Salta al vacío. Con las dos piernas y de cabeza. No seas de los que andan por el bordillo siempre agarrados a la valla por si las moscas. Suelta las dos manos y pega ese salto que llevas tanto tiempo deseando. Quítate el reloj primero y deja de calcular el tiempo. Simplemente, gástalo. En lo que más te apetezca. En aquello con lo que sueñas. Atrévete de una vez. Y no mires atrás.
Sé que piensas que a veces la vida pesa. Cuesta cargar con ella. Pero lo bueno es que el peso no lo llevas en tus piernas. Que va. Está en tu imaginación. En tu cabeza. Así que haz una bola de papel con él. Como esas con las que solías jugar a encestar en la papelera. Cógelo todo. Esos pensamientos, tristezas y recuerdos y enrédalos bien fuerte. Y luego… Luego lánzalos a la papelera. Todo lo que te duele hace tiempo que dejó de merecer la pena.
El tiempo enseña muchas cosas a los que están atentos, pero muchas veces esa experiencia llega demasiado tarde. Y cuando quieres ponerlo en práctica has perdido la oportunidad o las fuerzas. No seas de esas. Adelántale. Conduce la primera. Pero siempre por la derecha. No llega antes el que más rápido camina sino quien tiene claro hacia dónde se dirige. Si vas demasiado rápido, quizá te pases la salida. O puede que ni la veas. Ir rápido no es correr sino saber cuándo detenerse. Es mirar. Observar. Usar tus segundos en aquello que te llena.
Solo tenemos una vida. Y ese número limitado de horas es nuestro mayor regalo. Y tú, sólo tú, has de decidir qué hacer con ellas. No existen decisiones buenas o malas, existe quien se resigna y nunca está satisfecho y quien disfruta del camino que recorre. Así que elige tu sendero. No te preocupes. No es definitivo. Pero guárdate de poner siempre la meta bien alta. Y a por todas. No desistas. No mires atrás. Empieza el viaje.
Camina descalza para sentir cada parte del camino. Convierte cada momento en tu canción preferida. Respira el aroma de los que viven la vida. Apuesta al amor todas tus fichas. Regala tus segundos en forma de abrazos y sonrisas. Despierta al café cada mañana. Sueña de día y baila alrededor de conversaciones profundas hasta la madrugada. Y nunca dejes de viajar. Siempre hacia delante. Porque algunos viajes, los mejores, son solo de ida.
-J, Hoy quizá sí-
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