a rodearla o superarla. 
Tengo suerte, lo he dicho en alguna ocasión, y tenerlas a ellas, a esas toreras, que apareciesen en el momento justo... hace que todo sea más fácil. A su lado, las pisadas tienen magia. 
Hay cosas que no compra el dinero. Son esos momentos, con esas personas, aquellos que nos van dejando huella poco a poco y que no están rodeados de gran ostentación o grandiosidad, sino que lo grandioso en sí es estar con ellas, vivir y compartir instantes que no cambiarías por nada... que no cambio por nada. 

Ahora más que nunca cobra sentido todo aquello del Km. 0. 

Es el principio del final. 

-DetallesConectados-

lunes, 18 de septiembre de 2017

Kilómetro 0

Te vas. Y te ves, haciendo la maleta, deshaciendo tus recuerdos al compás de las lágrimas que campan a sus anchas por tus mejillas.
Y te ahogas, ante la posibilidad de irte, pero te hundes ante la posibilidad de quedarte. ¿Quedarte? No, no es una posibilidad. 
Así que coges la maleta y lo dejas todo atrás. No estás segura de lo que “todo” significa para ti, ya nada tiene sentido. Hay veces, mi querida amiga, que el futuro da tanto miedo que nos hace temblar, que damos pasos a ciegas y nos chocamos contra muros invisibles. Los que creamos en nuestra mente, y los que se desarman con nuestra valentía. Porque aunque te sientas frágil, eres más fuerte de lo que nunca fuiste. Y por eso, por eso mismo, te vas.
Da miedo. Saber que todo lo que conocíamos, todo lo que vivíamos día tras día desaparecerá, y es por ello que te encuentras frente al volante, en el coche. Con tu reflejo mirándote de reojo en el retrovisor. Con tu pasado respirándote en la nuca. Respirando, suspirando, inspirando, jadeando. Lo sé, da miedo. Pero es el miedo quien debe temerte pues, por el momento, no tiene cabida ni en ti, ni en tu coche. Así que lo ahuyentas con un buen portazo y te pones rumbo a la carretera. Recuerda, te vas y, por cierto, felicidades. Lo estás logrando. 
Por qué nos cuesta tanto dar el paso. Por qué lo nuevo nos parece tan remoto. Por qué pensamos que no podemos aspirar a más, que no podemos tener algo mejor, alguien mejor, ser mejores. Por qué nos hacemos tantas preguntas con respuestas que ya conocemos. Como decía William Ernest Henley, somos el capitán de nuestra alma, somos el amo de nuestro destino. 
Y poco a poco el pasado se va haciendo pequeñito. Ves como la ciudad se encoje y se difumina entre las brumas que nublaban tu mente. Se convierte en un punto negro en el infinito. Ves tu pasado arder en llamas y sientes el calor en tu piel, que se cae a girones, que se deshace y convierte en cenizas para salir volando por la ventana del coche. Y tu melena se mueve al compás del viento y la canción que suena en la radio. It’s a new dawn. It’s a new day. It’s a new life. For me. And I’m feeling good. Sí, te sientes bien. 
Tiempo después, lees estas palabras y no puedes creer cómo pasa el tiempo. No hubo coche, no hubo viaje en la carretera, tal vez sí, no lo sé. Pero no hizo falta, porque a veces no es necesario volar para dejar algo atrás, y no es necesario dejar algo atrás para volar. A veces simplemente requiere unas palabras, requiere un “hasta aquí hemos llegado”. A veces complicadamente, porque “simplemente” me parecería quitarle valor, requiere tomar una sola decisión para cambiarlo todo.
Tiempo después, lees estas palabras, y recuerdas que fue duro. Cuando preguntas a alguien cuál ha sido la decisión más dura de su vida y no está seguro de la respuesta, es que aún no la ha tomado. Porque tú sí lo hiciste, te recuerdas naufragando en un mar de lágrimas buscando la orilla para tomar aliento. Recuerdas los pelos de punta y las manos temblorosas, el corazón latiéndote en las sienes y la voz entrecortada. Recuerdas el silencio y el retumbar de tus pensamientos, que tronaban, rugían, bramaban y chirríaban. 
Pero aquí estás, porque lo conseguiste. Y, de lo contrario, aquí estás, y este es tu momento. El vértigo lo sentirás durante esos instantes, pero créeme, te encantará volar. Sólo tienes que levantar el vuelo, y disfrutar del paisaje. 

