Pisar el acelerador por vez primera, con la vista puesta en lo que está por venir, prestando poca atención al freno; escuchar los acordes que te anuncian que va a sonar tu canción, esa certeza de saber que te va a gustar lo que vas a escuchar; dar ese paso que dará lugar a otros, con los que acabarás haciendo camino; los nervios que vaticinan cambios, nadie te asegura que sean para mejor pero llevas la ilusión por bandera… Benditos comienzos.
Y es bonito ponerte en marcha cuando recibes tantos buenos deseos, de esas personas que siempre te animaron y hoy disfrutan tanto o más que tú de lo bueno que vas recibiendo. Es bonito recordar todo lo que te ha llevado al punto en el que te encuentras hoy, los malos ratos que te curtieron y los buenos que te animaron a continuar. Es bonito ajustar cuentas, suma aquello que te hizo sentir bien y resta lo que quisieras olvidar, verás como te gusta el resultado.
Es bonito arrancar con ganas, con esas que no se desvanecen a la primera de cambio, con esas que resisten la aparición de contratiempos y con esas que te hacen sentir capaz de todo. Es bonito tener la certeza de que allí y aquí encajarán las piezas, de que los kilómetros nos separan físicamente pero nos unen más a quienes queremos. Es bonito ir aprendiendo poco a poco, empezar un folio en blanco e ir escribiendo una línea cada día, con algún que otro tachón, pero que nadie pueda borrar.
Es bonito atreverse y decir sí, tener seguridad en un mismo aun sabiendo que puedes fallar a diario. Es bonito, al fin y al cabo, comenzar, que te den la oportunidad y hacerte merecedor de la confianza puesta en ti a cada minuto. No será fácil, pero con total seguridad será bonito.
-Te lo dije cantando-
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