martes, 6 de junio de 2017

Incrédula

Y cuando menos lo esperas alguien sostiene tu mano y tú incrédula por tu falta de costumbre no sabes si sujetarla o no.
No sabes cuánto durará esa mano, ni la compañía que ella implica pero rara vez una mano agarra a otra, rara vez una mano aparece en nuestro camino diario, ese en el que tú sola te agarras con uñas al esfuerzo diario que implica esta sociedad de salvajes en la que nos hemos convertido. 
Una vida en la que sólo vale el sálvese quien pueda, y sólo nos preocupa si nos concierne, si no, ojos que no ven corazón que no siente.
Una sociedad en la que las personas con gran corazón poco lugar tienen, un mundo en el que casi ni se permite llorar, y si lo haces mejor que lo hagas a escondidas. 
Una vida en la que cada vez se hace más difícil creer en las amistades verdaderas, en el amor incondicional, en los sentimientos puros, en las palabras de corazón. 
Y ahí te ves tú, mirando esa mano que parece ser amiga, y sientes miedo de sujetarla y caer, porque son muchas las veces en las que has sentido que cuando tus piernas fallaban, no había nadie para sujetarte y cuando tu corazón se rompía no había mano que te sostuviera, y entonces lo que sobretodo sientes es miedo a caerte. 
Pero mira cada uno es como es, y yo soy así, quizás no tenga lugar en este mundo y quizás me toque volver a chocar con la misma piedra y sentir la misma soledad al ver que quien consideraba amiga realmente no lo es, pero de perdidos al río, y por eso prefiero caer por haber sido yo y actuar con el corazón que caminar sola por miedo a que me resquebrajen el corazón. 

-Itxaso Cenzual-

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