-Compartiendo Macarrones-

domingo, 17 de septiembre de 2017

viernes, 15 de septiembre de 2017

Me han dicho, Madrid

Me han dicho, Madrid, que desde tus terrazas se puede tocar el cielo. Que se puede recorrer tu Manzanares, al que algunos como Quevedo se atreven a llamarlo arroyo, por la arteria verde de Madrid Río. Que en el barrio de las letras, autores de todos los tiempos cobran vida en las piedras que lo conforman. Que en el Rastro, que decora las calles de La Latina, se pueden encontrar pequeños objetos perdidos en el tiempo, que hay antigüedades de historias pasadas, donde tus calles aún eran de tierra y canto, y no de cemento. Me han dicho que en El Mercado de la Cebada, los domingos de cañas interminables y de vinos con sabor a sol, puedes comer cualquier obra maestra en forma de tapa.
Me han dicho que estás hecha de rincones secretos, de historias malditas y de personajes indescifrables. Aún no me he atrevido a recorrer los pasillos del museo Reina Sofía a las tantas de la noche, y mi mirada se pierde en el el abismo cuando camino por tu Viaducto de Segovia, o lo que otros llaman El puente de los suicidas. Aún no he probado esa leche de Pantera que quita el hipo y la consciencia en los soportales de Moncloa, ni me he aventurado por esa calle de Noviciado sobre la que algunos susurran historias de terror. Pero sí me he pasado más de una vez por alguno de los bares que rodean La Plaza Mayor para disfrutar de tus bocadillos de calamares, o he perdido la noción del tiempo en algunas de las terrazas recónditas de Malasaña, que hasta los años 80 se llamaba Maravillas, no por las que allí te puedes encontrar, sino por un convento.
Cómo no volver. Madrid, me han dicho que no hay atardeceres más bonitos que los que puedes vislumbrar desde el templo de Debod, desde tu parque El Capricho, o desde el parque del Retiro. Me han dicho que da gusto recorrer tus calles, pero más tus entrañas. Y es que el metro de Madrid es un espacio donde de mezcla el arte, la publicidad, la diversidad y sus gentes de vidas ajetreadas.
Madrid, muchos me han dicho que no podrían vivir contigo, que eres demasiado ruidosa, nerviosa, que siempre vas con prisas. Pero yo les digo que no te conocen, no te conocen bien. Porque hay días en los que el calor de tu cemento nos derrite las ideas, y esa boina de humo gris que a muchos parece nos importar, a otros nos rompe el corazón. Pero todo lo que puedes ofrecer equilibra cualquier balanza, sólo basta un vistazo a tu Plaza de Callao desde la terraza del Corte Inglés, o un segundo contemplando a tu imponente Cibeles desde su Palacio, para darte una nueva oportunidad.
Madrid, me han dicho que tratas por igual a los que están de paso, a los tuyos, y a los turistas sin billete de vuelta. Y precisamente eso, es lo que te hace tan especial.

-Compartiendo Macarrones-

jueves, 14 de septiembre de 2017

Arte

Ojalá nos pudiéramos quedar a vivir para siempre en la sensación de andar por la calle creyendo que somos los protagonistas de un gran videoclip.
No estaría tan mal lo de despertarnos cantando como en un musical o saltar encima del colchón usando el cepillo como micrófono.
Yo me quedaría mi cuadro preferido grabado en la retina para acudir a la paz que me transmite más de una vez.
Sería el vuelo de una falda en la coreografía más espectacular del mundo o el lienzo en blanco de un artista que aún no sabe por dónde empezar.
Me gustaría vivir en la imaginación de un guionista y en la voz de un poeta que lee sus escritos cuando nadie más los ha visto aún. Ojalá pudiéramos sentir las caricias de los dedos de un músico afinando su guitarra o pasar la tarde en el reflejo de un actor que ensaya su papel frente al espejo.
Me gustaría ser partitura y la palabra "fin" en la primera novela de alguien.
Me gustaría conocer todas las noches en vela, los días de nervios y el aplauso que lo compensa todo después.
Me gustaría desearle a todos los que no consideran el arte un trabajo, que ojalá conocieran la magia del antes, el durante y el después.
Hay cosas que aún no entiendo ni quiero entender.
La vida es muy corta para pasarla destruyendo en vez de construir.

