No sé si lo habéis pensado alguna vez, cuando llega el atardecer y las calles huelen a la sal del mar. Cuando corre una ligera brisa y a pesar de la hora que marca tu reloj, tan sólo una chaqueta te basta para recorrer las calles. Huele a verano.
Cuando una cerveza, después de cenar, se alarga en una terraza, junto a un par de amigos. Cuando las voces llenan las plazas, y se oye el brindar de dos copas de vino. Cuando caminas por la calles, sonriente con un vestido de flores.
Cuando te pones tus gafas de sol, tu pantalón corto, tu camiseta de tirantes y un helado a juego. Huele a verano.
-Compartiendo Macarrones-
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