Donde nos vemos pequeñitos y extrañamente ridículos. Donde se respira despacio y, cada cinco o seis minutos, es obligatoria una dosis extra de oxígeno. Donde casi siempre hay mar y las decisiones se toman sin darle vueltas. Donde a veces, muy pocas, dejas entrar a alguien con cerveza.
Donde nunca estás tú.
Donde se ordena todo.
-@labenitoescribe-
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