-The Acoak-

miércoles, 13 de septiembre de 2017

Podría...

Podría ser de otra manera. 
Podría ser más racional, más calmada, más prudente, más cuerda. Podría ponerme el flotador antes de lanzarme a la piscina. Podría dejar de tropezar, de emocionarme con todo, de soñar despierta. Podría elegir una vida segura y tranquila. Podría escoger el camino fácil. Podría dejar de saltar obstáculos, de apostar, de arriesgarme. Podría callar más. Podría querer menos. Podría dejar de ser tan intensa, tan pasional, tan impulsiva. Podría empezar a ser lo que todos esperan. Podría evitar más de una herida. Podría tener remedio. Podría cambiar de vida. 
Podría ser de otra manera...
...Pero entonces.....podría dejar de ser yo.

-Al caer el sol-

martes, 12 de septiembre de 2017

Que venga lo que tenga que venir...

... pero que te pille siendo feliz.

Que te pille disfrutando de la vida cada día, cada segundo. Que te pille haciendo lo que te gusta, con quien te gusta y donde te gusta. Que te pille levantándote de cada caída para seguir adelante, porque la vida es dura pero tú lo eres mucho más. Que te pille queriéndote incluso con tus defectos. Y dando lo mejor de ti. Que te pille dando abrazos de esos que se quedan marcados para siempre, mirando como si algo se fuese a acabar y besando como si fuera la primera vez.

Que te pille siendo tú, siempre.

-Un rincón maravilloso-

viernes, 8 de septiembre de 2017

Abre la botella, amigo, que tenemos un poema

Poco se habla de los que hacen resurgir tu mundo día a día.
De esos amigos que siempre han estado ahí y que te han visto en tus mejores momentos y en los peores. 
Esos amigos que te llenan la copa cuando ves el vaso medio vacío y te quitan la botella cuando estás al borde del abismo.  
Los amigos que te miran y te dicen lo preciosa que eres, lo bonitas que haces que sean las calles cuando pasas. 
Poco se habla de cómo su abrazo puede hacer que todos los problemas se olviden. 
Poco se habla de los amigos que son verso, poema, poeta y que no son Madrid, ni Barcelona, ni París, porque son hogar, refugio, sonrisa. 
Poco se habla de esos amigos que te sacan a bailar bajo la lluvia, bajo el sol de agosto, y las estrellas de cualquier cielo. De esos que saben cuál es tu comida favorita y de qué color te gusta pintarte los labios.
Amigos que harían cualquier cosa por ser armazón y que nunca te hirieran. 
Resucitar en un abrazo después del dolor en el pecho, un abrazo de esos que hacen crujir los huesos y que te falte el aire. 
Por eso te he escrito esto, a ti, que siempre me has puesto los pies en el cielo, que me enseñaste que soñar se puede también con los ojos abiertos. 
Me dijiste que el amor no entiende de kilómetros y me demostraste que el amor es una locura en la que loco y loca, o loco y loco, o loca y loca; me da igual, no encuentran, ni quieren encontrar la cordura. Me has dado tanto que incluso la poesía se queda corta. Y sí, ya sé que dices que soy un desastre, que pierdo el mando en la mayoría de las situaciones, eso de: joder pequeña, cómo la has liado. Pero también me dices que soy preciosa y que tengo un corazón que no me cabe en el pecho, que lo hecho, hecho está y tire pa’ lante. Porque tú me llevaste a una azotea para que dejase de sentirme tan pequeña y gritara que no le tengo miedo a nada, me agarraste de la mano al cruzar la calle y me regalaste flores el 14 de febrero para que me sintiese flor entre tanto capullo. 
A mí que no me jodan, grandullón, poesía eres tú, diga lo que diga, o que quiera decir o intente decir Bécquer. 
Porque siempre estás para recogerme…. por este poema…. 

