Voy a quererte. Cada día a cualquier hora. En cualquier lugar y tiempo. En cualquier verbo que se conjugue con sonreír y en cualquier terminación que se decline en mirar hacia adelante.
Voy a abrazarte. De alegría, de pena, de cualquier vuelta que nos dé esta vida. En la que nos hemos encontrado, en la que nos hemos elegido. En la que una mirada nos bastó para dar un sí quiero que será para toda la vida. Este sí, este es mi único voto. Estar contigo hasta que la muerte nos pille bailando.
Voy a cuidarte. Un día en el que estés con fiebre y una noche en la que los chupitos se nos vayan de las manos. Voy a sujetarte el pelo al llegar a casa o improvisarte una coleta, ya sabes. Voy a ir contigo al baño o al fin del mundo. Al banco del parque o a Tailandia.
Voy a echarte de menos. Cuando la vida nos separe y nos toque hablar por Skype, o por Whatsapp, o por Facetime, o por cualquier nueva aplicación que me regale tu risa a través de un altavoz. Menos da una piedra, ¿no crees?
Voy a ser, siempre. Tu amiga. En las buenas pero, sobre todo, en las malas. Cuando todos se vayan y te des cuenta de quiénes importan de verdad. Cuando no haya luz pero puedas agarrarte de mi mano.
Porque he llegado a un punto en el que no entiendo mi vida sin ti. Este nosotras se ha convertido en mi religión. Y pienso practicarla cada día.
-Alejandro Sotodosos-
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