Que te quede claro: “no perdiste, a ti te perdieron.” Deja de darle vueltas a la cabeza con lo que podría haber sido y no fue, con lo que diste y no deberías haber dado, con lo que quisiste y te dejaron el corazón a pedacitos.
Nunca te arrepientas de algo, porque seguramente lo hiciste porque era lo que sentías en ese momento. Alégrate por haber dado lo mejor de ti, por haber querido como te salía, por haber besado cuando te apetecía y por haber dicho lo que querías en cada momento. Eso significa que fuiste tú, siempre. Y que por un tiempo fuiste feliz, y eso es lo que importa.
Sé que ahora da rabia, sé que ahora quieres darle un trompazo a la pared e incluso borrar de tu mente todo. Pero tranquilo, no pasa nada. La vida sigue. Y si crees que esto no tiene salida, que hay un boquete negro ahí que te impide ver o que tu corazón jamás volverá a ser el mismo, te equivocas.
Recuerda que hay mucho más allá de una persona, que si alguien no supo valorarte, llegará alguien que sí lo haga. Y no tengas miedo, no pagues tus cicatrices con quien no debes, no te cierres a lo que venga. Te mereces ser feliz, te mereces que te quieran y que te cuiden más de lo que te puedes llegar a imaginar. Así que deja que lo hagan.
Nunca sabemos cómo va a salir algo, ni siquiera sabemos si durará para siempre o se quedará a mitad de camino, pero hay que vivir. Saber lo que merecemos y dar lo mejor de nosotros.
Y así, saber que tú no perdiste,
a ti te perdieron.
-Un rincón maravilloso-
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