Acabar de juerga ese día que sólo ibas a cenar es lo que hace que la vida merezca la pena. Porque son los momentos inesperados los que realmente marcan la diferencia, esos en los que no se planea ni un solo detalle, que te hacen disfrutar al máximo sin darte cuenta y perder la noción del tiempo. Y al final, acabas sintiéndote más vivo que nunca.
Te entran ganas de volver a salir a cenar.
Y es que “la última y nos vamos” siempre ha traído muchas cosas buenas. Porque detrás de eso no sólo hay otra copa, sino más risas, momentos y una larga historia que contar al día siguiente. Y puede que también le siga una buena resaca. Pero eso no es ná en comparación con todo lo demás.
Y ahora, ¿qué tal si nos vamos a cenar?
-Un rincón maravilloso-
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