La vida te enseña que lo más difícil no es comenzar o acabar, ¡lo más difícil es continuar! Demuéstrate que lo más difícil no es fallar, equivocarse, llorar, querer y no creer, caer y, sola, en el suelo, no conseguir levantarte. Lo más difícil es parar. Darte tiempo para respirar. Abrir los ojos y fijarte... Fijarte en ti. Creer más, y abrir espacio para ser quien eres, cómo eres.
Si las cosas no avanzan, si hay siempre excusas para todo,
si nunca tienes tiempo para ti, si la llave no gira y las puertas no abren… ¡déjalo ir! Abre espacio para la felicidad, la tuya, y comienza por responderte qué es lo que te hace bien, qué es lo que te hace mal y lo que no te hace ninguna falta.
si nunca tienes tiempo para ti, si la llave no gira y las puertas no abren… ¡déjalo ir! Abre espacio para la felicidad, la tuya, y comienza por responderte qué es lo que te hace bien, qué es lo que te hace mal y lo que no te hace ninguna falta.
Lo más difícil es grabar en la piel y en el corazón que tienes siempre dos opciones: o ganas coraje, y vida y ganas, y destruyes tus miedos, uno por uno, o te pierdes en ti y en el mundo, y dejas que tus miedos te destruyan.
En ocasiones la vida necesita que dé un giro de 180º. Y no hay ningún problema en eso. Porque muchas veces, lo mejor incluso es que el mundo vuelva a girar, que la vida fluya y que las personas y las cosas puedan volver al lugar donde pertenecen. Sea más cerca o más lejos de ti. Lo más difícil, tal como llega, hace daño y harta, un día mejora, se calma, cura. Y cuando paras, miras y respiras hondo… ¡ya pasó!
Para un segundo… respira… levanta la cabeza… mira hacia delante… y ¡continúa!
-DetallesConectados-
¡Para ti, V!
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