sábado, 2 de septiembre de 2017

Evolve

Volver al lugar donde fuiste feliz. De donde nunca querrás irte. Donde nunca te dejarán marchar.
Volver.
Volver después de años. De lluvias, de tormentas, de noches, de veranos. Volver y ser de nuevo la niña delgaducha con mirada misteriosa. Volver donde jamás nada volverá a ser lo mismo o puede que nada cambió demasiado. Volver y seguir siendo la misma, seguir siendo los mismos.
Volver.
Volver a tus raíces. Volver a tu pasado, si se puede llamar de esta manera a un pequeño puñado de años acumulados sobre tu espalda.
Volver para recordar, para traer al presente el sabor del pasado. Momentos que no volverán para ti, pero que en otros se están produciendo justo de la misma forma. Porque, al final, nada cambia, todo vuelve, todo es, todo será.
Volver siempre. Una y otra vez. Un año tras otro. No olvidar. Sí recordar. Pisar donde saltaste. Andar lo caminado. Y respirar aquello que siempre será tu mundo. Sólo tuyo. De nadie mas [...]


[...] Porque, insisto, la única que cambias eres tú. Tus circunstancias. Tus vivencias… y tus experiencias. Y resulta que todo lo que necesitas es regresar a ese, a esos lugares que no cambian nunca para coger impulso, para respirar profundamente mientras cierras los ojos y te cargas de energía y buenos pensamientos, algo imprescindible para seguir adelante. Para evolucionar. Para convencer y convencerte de que todo, absolutamente todo pasará y eso que tanto ansías llegará cuando no lo esperes. Porque así ha sido siempre y no encuentras el motivo por el que ésta vez no vaya a funcionar del mismo modo.
Y una vez más, estás sola frente a ti misma. Sola. Volviendo a coger aire, impulso y pulso para afrontar los nuevos retos que te esperan en la siguiente hoja del calendario, los que sabes de antemano y los que la vida se encargará de ponerte en el camino.
Y vuelves de nuevo a reafirmarte en la idea de que ese es tu sitio favorito. Al que siempre sentirás la necesidad de volver cuando todo haya pasado, cuando no quede nada o cuando todo esté por hacer. Porque tú podrás moverte pero ese lugar siempre, siempre, te estará esperando.

-La chica del quinto-

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