miércoles, 23 de marzo de 2016

Manual del Emigrante III

Vacío...
Esa es la sensación que más se repite cuando emigras. Y es que no sólo dejas atrás tu ciudad, tu familia y tus amigos, también dejas atrás tus costumbres, porque normalmente no son compatibles con las del país de acogida.
Y las costumbres portuguesas y españolas, aunque tan cercanas, mezclan muchas veces tan bien como el Baileys y la tónica. Y es que en el fondo, entendemos la vida de forma distinta. Nuestra forma de trabajar, de vivir el día a día...
Cuando emigras, ya sea por el nuevo idioma, por las nuevas costumbres o por las nuevas amistades... uno se acaba sintiendo fuera de lugar.
Y es que te puedes llegar a sentir rechazado hasta por tu propia familia. Claro que, ya se sabe que la familia, ¡no se escoge! Pero ya sea por nuestra familia o por el país que nos acoge, todos buscamos lo mismo: no ser rechazados.
Hay una cosa de la que estoy segura y es que tarde o
temprano todos encontraremos la forma de integrarnos. Incluso con gente que pensabas que era muy distinta a ti, encontrando tu lugar en este nuevo mundo.

-Parafraseando a Buscando el Norte-

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