miércoles, 15 de febrero de 2017

Segundas oportunidades

Cómo no, una vez más, un instante de mi vida da pie a una idea y a un post. Y es que tal y como diría mi amiga Rocío con todo su cariño: "no podemos hablar mucho que luego coge ideas y las publica..."
En esta ocasión, antes de sumergirme [sumergiros] de lleno en el texto, me gustaría haceros una pregunta y que reflexionarais. 
¿Cuánto ha cambiado vuestra vida en los últimos diez años? No me refiero a trabajos, familia, hijos, casas... Me refiero a vosotros mismos, vuestra personalidad, vuestra forma de ser. La esencia probablemente ha sido siempre la misma, pero habéis madurado, os habéis adaptado según las circunstancias, las vivencias... ¿En qué habéis cambiado? 
Casi todos los que me leéis, estáis [estabais] entre los 20 y los 40. Por lo tanto os considero gente joven, siempre en constante evolución y crecimiento, principalmente en lo personal. Y por eso mismo os pregunto: ¿sois mejores personas ahora o cuando teníais diez años menos? ¿Cómo os veis ahora? ¿Y antes? 
Tenemos una base, la cual vamos alimentando y haciendo cada vez mayor. Es el camino que vamos recorriendo y las personas que van apareciendo en él, lo que nos va modelando, configurando, para bien o para mal. 
Parad un segundo y retroceded en el tiempo. Seguro que habrán surgido muchas personas durante el viaje pero pensad en vuestra gente... ¿Siguen los mismos de aquella época? ¿Habéis perdido a alguien en ese trayecto? 
Hace unos días tuve la suerte de reencontrarme con un grupo de amigas que no veía hace casi una década. Circunstancias del guión, inmadurez y la aparición de otros caminos y otras personas hicieron que me fuese alejando poco a poco de un grupo que lo era todo para mí en aquel tiempo. Amigas que habían estado en momentos clave de mi vida y que inclusive eran mi soporte, casi de la noche a la mañana dejaron de ser ese "apoyo". Me alejé tanto que llegué a perder la pista a algunas de ellas. Las redes sociales están ahí, y aunque ayudaron a no perder totalmente el contacto, ya se sabe que no es lo mismo. Donde esté un café o un vino, cara a cara, que se quiten las redes sociales o el móvil. 
Lo confieso: ¡estaba nerviosa por ese reencuentro! Tanto, que apenas dormí la noche anterior. E incluso se lo comenté a una de ellas. Fue un momento singular, extraño, pero en el que "as saudades vieram ao de cima" (algo así como "la añoranza surgió"). 
Y es que siempre sentí aquella fase de mi vida como una fase inacabada, pendiente. No es que quisiese acabarla, ¡ni mucho menos! Podía haber dado mucho más de sí pero es verdad que en aquel momento era todo muy confuso. La vida me acababa de dar la mayor bofetada que podía recibir, yo misma me sentía en proceso de cambio y mi cabeza viajaba a la velocidad de la luz y sin frenos. Ciertos comportamientos fueron inmaduros, propios también de la edad, e incluso egoístas. Metí la pata, con algunas personas hasta el fondo, y además cuando no se lo merecían. Como persona humana, me equivoqué. Pero aquel episodio, aunque sí con tristeza, no lo veo como un mal recuerdo, sino como un aprendizaje. 
Han transcurrido años y el otro día, cuando nos reencontramos, fue como si no hubiese pasado el tiempo. Es más, como si no hubiese pasado nada. Parecía que el reloj hubiese retrocedido y se hubiese congelado en aquella época de forma momentánea. Pero diez años dan para mucho y si pensáis que vuestra vida ha cambiado durante ese tiempo, la de los otros también. 
Desubicada sería la definición perfecta sobre cómo me sentí los primeros minutos. Algo bastante lógico después de una década de desconexión. Y es que aunque lo intentemos, es imposible resumir tantas cosas, tanta vida, en pocas palabras. 
Fueron unas horas de reconquistar unas sensaciones perdidas a lo largo del camino, de volver a reenganchar con un tiempo que fue feliz, de intentar recuperar un capítulo que lo había dejado a la mitad, de rescatar aquellas miradas cómplices que tanto quería... 
Sé que he cambiado a lo largo de todo ese tiempo, que ya no soy aquella chica perdida y que ahora soy mejor de lo que era. No es ser vanidosa, es tener esa sensación, sentir que soy feliz conmigo misma, con la persona que me he convertido, con mis virtudes y defectos. Una mejor versión. 
Ojalá no hayáis perdido nada o a nadie importante por el camino. Y si lo habéis hecho, todavía estáis a tiempo de recuperarlo. "El tiempo pasa, y a veces, la vida regala segundas oportunidades a quien sí las merece.
No sé si seré merecedora de una segunda oportunidad o si mi reencuentro será el inicio de ello, pero por lo menos supo a eso. 

-DetallesConectados-

No hay comentarios:

Publicar un comentario