sábado, 24 de septiembre de 2016

Que todo pasa, que todo llega...

Cada vez nos cuesta más poner una fecha para volver a vernos. Diferentes caminos, otras ciudades, nuevas compañías… Inseguridades que van dejando paso a una serenidad que te hace sentir bien, que te hace pensar que estás en el lugar adecuado, que acallan esas prisas que a veces te entran por volver. Parece que has acabado entendiendo que tu sitio es aquel en el que te encuentras, que en ti -y solamente en ti- está el hacerlo tuyo.
Pero agradeces cada mensaje, cada llamada, cada “qué ganas de verte” o cada “me acordé de ti”. Sigues teniendo ganas de estar allí o de traértelos para acá, pero ya no sientes estar en tierra de nadie, ahora disfrutas de los que están lejos de otra forma y te empeñas en conocer mejor a los que tienes cerca. Aunque también cuentas los días para volver y comprobar que el tiempo pasa, pero que los sentimientos permanecen; que las ciudades pueden variar de aspecto, pero que son quienes las habitan los que realmente las transforman con su simple presencia. Al fin y al cabo, recuerda que de nada nos sirve regresar a casa si está vacía. 
Sus risas suenan igual que siempre y siguen con esa capacidad intacta de contagiarte su alegría. Y los momentos especiales surgen sin que nadie se lo proponga, una simple reunión alrededor de una mesa es suficiente para que fluyan los recuerdos y tomemos conciencia de qué es lo que nos une, qué es lo que realmente importa. Y sus abrazos siguen curando. Y las puestas al día duran horas, porque nuestras dudas crecen a medida que cumplimos años, porque nuestras decisiones pesan… Porque, al fin, hemos comprendido que la verdadera felicidad puede variar en función del “sí” o el “no” que pronunciemos en determinados momentos, de un salto a un agua que siempre nos salpica, a nosotros y a los que nos rodean.
Cada vez es más difícil reencontrarnos, de hecho hay ausencias que no se suplen fácilmente. Cada vez más vida a cuestas, más heridas que curar pero también cosas más importantes que celebrar, ¡que no es lo mismo sacar buena nota en un examen que dar vida! Cada vez os echo de menos con más intensidad, pero a la vez he aprendido a reconciliarme con ese sentimiento, que me ha enseñado a valorar a quien tengo en mi vida, por encima de esas circunstancias pasajeras que se llaman distancia y tiempo. Que todo pasa, que todo llega. 

-Telodijecantando-

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