Escoger de entre todo lo que tienes qué te llevas contigo y qué dejas atrás, mirar a tu alrededor y ver paredes vacías, repasar mentalmente cada día que has vivido allí, meterlo todo en una caja y despedirte. Las mudanzas nos renuevan por dentro y por fuera, nos ilusionan porque una etapa distinta a la anterior se abre ante nosotros y los comienzos se inventaron para hacernos espabilar… Parece que alguien nos zarandea y nos dice, “sólo faltabas tú para que todo empezara de nuevo…”
Porque un día el traslado de todas nuestras pertenencias -y de los recuerdos, no los dejemos atrás- acaba y, de repente, nos encontramos instalados en nuestro nuevo destino. Al llegar, nos fijamos mucho en aquello que vamos desempaquetando, en que no tenga ningún rasguño e intentamos que luzca igual de bien aquí a como lo hacía allí.
Pero yo te pregunto, y tú, ¿has llegado bien?
Los cambios siempre cuestan, dan algo de vértigo y es inevitable preguntarnos si hemos hecho bien tomando ésta o aquella decisión.Los pasos que vamos dando en esta vida son consecuencia de todas y cada de nuestras acciones. Es verdad que las circunstancias nos condicionan, pero somos nosotros los que tomando partido, damos ese golpe de timón que todo lo determina. A estribor o a babor, sí, pero por decisión propia, que no sean las olas las que dirijan tu rumbo.
Una mudanza es siempre un revulsivo, te obliga a pararte y pensar, a reflexionar sobre qué te ha llevado a encontrarte en el punto en el que estás justo ahora. Alégrate por los éxitos conseguidos, tuyos son… Al igual que los fracasos y las decepciones, que también te pertenecen y te sirven para aprender, para desechar aquello que ya no tiene cabida en tu vida y que debe dejar paso a cosas nuevas.
Piensa que si hoy te encuentras ante varias opciones es porque ayer descartaste otras, porque tienes poder de decisión sobre tu vida y eso es mucho más de lo que algunos pueden decir, así que siéntete afortunado. Nuestras dudas también forman parte de este camino, preguntarnos dónde estamos y hacia dónde queremos dirigir nuestros pasos es necesario para seguir adelante.
Si quieres motivarte piensa por un segundo en dónde estabas hace un año -quizá mejor, quizá peor-, pero ten en cuenta que en todo este tiempo has dado y has recibido, da igual hacia dónde se incline la balanza, créeme que ha merecido la pena.
-Te lo dije cantando-
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