-Loreto Sesma-

jueves, 7 de septiembre de 2017

Decisiones

Qué complicada a veces la vida, ¡eh!
Bueno, no la vida, las circunstancias que se nos presentan, las decisiones que tenemos que tomar.
Han sido un par de meses de pensar, de conversaciones con éste y aquélla, algunas con meneo y zarandeo emocional incluído. Amigos que se preocupan e incluso que se encuentran, en el fondo, en situaciones algo parecidas a la mía.
No es que sea un consuelo pero al menos sirve para percibir que una no es la única.
Es normal que tras el verano, el regreso a lo que era nuestra rutina nos parezca, tal vez, ínfimo. Después de los días de calor, de los días simples, es fácil entender que esa rutina casi anual y repetitiva nos sepa a poco y pretendamos más.
Los horarios establecidos de trabajo, gimnasio, clases, compras, comidas..., acaban por ser horarios que nos prenden, que nos impiden disfrutar de las pequeñas cosas frente a unos días de verano donde, aunque se trabaje, todo parece más sencillo y donde, dentro del propio ritmo, encontramos siempre esas pequeñas cosas que nos hacen la vida más agradable.
Así que no me resulta extraño que muchos de los que conozco, y que se encuentran en un momento de impasse, de necesidad de cambio, de evolución, vuelvan con una energía insondable pero exigiendo más de su vida, pareciendo incluso que se quieran comer el mundo.
La verdad es que no soy la única en ese impasse de vida, con necesidad de un cambio, tal vez en lo personal, tal vez en lo profesional, tal vez en los dos, y eso se debe a que nos encontramos en un momento de desarrollo y en el que acabamos por ambicionar más. Por lo menos los culo inquietos o los menos conformistas.
A pesar de todo hay que tener cuidado antes de tomar decisiones precipitadas y saber diferenciar entre lo que es una reacción a los días post vacacionales o el progreso natural de esa necesidad de cambio.
Una vez que eso está claro, el siguiente paso, en algunas circunstancias, ya no depende sólo de nosotros. Pueden existir atenuantes que lo impidan o lo retarden pero si lo tenéis claro y lleváis un tiempo ya con esa necesidad de mudanza, no desistáis, seguid apostando en lo que creéis y en vuestros sueños o deseos, ¡apostad por vosotros mismos!
Aunque mi decisión estaba tomada hace mucho tiempo, como dice mi amigui, me faltaba la reacción final y consecuente de esa decisión. Me había congelado.
He tardado en dar el paso, más de lo esperado, pero me acabo de tirar a la piscina.
Qué bonito es tener cerca a gente que te apoya, que se preocupa tanto, porque siente contigo. De vez en cuando hay que escuchar un poco más a los que nos quieren, a esos que ven las cosas desde el exterior cuando nosotros nos hemos cegado o nos hemos quedado paralizados.

Ahora toca mirar hacia adelante y proyectar aquello que está por venir.

¡TODO LLEGA!


"Has tenido tiempo para darte un largo paseo por la playa cuando la tarde se va acabando, de esos que te hacen sentirte más fuerte, por fuera y por dentro. Un sol que sale y se pone, unas huellas que permanecen por tiempo limitado porque una ola las borra, un agua que limpia y depura, un camino de ida y vuelta, unas piedras contra las que tropiezas y otras que esquivas… La vida misma, mientras tú recapacitas sobre ella, sobre lo que dejaste atrás, sobre lo que está por venir"

-Te lo dije cantando-

-DetallesConectados-

miércoles, 6 de septiembre de 2017

martes, 5 de septiembre de 2017

Aquí y allí

Las cosas pueden cambiar de forma increíble en un año, en meses, semanas e incluso horas, hoy estamos aquí y mañana allí, casi sin despeinarnos. Con “aquí” y “allí”, me refiero a arriba y abajo, a ciudades distintas, a sentimientos encontrados, por eso vive cada día dejando al menos algo bueno de ti en algún lugar y en alguna persona.

