miércoles, 17 de agosto de 2016

Huracanes de vida

Afinidad, empatía. Una cuestión de energía. Aquella intuición.
Tener la suerte de que mi camino se haya cruzado con ellas.
Las personas que se mueven bajo la energía de la gratitud y del afecto son las que llegan con todo, como un huracán de vida. Un huracán que no deja destrucción en su camino pero que arrasa allá por donde pasa y es imposible no dejarte envolver. 
Y esas, sin saberlo, sin gran esfuerzo, tan sólo con las ganas de dar, de compartir, de hacer al otro feliz, traen en el equipaje un cambio de 180º en nuestra vida. 
Personas fuertes pero que no esconden las cicatrices de la vida. Personas que no se olvidan del lugar de donde vienen y que consiguen sacar lo mejor de ti. 
Personas que contagian a las otras con su optimismo y su esperanza en aquello que ha de venir. 
Gente simple y generosa, gente de abrazos. Gente que aprendió que somos más felices cuando hacemos a los otros felices. 
Esas que llevan tatuado el detalle en su ADN, que la locura sana les corre por las venas. 
Me gustan las personas así. A las que les gustan (genuinamente) las otras personas. Las que sin saberlo, nos iluminan el día, que añaden sol a los días de los otros. Sin filtros y sin edición. 
Personas raras. Personas que queremos tener cerca toda la vida... e incluso un día más. 

-DetallesConectados-

Para dos huracanes de vida: Aída y Rocío. ¡Os quiero!

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