3, 2, 1,…
Empieza a soltar.
Suelta todo aquello que no viene a tu mente cuando cierras los ojos. Lo que debes forzar para que vuelva a tu memoria. Lo que sueles olvidar una y otra vez, lo que no es tan esencial como a veces te empeñas en que sea. Aquello en lo que no piensas cuando te paras a pensar. En ti. En esto y aquello. En lo que quieres y lo que no. En lo que es para ti la felicidad.
Suelta lo que está pero no está. Lo que por más que te esfuerces, no puedes ver. Lo que nunca está cuando lo necesitas. Lo que no ves en tu vida porque no debe estar. Lo que no sirve. Lo que no utilizas desde hace mucho tiempo, ni esperas volver a hacerlo. Lo que ocupa un espacio muy valioso, demasiado. Pero que no es su lugar.
Suelta lo que ya no te aporta nada, aunque en su día sí lo hiciera. Lo que en su momento fuera muy importante, incluso imprescindible. Lo que hoy ya no es lo mismo, y ha perdido todo sentido, todo valor. Lo que sabes que hoy sobra, por mucho que trates de negarlo, o te cueste reconocer. Aquello que retienes simplemente por apego. Por cariño no correspondido. Por tener.
Suelta apegos, miedos, bloqueos. Todo lo que te paralice, sea del modo que sea. Todo lo que te haga hacer sacrificios innecesarios. Todo lo que te deje suspirando detrás del cristal, sin hacer nada. Suelta todo lo que te ate al muelle, y te deje en tierra viendo zarpar un barco tras otro. Queriendo zarpar. Pero sin atreverte siquiera a intentarlo.
Suelta etiquetas. Las que hayas puesto sin ton ni son. Sin pensar. Sin preguntar segundas opiniones ni si eran adecuadas. Pero suelta también las tuyas. Las que otros te pusieron sin preguntarte. Y que tomaste como propias. Y suelta también las que te autoimpusiste. Las que no hacen justicia a la verdad. Las que te limitan y no se corresponden con la realidad.
Suelta el orgullo, los celos y los prejuicios. Nunca hicieron bien a nadie.
Suelta lo que te robe felicidad. Aunque sean unos segundos. Lo que te hunde con una frecuencia que no debería ser la habitual. Lo que no sólo te hace ir hacia abajo, sino que te arrastra con él. Robándote toda energía, voluntad y fuerza. Todo lo que te robe sonrisas y te arrebate ilusiones.
Suelta lo que te moleste. Lo que te incomode. Aquello de lo que puedes prescindir, si quieres, pero que por x o y, sigue estando ahí. Por dejarlo estar, por dejarlo para mañana, por pereza. Elimina lo innecesario, los por si acasos que nunca usas, lo que guardas por guardar. Lo que guardas para hacer bulto, incluso para aparentar.
Suelta recuerdos, objetos y personas. Di adiós, sin miedo. No en vano dicen que cada persona llega a tu vida por una razón, por una temporada, o para quedarse de por vida. Para mostrarte algo, para que aprendas algo importante. Para ayudarte en algo, para acompañarte durante el trayecto. Y que una vez cumplido el propósito… Cada cual que siga su camino.
Suelta las oportunidades que ya no quieres. O más bien, decídete a no tomarlas. Todas las que no debiste ni siquiera considerar. Porque son de otros. Porque son las que otros te impusieron. O las que otros quisieron soñar. Pero no tú. Suelta también toda oportunidad que te suponga conformarte. Y ve a por todo, y a por más.
Suelta esa parte tuya que ya no es tan tuya. Esa parte de ti que te apasionaba, que defendías, que te mostraba. Tal cual eras. O casi. O como querías ser. O como querías que otros te vieran. Y que desde hace tiempo te chirría. Y ya no encaja. Limpia todo aquello, y sigue con lo que aún es parte de ti.
Quédate con lo que vale.
Y lo demás, suelta.
-Entre suspiros y un café-
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