sábado, 31 de diciembre de 2016

2016

¡Cómo me gusta este instante! El de pararme, tumbarme en la cama o sentarme en el sofá con el ordenador, acompañada de un té o un vino, según la situación, echar la vista atrás y dejar que mis manos hagan el resto sobre el teclado.
Seamos sinceros... Llegados a este punto del año, ¡todos hacemos balance! Tal vez no lo plasmáis en papel o en un ordenador, pero sí en vuestra cabeza. 
Hace doce meses acababa un año de cambio afirmando que ya no tenía espacio para más historias, para más aventuras, para más momentos... Había sido tan intenso que creía imposible que pudiese ser mejor. 
¡Ilusa! Esa ingenuidad que me caracteriza de vez en cuando sigue pasándome factura. No sabía que lo que me deparaba el siguiente, lo que estaba por llegar, sería, probablemente, uno de los años más bonitos que he vivido. 
Un año de completa locura. De sueños hechos realidad y promesas cumplidas. De correcalles. De improvisaciones made in amiguis. De viajes y escapadas. De conciertos. De puestas de sol y de brindis. 
Un año de nuevas y grandes amistades. De celebraciones inesperadas. De despedidas. De momentos rebosantes de felicidad, pero también de vacío y soledad. De tropiezos en el camino y de manos que me ayudaron a volver a levantarme. 
Un año de decisiones complicadas. De capítulos cerrados y de nuevos libros.
Un año que he vivido con una intensidad fuera de lo común, exprimiendo cada centésima de segundo como si fuese la última, de principio a fin. 
Meses sin descanso que se fueron volando con los aires del invierno. Semanas interminables de trabajo, de estrés, y que se juntaban con las siguientes. Días en los que necesitaba más horas porque no quería que acabasen, porque rogaba al tiempo unos minutos más. 
Han sido tantos y tantos momentos que todos se agolpan queriendo sobresalir unos por encima de otros. 
Si me pedís que escoja uno... ¡No puedo! ¡Imposible elegir sólo uno! Estaría siendo injusta con el resto. Pero aún así, puedo escoger una cosa: las que llegaron. 
Ellas saben perfectamente quiénes son y seguro que se sentirán identificadas en estas líneas. 
Algunas lejos ya... pero con la promesa de volver a vernos algún día. De volver a juntarnos y ser de nuevo la Familia que fuimos durante unos meses. Y Familia con "F", de esa que está para lo bueno y lo malo, de esa que el domingo no falla a la hora de la comida. Una al estilo casi tradicional, serrano. Una sin imposiciones porque fuimos las amigas que escogimos ser eso mismo: Familia. Y es que lejos de casa y encima en otro país, conocer gente no es fácil; crear cualquier tipo de lazo en tan poco tiempo, es bastante complicado; pero conectar y que esa conexión se mantenga, incluso con la distancia, realmente es sólo para unos pocos. ¿Aquella frase que dice "Quien te quiere, te busca"? ¡Totalmente cierta! Es cuestión de ganas... ¡y a nosotras nos sobran! 
Las que nos hemos quedado, seguiremos manteniendo la llama viva todo lo que podamos hasta el próximo reencuentro. 
Pero no puedo dejar pasar esta oportunidad y agradecerte a ti, mi canaria, por estos meses. Has sido mi ancla, mi cuerda, mi salvavidas en muchos momentos en los que me ahogaba. Nuestra complicidad ha llegado ya a ese punto en el que no necesitamos muchas palabras para saber lo que piensa la otra o lo que va a hacer a continuación. Somos ya dos libros abiertos. ¡Y cómo me gusta eso! Nos da igual salir de fiesta que quedarnos en casa hablando hasta altas horas de la madrugada intentando resolver el mundo o nuestras vidas. ¡Te admiro pío-pío! ¡Eres una luchadora nata!
... Y otras no tan lejos. Tengo la suerte de verlas más de lo que podría imaginar, ya que no pasa un mes sin que estemos juntas, y de las cuales ya no puedo prescindir. Me hacen falta. Han hecho más de una locura por estar unas horas [días] más conmigo pero es que llegaron como lo que son: ¡huracanes de vida! Me han dado un nuevo empujón y han sido ellas las que han conseguido, sin saberlo (o tal vez sí), que semanas complicadas, incluso en la lejanía, lo fueran menos, y que cargase baterías, como dice una de ellas, "con cuatro tonterías". 
Difícil ha sido [es] no tenerlas más cerca día a día, el saber que, cuando estamos juntas, no quiero irme, no quiero despedirme, que hay veces que me duele en el alma cuando nos decimos ese "nos vemos en nada"... y tener que hacerlo una y otra vez. "¡Qué apego éste que hemos creado!, ¿no?" Pues sí, pero qué bonito es eso de que absolutos desconocidos se conviertan en imprescindibles. Apenas unos meses han sido suficientes para ser consciente de ello. Ojalá esas despedidas constantes se acaben pronto. Sería una buena señal. 
¡Creedme!, es muy difícil encontrar personas tan auténticas, tan bonitas, como ellas. No tengo palabras suficientes para agradecerles todo lo que han hecho hasta ahora, aunque piensen que no han hecho nada. 
¡Gracias Ana por aquel café! ¡Y gracias Doña Adela! Algún día te lo agradeceremos en persona, ¡aunque sea con los 40! Y todo esto por culpa de un Hello!... 
Sé que me falta mucha gente, incluidos los de siempre, pero no me olvido de nadie y menos hoy... todos tenéis un hueco, os llevo siempre conmigo. Tengo suerte, mucha, pues sé que a pesar de no vernos todos los días, estáis siempre ahí, y cuando nos volvemos a encontrar es como si el día anterior hubiéramos estado juntos. Esa es la magia que tenéis. Sois vosotros, los que de alguna manera y a pesar de la distancia, con vuestras noticias, vuestros mensajes, vuestros audios y vídeos, e-mails, por muy cortos o largos que sean, me hacéis partícipe de vuestras vidas, hacéis que os sienta un poco más cerca, que no me sienta tan lejos y que mi rutina no se haga tan cuesta arriba. 
Mi mejor regalo de esta Navidad y de todo el año ha sido veros realmente felices a muchos de vosotros, por diferentes motivos, pero felices, y haberme dejado compartirlo con cada uno. 
Ha sido un año cargado de señales... pequeñas cosas (o grandes) que siempre me hacían recordar o pensar en algo o alguien, que hacían un guiño al momento presente (o tal vez futuro). Es curioso la manera en la que surgen las coincidencias aunque es verdad que podemos pedirle al universo todas las señales que queramos, y al final, sólo vemos lo que queremos ver y cuando estamos preparados para ello. 
El capítulo de sombras y oscuridad fue dejado atrás pero sirvió para crecer, para aprender y para saber quién sí y quién no, ¡que no es fácil!


Una ilusión [pendiente e ¿inminente?], una promesa cumplida, una celebración inesperada, una nueva Familia, unas Amiguis de por vida... ¿qué más puedo pedir? 
¡Gracias! ¡Gracias a todos! ¡Han sido doce meses de pura magia! 

¿El próximo año? No espero NADA y espero TODO. 
Seguiré buscando la felicidad en las pequeñas cosas de la vida... contigo... con vosotros... teniendo la seguridad de que lo mejor es lo que viene. 

¡Os quiero! ¡Feliz año amigos! 

-DetallesConectados-

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