No soy de esas personas que tienen que esperar por el día “D” para acordarse de a quien quiere. El cariño, la preocupación... eso se demuestra día a día.
El día de los enamorados, el día del padre o el de la madre, no es un día sólo… son todos los días del año. Son inventos creados para que las personas, llegadas esas fechas, se vuelvan completamente locas y quemen las tarjetas de crédito, transformando un sentimiento en algo material.
Es inevitable que en esas fechas tan sonantes, y en concreto el día del padre, con tanta invasión publicitaria, no me acuerde de ti… Pero todos los días, sin excepción, y aunque sea sólo un segundo, mi mente viaja hacia el pasado y pienso en ti. Ya no duele tanto como antes, pero sigue doliendo…
Dicen que me parezco a mamá, cada vez más, pero quiero pensar que me has dejado lo mejor de ti: tu simpatía, tu ayuda desinteresada a los demás, tu saber estar, tus pequeñas locuras…
Compartí contigo momentos que son imposibles de borrar. Fuiste padre, pero muchas veces amigo, confidente e incluso
compañero de equipo. No todos pueden decir lo mismo.
El deporte fue lo que más nos unió y cada día que entro en un campo no puedo dejar de pensar en que gracias a ti, aún estoy aquí.
Me despido este año y sólo espero que sea con un regalo. Estoy segura que allá donde estés, estarás, como siempre, animando.
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