Llevo unos días sin grandes ideas para escribir. Debe ser culpa de este calor, que ha llegado de repente y que finalmente parece que ha venido para quedarse.
Han sido dos meses locos, lo confieso, con las emociones a flor de piel permanentemente. Y hoy ha sido el primer día, de esos dos meses, que he tenido tiempo para parar, respirar y coger aire nuevamente para lo que viene ahí, que no es poco. ¡Menuda agenda!
No sé si alguna vez os he contado cómo surgen estas comeduras de tarro que luego se ven plasmadas aquí.
Leer, una frase, una canción o un momento vivido, en la mayoría de los casos, es lo que hacen encender la bombilla. El resto se va formando conforme mi cabeza va dando vueltas... Incluso a veces, los astros se alinean, como dice alguna que conozco, y la lectura aparece al mismo tiempo que ese instante que considero único e irrepetible.
Los amigos y la amistad han sido el centro de mis palabras, casi siempre con letras bonitas, de muchos post. Pero estas últimas semanas he vivido situaciones que me han hecho pensar, recapacitar, y también rememorar.
Como en una relación de pareja, las amistades también hay que cuidarlas, trabajar en ellas, no siempre son fáciles y no siempre se acierta a la primera.
Si echo la vista atrás un poco, puedo ver todavía cuánto costó quitarse la venda de los ojos y ser consciente de quién estaba realmente y quién lo hacía por el simple hecho de estar, quién aportaba y quién no.
No fue sencillo, pero a veces es necesario tropezarse, perderse para volver a encontrarse y regresar más sabio, menos ingenuo.
Y es que las cosas difíciles cuestan: abrirse de nuevo, dejar caer las barreras y confiar. Vale la pena intentarlo. Si no lo haces, tal vez podrías estar perdiéndote algo maravilloso.
Ha sido un camino largo para retomar algunos capítulos del pasado lejano, aprender del cercano y vivir el hoy sin miedo.
Todo, para entender que tengo gente, más o menos presente debido a las circunstancias, que realmente se preocupa. Porque una amistad, de las que importan, puede tener espacios y comas, pero nunca punto final.
Todo ese camino para aprender que el mayor regalo que se puede recibir en la vida es ese: la amistad. Y yo tengo la suerte, tal vez más de la que merezco, de rodearme de amigos que se quedan y que caminan conmigo, lado a lado.
-DetallesConectados-
Y luego llegan esas personas que se encuentran cuando la vida decide hacerte un regalo.
-Charles Dickens-
Cerca o lejos. Pero en el momento de estar estamos los dos. Sin dudar. Sin esperas. Amistad de la que da igual el tiempo que pase.
-Defreds-
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