-Te lo dije cantando-

lunes, 4 de septiembre de 2017

Cuenta

Cuenta tus alegrías. Aprende a contarlas, a disfrutarlas, a vivirlas. A no empequeñecerlas de ninguna de las maneras, a no esconderlas de nadie, a no avergonzarte de ellas. Ni de ti. Grítalas a los cuatro vientos. Compártelas con quien quiera compartirlas contigo. Siempre hay alguien dispuesto. Siéntelas. Todas y cada una de ellas. No deseches ninguna. No te dejes ninguna por el camino. Por pequeña que sea, todo suma. Por insignificante que te parezca ahora, hay cosas de las que sólo volviendo la vista atrás, te das cuenta de su grandeza.
Cuenta tus días. Los que te gustan, y los que no. Los que empiezan y terminan de una manera increíble, tanto que te cuesta tanto dejarlos ir. Cuenta también las horas de aquellos en los que las cosas no salen como quisieras, días en los que has de buscar en los pequeños detalles para extraerles algo de color. Y aprende a pintar cada día, cada minuto, cada suspiro. Del color que elijas. Con los degradados que prefieras. Con las mezclas que te apetezcan. Aprende a pintar tu propio lienzo, a darle color a tu vida. 
Cuenta en positivo. Y suma siempre que puedas. Que la vida ya se encarga de restar más a menudo de lo que quisieras. Contrarréstala. No le dejes que vaya a menos, que decrezca, que se quede vacía. Aprende a llenar vacíos y a ocupar espacios. Haz que vaya siempre a más. Por poco que sea. Por lento que sea. Al final verás, que todo suma. Y que con un poco de aquí y un poco de allá, te salen las cuentas. 
Cuenta las oportunidades que se te presentan cada día. Las que se arman de valor y llaman a tu puerta directamente. Las que se esconden detrás de cada esquina, esperando que vayas a por ellas. Las que se disfrazan de reto, y te ponen tan difícil conseguirlo. Las tímidas, las que se dejan ver en mínimas ocasiones. Las que parecen un sacrificio sin sentido, un callejón sin salida, o hasta una maldita maldición. Aprende primero a verlas, a reconocerlas, y luego, a ir a por ellas. A que no se te escape ninguna. O ninguna que realmente quieras. A decidir cuáles serán tuyas. 
Cuenta tus personas. Las que te rodean. Las que están a tu lado. Porque siempre hay alguien fiel, que siempre está ahí. Aunque no lo veas ahora o te surjan dudas en determinadas situaciones. Empieza por algo: empieza a aprender a verlo. A tus personas. A disfrutar con ellas y de ellas. De su compañía. Aprende también a corresponderles. A dar más y exigir menos. A ser más tú, y a dejarles ser ellos mismos.
Cuenta tus miedos… en voz bajita, si no te atreves a gritarlos. Pero cuéntalos, para afrontarlos. Para ahuyentarlos. Para dejarles salir. Para obligarles a salir. Deshazte de ellos para que te empiecen a salir las cuentas. Y como equilibrio, cuenta más chistes. Cuenta humor, cuenta sonrisas. Que es gratis. Que no cuesta nada. Y que tan bien sientan. De maravilla. Tanto al que regala y al que recibe. Y valora más esos regalos. 
Cuenta contigo. Siempre. No te olvides de que estás ahí. No te olvides de que tú también existes, de que tú también sientes, de que tú también vives. Aprende a escuchar tus necesidades y a valorar más las reales. Aprende de una vez, que a veces no puedes salvar a nadie, si no te salvas a ti primero. Y que no siempre debes salvar a alguien. 

Y ponte más veces en primer lugar. Te lo mereces. 

Y no dejes de contar. 

