Hay veces que las cosas vienen de repente. Te sorprenden y te rompen los esquemas. Los domingos suelen ser improvisados. No te lo esperas, pero en mitad de las risas te das cuenta de lo importantes que son. Encontrar un nuevo hogar. Encontrar esa pieza que te falta. Esas que encajan en el rompecabezas en el que se ha convertido tu vida. Me paro a pensar en la familia que he formado sin darme cuenta. Esa que encontré de casualidad, comiendo sushi los jueves por la noche o en las tardes de café con tarta de tres chocolates.
Algunos lo llaman casualidad, yo pienso que la suerte se ha puesto de nuestra parte para juntarnos a todas, y hemos recibido el mejor regalo, que es la amistad.
Brindo por los domingos sin plan, porque si son con la familia que se elige, siempre serán domingos inolvidables.
-Dime tú cómo lo ves-
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