Tengo la extraña sensación de que cuando decidimos dar un giro a nuestras vidas, consecuencia de alguna decisión, acabamos por dar un giro a toda nuestra vida. O a lo mejor soy yo, que me he vuelto medio loca (más todavía, si cabe), y desde que he dado el paso y he pasado página, no hago más que hacer cosas que nunca había hecho antes o que no hacía desde hace mucho tiempo.
Y es que he aprendido algo en los últimos tiempos. Hay siempre dos maneras de ver (y vivir) la vida. Pero la que te ayuda a mirar hacia delante, sin quejas o amarguras, es la que te hace parar, respirar y acreditar: cuando un ciclo se cierra, tú sólo haces falta donde [todavía] no estás.
A veces, necesitas confiar más en los finales necesarios y pensar menos en los finales felices. Necesitas crear espacio para eso que está por llegar y dejar que la vida resuelva lo que ya no te hace sonreír.
A veces, necesitas aprender a vivir con el desapego, con la aceptación, con el coraje de saber decir NO. A veces, necesitas recordar que la vida es muy corta para no hacer lo que realmente quieres, y que es mucho más valiosa que el hecho de quedarte sólo con aquello que te hace bien.
Ser feliz no es hacer todo de forma correcta, no es tener todo lo que queremos, no es tener siempre razón y no es tener miedo de decir no. Ser feliz es estar bien con la vida. Y sólo consigue estar bien con la vida aquél que escoge sin miedo a equivocarse, quien avanza sin miedo de aquello que los otros pueden pensar, quien arriesga a poder caerse porque no tiene miedo de levantarse.
Me hace ilusión volver al lugar de siempre, tan cambiada yo, tan distinto aquello... Volver a esos rincones que conozco de sobra y redescubrirlos, a ellos y cómo no, a mí misma.
-Te lo dije cantando-
-DetallesConectados-
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