domingo, 8 de mayo de 2016

Me despido...

Me despido hoy.
Me despido de lo que ha sido mi segundo mundo durante 25 años. Un cuarto de siglo con un balón debajo del brazo, o mejor dicho… ¡botándolo! Y no puede haber mejor manera que culminándolo con una final nacional y una lucha por una subida de división.
Un torrente de sentimientos, de sensaciones y de recuerdos inolvidables recorrerá hoy todo mi cuerpo…
Quien ha jugado o practicado deporte me entenderá. Habrá otros que no. Sólo viviéndolo se puede tener una noción de lo que ha podido significar una vida dedicada a un deporte que me lo ha dado todo: una forma de vida, una escuela constante, una asignatura necesaria... además de amigos y una segunda familia.
Hace unos meses, leía en una entrevista a una jugadora de baloncesto a la que admiro, que las experiencias que había vivido hasta ese momento y las que podría vivir todavía, no podía compararlas... Cada una tenía su característica especial, unas circunstancias que convertían a cada una de ellas en momentos únicos e inigualables.
¡Eso mismo es lo que puedo decir de estos 25 años! Momentos únicos e inigualables, todos diferentes... ¡y que no se pueden comparar!
He pasado por 7 clubes distintos. Todos con sus cosas buenas y malas. Pero me tengo que quedar con dos. Aquel que me dio las mejores amistades y aquel que me lo dio todo en mi país de acogida: Unami y Carnide, ¡gracias!

¡Gracias por darme la oportunidad de formar parte de un deporte tan maravilloso!

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