Te entiendo, hay días en los que apetece estar tirado en el sofá, pedir una carbonara familiar del Telepizza y ver un capítulo tras otro de tu serie favorita.
Pero qué me dices del dolor de pies que queda después de saltar hasta que no hubiese un mañana.
Brindar con esa familia que se elige por salud y libertad.
Y decirles que los quieres, que los quieres mucho.
Qué me dices de saltarte un poquito las normas de vez en cuando.
Las dietas, los complejos, lo que piensen de ti.
De amortizar ese cuerpo que te ha tocado.
De desgastar tus articulaciones y tus cuerdas vocales.
De ejercitar los 400 músculos que se ponen en marcha cuando nos reímos a carcajadas.
Y, aunque a veces duela, el corazón hay que entregarlo de vez en cuando.
-Dime tú cómo lo ves-
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