My partner in crime tiene una filosofía de vida que me encanta. Le admiro y le quiero como a un hermano, y él lo sabe.
Pocos meses después de conocerle fui testigo de cómo daba una lección de educación y de saber estar a personas mucho más mayores que él. Han pasado tres años de aquello y me acuerdo como si fuese ayer. Callar bocas con la verdad, se suele decir.
Pero si hay algo que adoro de su personalidad es esa sonrisa que lleva por montera allá por donde pasa. Eso, y su "hola" o "buenos días". ¡Siempre! No falla.
"Di hola a quien ves todos los días" |
El otro día, paseando por la ciudad, me encontré este cartel pegado en la marquesina de una parada de autobús, y me acordé de él.
Le envié un mensaje casi instantáneo y le dije: qué poco cuesta hacerlo y qué poca gente lo lleva a la práctica.
¿Os habéis parado a pensar con cuánta gente os cruzáis a diario y ni siquiera os saluda? O peor... ¿que os pone mala cara u os gruñe cual perro rabioso?
Así que, hoy, os invito a que sonriáis, más todavía, y que digáis ese "hola", incluso a aquellos que no os devuelven el saludo ni la sonrisa... Porque como diría él: "Sonreid, que una sonrisa no cuesta nada. Es gratis."
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