miércoles, 24 de agosto de 2016

Tras el Erasmus...

Nada sale según lo planeado. Es mejor entregarse a lo imprevisto, a la virginidad de la sorpresa, a todo lo que se te ofrece cuando no esperas nada. Aprendí que el futuro nunca existió, que siempre será un eterno indomable.

Todo lo que yo creía ser perdió rotundidad, se difuminó para desplazarse hacia una laxitud moral que no aceptaba cuestionamientos. Aprendí a vivir en los tonos intermedios de los colores, del blanco al negro hay todo un arcoíris.
Aprendí, también, que una sensación es efímera, pero de alguna manera, infinita. Vivimos a ritmo de sensaciones, conscientes de sentir la intensidad del fuego más vivo en el centro neurálgico del placer. Una llama ardiente a cada momento, el reconocimiento puro del disfrute de la existencia.
Aprendí a desmantelar los prejuicios. Aprendí que nada es lo que parece. Aprendí a ver un mundo de otros. Aprendí a ser verdaderamente tolerante. Aprendí que hay cosas que no podemos controlar. Aprendí que no hay más fin que el gran final, todo lo demás es la vida. Aprendí a no preocuparme de más. Aprendí a los demás. Quise aprender a no juzgarme.

No tenía un gran plan, sólo tenía aquí y ahora. Y aprendí: aprendí a vivir.

-El futuro nunca existió-


A mis gallegas que se van... y a todos esos que habéis pasado dejando vuestra pequeña gran huella. Erasmus es una experiencia intensa, llena de vida, de momentos pequeños que se convierten en eternos. Ojalá vuestro paso sea el inicio de un futuro repleto de posibilidades infinitas...


No hay comentarios:

Publicar un comentario