sábado, 3 de junio de 2017

Imaginar la realidad

He dado tantas vueltas a este post, que al final, voy a hacer lo que se me da mejor: dar libre albedrío a mis manos sobre el teclado y abandonarme para que las palabras y los pensamientos surjan solos. 
Es fácil que en el día de hoy me deje llevar por los recuerdos del pasado, tal vez tildados de melancolía, a pesar de ser uno de esos en los que la felicidad debería ser el sentimiento dominante. 
Inevitable será echar la vista atrás y recordar de dónde viene todo. El principio. Y cómo hemos llegado hasta aquí. 20 años después. 
No es que quiera sustituir mi presencia física por la digital, ¡ni pensar!, pero doy gracias a eso de las redes sociales y al móvil. De alguna manera han permitido que no pierda esos lazos, cordeles, cuerdas, que me atan a la realidad de mis orígenes. Un origen del que eres clave y que hoy nos vuelve a juntar para celebrar un día muy especial: tu día. 
A pesar de la distancia y las dificultades que aparecen en el camino, hay una cosa que siempre he tenido muy clara: si quieres estar realmente presente, haces lo posible e imposible para ello. Donde sea. Como sea. Y hoy es uno de esos días. Para estar contigo, para verte feliz. 
Pero ahora mismo, como decía al principio, no quiero pensar mucho, y quiero hacerme eco de unas palabras que leía hace un tiempo: prefiero imaginar. 
Prefiero imaginar aquello que has preparado con mimo, con quebraderos de cabeza y sin parar durante escasos meses. Todo para que fuese una celebración perfecta. 
Y empiezo a divagar y te imagino en un par de horas con una sonrisa de oreja a oreja, con los sentimientos a flor de piel permanentemente, con tus ojos llorosos llenos de emoción y, al mismo tiempo, de felicidad. Bueno, ¡a quién vamos a engañar! Si en la despedida fue lo que fue... creo que de esta vez necesitarás el rollo entero de papel higiénico. 
Te imagino con tu vestido, secretamente guardado hasta el último momento, con el que estarás y te verás deslumbrante, a pesar de las incontables veces que has dicho por ahí: ¡si quieres te lo enseño!, fruto de las ganas que tienes de este día y bueno… que en el fondo no consigues quedarte callada. Te puede el ansia, el nervio.
Te imagino culo inquieto durante todo el cocktail y el banquete, preocupada, y preguntando a cada uno de los invitados si se lo está pasando bien, si estamos bien, si nos está gustando. Nada diferente de lo que haces en tu día a día con los que quieres. 
Te imagino haciendo el ganso (versión cocorock) cuando llegue la hora del baile. Tranquila, ya sabes que no serás la única. ¡Tienes fieles amigas que no te dejarán quedar mal! E intentando fingir que sabes todas las canciones, cuando no es así, aunque el playback se te da de vicio. 
Pero principalmente te imagino feliz por todo. Por ser ese día que anhelabas tanto y que parecía que nunca iba a llegar, pero que ha llegado finalmente. Por estar con los vuestros. Por poder compartirlo con aquellos que queréis. 
Por ser TU día... VUESTRO día. 

¿Sabes qué? Creo que mi imaginación no será muy diferente de la realidad. 

Ana, buena, especial y única. Siempre cerca... dejando los sentimientos grabados en tinta. Desde el primer día. 

Sólo os deseo una cosa: ¡que seáis más felices todavía! 
¡FELICIDADES Amiga! 
¡Te quiero! 

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