Hay días que importan. Y mucho.
Aunque no tuvieran nada de especial al principio. Incluso aquellos que empiezan torcidos, aburridos y monótonos. Como un lunes gris y lluvioso de un frío invierno. Como los anuncios que interrumpen la película, que retrasan el esperado final. Días de relleno que pasan sin pena ni gloria. Sin darte cuenta de que tienen todo para ser grandes días.
Hasta que te das cuenta.
Hay días en los que remontas y hasta ganas la carrera. En la que ibas a la cola. En la que ya nadie te tenía en cuenta. En la que pensabas abandonar. En la que nadie te animaba ya. Ni siquiera tú. Pero ahí estás. Ganando terrero y sorteando obstáculos. Dejando atrás los frenos, sosteniendo bien fuerte las riendas. Viendo cómo te acercas. Cómo llegas. Cómo cruzas la meta.
Mirando siempre al frente. Y al futuro.
Días en los que todo funciona. Tanto lo que esperabas como lo que no. Lo que sucede solo, sin ayuda, sin esfuerzo. Y te sorprende. Para bien. Para mejor. Para hacerte sentir increíblemente bien. Para hacerte creer, de nuevo. Para dejarte soñar, sin límites. Para dejarte albergar esperanza, donde pensabas que nada quedaba. Para hacerte ver que el telón sigue abierto y la función en pleno apogeo. Que lo de antes, era sólo un descanso. Una breve pausa.
Hay días que sí. En que todo es que sí. Que adelante, que no te detengas. Ante nada ni nadie. Días en que todo sale como quieres. A pedir de boca. De una manera increíble. Fascinante, asombrosa. Como si alguien hubiera escuchado tus deseos. Como si alguien lo hubiera pedido por ti. Como si alguien moviera los hilos para que tú sólo disfrutaras. Sin pensar mucho. Sin pensar en otra cosa.
Siendo tú y nadie más que tú.
Días en que crees que todo es posible. Porque lo es. Porque confías en ti, y nadie puede hacerte dudar. Porque quieres y puedes. Porque quieres y no te rindes. Porque lo intentas una y otra vez. Con una sonrisa y con toda tu ilusión. Porque tus límites se desdibujan llegando a desaparecer. Porque tus posibilidades son infinitas. Hoy igual que siempre. Aunque algún día no lo creas.
Sólo hay que querer verlas.
Y aprovecharlas.
Porque oportunidades, las hay todos los días.
-Entre suspiros y un café-
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