Hay certezas que vale la pena volver a escribir. Más que nada para no olvidarlas.
Hay desilusiones que son fundamentales para llegar a esa alegría que precisamos. Hay cosas que necesitamos perder para llegar hasta aquello que tenemos que ganar. Hay momentos en la vida en que todo se vuelve mucho más claro.
Pedimos a la vida que sea simple, leve, sin complicaciones. Y la vida nos responde en voz alta, indicándonos las flechas el sentido apropiado.
Quien tiene que dar el primer paso para simplificar, soltar y saber agarrar somos nosotros.
Una de las mejores cosas que la vida te va enseñando es a darte cuenta con quién puedes (de verdad) contar. Quiénes son las personas que te quieren todos los días. Las que son el consuelo, el puerto seguro, el alivio en el peso del mundo. Las que dicen la verdad que necesitas oír, las que son el ancla que te asegura, el abrazo que calma, el hombro donde apoyarse.
Una de las mejores cosas que la vida te va enseñando es a darte cuenta (y a agradecer) la suerte que tienes por tener en tu vida personas que continúan abriéndote los brazos en los días en que sólo te acuerdas de aquellos que te dieron la espalda.
No hay nada más valioso que las personas que te hacen creer que para todo existe siempre una salida. Son esas, las que hacen que la vida sea más leve.
-DetallesConectados-
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