Y llegaste. Silencioso y a paso acelerado.
Casi ni me he dado cuenta de estos dos meses de verano que ahora mismo parecen lejanos. Los días de terraceo hasta altas horas de la noche y los de playa; las morangoskas y los mojitos; las puestas de sol y los no pisar por casa; las barbacoas y los conciertos al aire libre; los planes improvisados y las vacaciones organizadas; los reencuentros y las visitas; las sorpresas y las despedidas...
Ha sido un verano tranquilo, de pensar con calma, de momentos mágicos al lado de mis chic@s y de ser consciente de lo afortunada que soy por tenerlos a todos a mi lado. Un verano donde he tenido la suerte de ver a más gente de la esperada, de estrechar lazos, aún más, con algunas personas y de compartir y crear nuevas historias con esas que llegaron hace poco pero que ya parecen que están ahí desde siempre.
Se ha pasado en un abrir y cerrar de ojos pero me resisto a abandonar esos días totalmente sólo porque has llegado tú y contigo el inicio de un nuevo curso que tiene que ser el del cambio, el que dé carpetazo a todo lo anterior y se convierta definitivamente en ese nuevo capítulo que quiero.
Empiezas hoy, pero es que tengo tenemos unas semanas con una agenda muy apretada. Me atrevo a decir incluso que este mes nos vamos a transformar en groupies, persiguiendo a nuestros cantantes/grupos. El caso es estar juntas y comienzo a pensar seriamente que son sólo excusas para añadir algunas aventuras más a la lista que ya tenemos.
Como dice aquel libro de Federico Moccia: ¡tengo ganas de ti, septiembre!
-DetallesConectados-
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