lunes, 12 de febrero de 2018

Regalos

¿Y si febrero es ese mes? ¿El mes del cambio definitivo, del cambio total? ¿O no? ¿Sólo uno más, pero repleto de momentos bonitos y algunos inesperados?
Confieso que había empezado el año algo resignada, a lo mejor algo en las nubes, tal vez pasota... sin ganas de nada y al mismo tiempo de todo. Con la necesidad de que algo surgiese y que hiciese cambiar el rumbo de las cosas. Pero no ha sido un algo sino un alguien lo que ha cambiado: yo misma. 
Lejos de esas primeras semanas de extremo agobio y ansiedad, la calma, que no el conformismo, se ha ido adueñando de los últimos días. 
He empezado a aprender en esta nueva etapa que cada uno de ellos comienza como una nueva oportunidad. Ante la incertidumbre que me presentan en cada amanecer, me he propuesto vivir uno por uno. Sin prisas, pero sin pausa. Emocionándome con cada detalle y cada momento, aunque parezca que no haya ninguno. 
Hace unos meses estaba en una situación límite... un trabajo que detestaba, una zona de confort que ahogaba y con un futuro inexistente, tanto personal como laboral. 
En estos momentos todo es una incógnita pero una incógnita feliz y voy poco a poco asimilando que tal vez esa incertidumbre sea un aprendizaje más, otra lección que añadir al libro de vida. 
Y es que ahora miro hacia adelante e intento visualizar. De vez en cuando dirijo mis ojos hacia el tobillo derecho (aunque debería hacerlo más a menudo como dice mi pequeña), proyecto, cojo aire y sigo... Sé que esto no ha hecho más que empezar. No voy a dármelas de superhéroe y obviamente hay días malos, realmente malos. Pero es que tengo la suerte de tener unas amigas que no dejan que me caiga, que todos los días (aunque no sean conscientes) me recuerdan las razones por las que he vuelto. Y si por alguna casualidad me cayese, estoy segura de que me ayudarían a levantarme. 
Lo bonito de ellas es que están para todo, como si de un matrimonio se tratase. En la salud y en la enfermedad, la riqueza y la pobreza (principalmente esta última porque de duros no andamos sobradas), lo bueno, lo malo, lo que precisas aunque ni siquiera lo sepas... Son de esas que celebran contigo las pequeñas cosas, los pequeños logros y alegrías de tu día a día, las que te hacen reír hasta llorar, con las que compartes todo sin filtros (aunque tardes unos meses en hacerlo) aunque también las que te echan un cable de forma desinteresada, las que te ayudan a quitar hierro al asunto cuando es necesario, las que te animan en los días de bajón, esos en los que te levantas con el pie izquierdo y que por mucho que lo intentes, el día sigue avanzando torcido. Pero es que tan sólo es necesario un segundo, una palabra de ellas, para que todo eso cambie y para que tu día, al final, sea mejor. 
¿Y sabéis qué? Que necesitamos tan poco para ser felices... 
¡Aunque ojo!, que somos camaleónicas y nos adaptamos a lo que nos pongan delante, pero siempre con la misma premisa de fondo: juntas. Y es que nos basta una mesa, cenar, unos mojitos y esa conversación que dura horas y horas intentando resolver el mundo y recordando momentos ya del pasado, sobretodo anécdotas que fueron el momento gracioso (o ridículo) de alguien o algo en un viaje, una salida o una reunión, y que sólo acaba porque en algún momento hay que irse a dormir.
Sin querer hemos dejado a un lado las fotos que tanto nos hacíamos. Parece que la edad nos pesa y vamos dando paso a eso que llaman aprovechar realmente cada segundo para que se quede grabado en la memoria y no en la tarjeta del móvil. 
Cuando escribo estos post, me da por rebobinar cual casete y echar la vista atrás, repasar, sonreír (algo inevitable) y hasta emocionarme con algún recuerdo. Son esos momentos en los que pienso: ¡joder, qué suerte de caminos! 
Y es que son personas raras, peculiares, algo trastornadas, pero de un corazón que no cabe en el pecho. Es difícil encontrar ejemplares semejantes y en un mismo grupo. Fueron, y son, esa casualidad (no casualidad) que me demostró que todavía existen personas regalo y yo no cambio regalos. 
No las cambio por nada. 
No quiero otras. 
Las quiero a ellas. 
Cerca. 

-DetallesConectados-

No hay comentarios:

Publicar un comentario