Noviembre es un abrazo de despedida, una vista atrás, un billete de tren con destino a ninguna parte, una dirección contraria y una calle desierta sin farolas. Noviembre es perder el control justo antes de llegar al final.
Noviembre es una cortina de hojas surcando los pies a cada paso, un aleteo en forma de remolino, el sonido del viento del otoño retumbando en los tímpanos. Días un poco más cortos, noches un poco más largas y las madrugadas un poco más solitarias.
Noviembre es dulce y amargo, un caramelo sin azúcar, un beso con los labios fríos, noviembre huele a chocolate y a puestos de castañas, y suena a salas de cine vacías y a la trompeta de Miles Davis. Un tatuaje para olvidar la primavera.
Noviembre son burbujas de jabón en un baño caliente, la incomodidad del silencio cuando tú no me hablas. Noviembre es poesía en cada tormenta, rock ‘n’ roll en cada gota de lluvia que golpea el cristal de la ventana.
Noviembre es una puerta abierta por la mañana y un corazón cerrado por la noche, un pensamiento que se apaga, una idea que se esfuma, una versión de ti mismo que no quiere desaparecer. Es magia cuando solo esperas un poco de realidad.
Noviembre es jugar con fuego, y tú enciendes la llama.
-Redry-
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