Y así, de pronto, una mañana resurges, decidida a comerte el mundo, a hacer eso que tanto tiempo llevabas soñando, a explorar lugares y conocer a personas maravillosas. De hacer nuevas y valiosas amistades y sí, de enamorarte de nuevo.
Y mirarás hacia atrás y será entonces cuando entiendas por qué pasó lo que pasó de la manera en que ocurrió. Y te sentirás satisfecha y feliz de que así fuera.
Porque, al fin y al cabo, todo pasa por una razón, y te darás cuenta de que sí, es posible ser mucho más feliz de lo que imaginaste alguna vez. Que nunca es el fin del mundo. Que cuando una puerta se cierra, una ventana se abre.
-Compartiendo macarrones-
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