-Entre suspiros y un café-

domingo, 3 de septiembre de 2017

sábado, 2 de septiembre de 2017

Evolve

Volver al lugar donde fuiste feliz. De donde nunca querrás irte. Donde nunca te dejarán marchar.
Volver.
Volver después de años. De lluvias, de tormentas, de noches, de veranos. Volver y ser de nuevo la niña delgaducha con mirada misteriosa. Volver donde jamás nada volverá a ser lo mismo o puede que nada cambió demasiado. Volver y seguir siendo la misma, seguir siendo los mismos.
Volver.
Volver a tus raíces. Volver a tu pasado, si se puede llamar de esta manera a un pequeño puñado de años acumulados sobre tu espalda.
Volver para recordar, para traer al presente el sabor del pasado. Momentos que no volverán para ti, pero que en otros se están produciendo justo de la misma forma. Porque, al final, nada cambia, todo vuelve, todo es, todo será.
Volver siempre. Una y otra vez. Un año tras otro. No olvidar. Sí recordar. Pisar donde saltaste. Andar lo caminado. Y respirar aquello que siempre será tu mundo. Sólo tuyo. De nadie mas [...]


[...] Porque, insisto, la única que cambias eres tú. Tus circunstancias. Tus vivencias… y tus experiencias. Y resulta que todo lo que necesitas es regresar a ese, a esos lugares que no cambian nunca para coger impulso, para respirar profundamente mientras cierras los ojos y te cargas de energía y buenos pensamientos, algo imprescindible para seguir adelante. Para evolucionar. Para convencer y convencerte de que todo, absolutamente todo pasará y eso que tanto ansías llegará cuando no lo esperes. Porque así ha sido siempre y no encuentras el motivo por el que ésta vez no vaya a funcionar del mismo modo.
Y una vez más, estás sola frente a ti misma. Sola. Volviendo a coger aire, impulso y pulso para afrontar los nuevos retos que te esperan en la siguiente hoja del calendario, los que sabes de antemano y los que la vida se encargará de ponerte en el camino.
Y vuelves de nuevo a reafirmarte en la idea de que ese es tu sitio favorito. Al que siempre sentirás la necesidad de volver cuando todo haya pasado, cuando no quede nada o cuando todo esté por hacer. Porque tú podrás moverte pero ese lugar siempre, siempre, te estará esperando.

-La chica del quinto-

viernes, 1 de septiembre de 2017

Septiembre

Y llegaste. Silencioso y a paso acelerado.
Casi ni me he dado cuenta de estos dos meses de verano que ahora mismo parecen lejanos. Los días de terraceo hasta altas horas de la noche y los de playa; las morangoskas y los mojitos; las puestas de sol y los no pisar por casa; las barbacoas y los conciertos al aire libre; los planes improvisados y las vacaciones organizadas; los reencuentros y las visitas; las sorpresas y las despedidas...
Ha sido un verano tranquilo, de pensar con calma, de momentos mágicos al lado de mis chic@s y de ser consciente de lo afortunada que soy por tenerlos a todos a mi lado. Un verano donde he tenido la suerte de ver a más gente de la esperada, de estrechar lazos, aún más, con algunas personas y de compartir y crear nuevas historias con esas que llegaron hace poco pero que ya parecen que están ahí desde siempre. 
Se ha pasado en un abrir y cerrar de ojos pero me resisto a abandonar esos días totalmente sólo porque has llegado tú y contigo el inicio de un nuevo curso que tiene que ser el del cambio, el que dé carpetazo a todo lo anterior y se convierta definitivamente en ese nuevo capítulo que quiero. 
Empiezas hoy, pero es que tengo tenemos unas semanas con una agenda muy apretada. Me atrevo a decir incluso que este mes nos vamos a transformar en groupies, persiguiendo a nuestros cantantes/grupos. El caso es estar juntas y comienzo a pensar seriamente que son sólo excusas para añadir algunas aventuras más a la lista que ya tenemos. 
Como dice aquel libro de Federico Moccia: ¡tengo ganas de ti, septiembre! 

-DetallesConectados-