Para que sonrías, para que no te olvides de los que lo hicieron bien cuando tuvieron la oportunidad de tratarte. Para que sigas agradeciendo con la ilusión del principiante cada oportunidad que se te da. Para que cantes sin vergüenza y bailes sin zapatos, para que bebas en buena compañía y comas saboreando cada trocito, para que abraces con fuerza y sepas aflojar cuando llegue el momento de la despedida. Para que sepas ganar y perder, para que cuentes con la suficiente humildad a la hora de reconocer tus fallos y seas lo bastante inteligente como para potenciar tus virtudes. Para empezar a contar hasta cien cuando la cuenta realmente está en negativo, para replantearte tus miedos y pensar si son más grandes que tus ganas, para darle su sitio a la esperanza.
-Te lo dije cantando-
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