Soy lo que escribo y lo que jamás me he atrevido a decir. Soy los abrazos que he dado y los besos que rechacé. Soy los apellidos que figuran en mi DNI y la forma cariñosa de llamarme de mi abuelo. Soy el mayor orgullo de mis padres y la decepción esporádica de un gran amigo. Soy la locura de las noches de verano y la absoluta paz de las tardes de invierno. Soy el ataque de risa escandaloso y el llanto desconsolado en silencio. Soy los perdones que he otorgado y el rencor del que no me deshago. Soy el niño ilusionado en la noche de Reyes y la explosión de sensualidad en la pista de baile. Soy la guerra cuando la causa lo merece y la declaración de paz después de una batalla. Soy el grito del rebelde y la sangre en la lengua del que se la muerde. Soy los libros que he leído y las palabras de amor tatuadas en mi piel. Soy tan común que pasaré desapercibida por la calle y tan especial que jamás podrás olvidarte de mí. Soy las experiencias que he vivido y los proyectos futuros que lucho por cumplir. Soy la gente que me acompaña en el camino y, sobre todo, soy los pies que lo recorren.
-La mirada de Julita-
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