Agosto, ¡qué ganas te tenía! ¡No lo sabes bien!
Llevo esperándote semanas. No veía el momento de cambiar la página del calendario de mi habitación, de ver esa foto todos los días al levantarme y atisbar el final de la cuenta atrás.
Te estabas haciendo desear pero yo sé que es por una buena razón. No vas a defraudar y lo que viene después de ti, tu compañero septiembre, ¡mucho menos!
Qué ganas de reencuentro(s) con las que están llegando y con los de siempre, de abrazos guardados durante todo este tiempo y de los "te he echado de menos" que se dicen solos, con la mirada.
Qué ganas de desconexión total, de olvidarme del reloj, del móvil y del trabajo, y sentirme sin prisas, pero, a la vez, también de días intensos, de exprimir cada minuto y dejarme agarrar por el momento.
Qué ganas de playa y de Castilla, de sol, de olor a crema, de bocatas y fruta, de siestas debajo de la sombrilla (si dejan), de rutas inesperadas, de viajes, de paseos por la arena y por mis calles, las que me vieron crecer y las que me acompañaron después.
Qué ganas de puestas de sol (en plural), de cocktails y vinos, de terraceo, de cenas especiales y salidas locas sin hora de regreso a casa.
Qué ganas de risas, de esas que te hacen incluso llorar, de conversaciones serias y momentos de silencio, de contarnos eso que no hemos podido contarnos en los últimos meses.
Qué ganas de turistear, de enseñar nuevos rincones y paisajes desconocidos, y repetir otros porque ya forman parte de una tradición.
Qué ganas de disfrutar de estos días y de hacerlo a vuestro lado, porque sin vuestra presencia no sería lo mismo.
Qué ganas de veros... y de ver esas sonrisas otra vez.
-DetallesConectados-
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