Todos tenemos derecho a segundas oportunidades, a intentar llevar a cabo el “si quiero, puedo”, a escuchar unas palabras de aliento y a arriesgarnos sin tener cargo de conciencia. Todos tenemos derecho a dejar a un lado los “por si acaso” y apostar por los “por supuesto”, a olvidarnos de las dudas y derrochar seguridad. Todos tenemos derecho a atrevernos con los planes improvisados, con los “aquí y ahora”, con rutas que se escriben en la servilleta de un bar.
Y tú también.
-El alma en los labios-
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