Aprendí que cuando te equivocas es cuando más se aprende, y que los palos sólo nos hacen más fuerte todavía. Aprendí que no es más valioso quien lleva más tiempo, sino quien ha marcado más la diferencia, quien se quedó cuando todo el mundo se fue y quien te aceptó incluso con tus defectos. Aprendí que el amor no acaba si se cuida, se respeta y se valora. Y que los pequeños detalles son los que realmente merecen la pena, los que permanecen siempre en nuestra memoria. Aprendí a valorar las cosas, a no preocuparme por tonterías y a saber aprovechar cada segundo.
Aprendí que hay quien sólo quiere hacer daño, y que el mundo está lleno de envidiosos y de enemigos. Que hay quien te odiará por lo que eres, pero hay otros que te amarán por la misma razón. Aprendí a no rendirme a pesar de cada bache, cada adversidad o cada piedra en el camino, porque sé que todo esfuerzo siempre tiene su recompensa.
Aprendí a sonreír, aun con todas las veces que lloré. Aprendí a no confiar en nadie hasta que me demostrara que valdría la pena, y a no esperar nada de nadie, porque siempre fue mejor llevarse sorpresas a desilusiones. Aprendí que si no me quiero yo, no me va a querer nadie. Y que no es quererse mucho, sino quererse bien.
Aprendí a vivir,
aun con todo lo que eso conlleva.
-Un rincón maravilloso-
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