Hace unos años dar pasos grandes y arriesgados no era ningún problema. Éramos más audaces, el miedo era menos relevante y el descubrimiento por la novedad era más algo adictivo que aterrador. Saltar al vacío era fácil, las alturas no nos intimidaban. Nos asustaba más el quedarnos parados. Arriesgarse en la vida era casi el día a día.
¿Y ahora? Ese salto ya no es tan determinado. Buscamos una red de seguridad por si la caída es dura. La audacia se ha perdido. Las decisiones son casi milimetradas y no dejan atisbos para la improvisación. Incluso se ha apoderado de nosotros la monotonía. Nos hemos adaptado a nuestro círculo inamovible. Hemos hecho encajar todas las piezas del puzzle.
¿Y si alguna de esas piezas del puzzle desapareciese?
En nuestro mundo tan cómodo aparecen situaciones inesperadas. Esos momentos que dan un giro de 180 grados a nuestras vidas y para los que a veces, no estamos preparados.
Quizá un día tengamos que aprender a relativizar, a cambiar de perspectiva, a no comprometernos con lo imposible, quizá tras muchas caídas, a aceptar que vas por buen camino, aunque haya aristas que tengas que limar, detalles que tengas que perfeccionar.
¿Y ahora? Ese salto ya no es tan determinado. Buscamos una red de seguridad por si la caída es dura. La audacia se ha perdido. Las decisiones son casi milimetradas y no dejan atisbos para la improvisación. Incluso se ha apoderado de nosotros la monotonía. Nos hemos adaptado a nuestro círculo inamovible. Hemos hecho encajar todas las piezas del puzzle.
¿Y si alguna de esas piezas del puzzle desapareciese?
En nuestro mundo tan cómodo aparecen situaciones inesperadas. Esos momentos que dan un giro de 180 grados a nuestras vidas y para los que a veces, no estamos preparados.
Quizá un día tengamos que aprender a relativizar, a cambiar de perspectiva, a no comprometernos con lo imposible, quizá tras muchas caídas, a aceptar que vas por buen camino, aunque haya aristas que tengas que limar, detalles que tengas que perfeccionar.
Quizá un día aprendamos que siempre hay que mejorar, que
es bueno tender a la perfección, pero que hay que darse una tregua mientras se va recorriendo el camino, mientras uno va hacia su destino.
es bueno tender a la perfección, pero que hay que darse una tregua mientras se va recorriendo el camino, mientras uno va hacia su destino.
Admiro a los que desde su confortable sofá tuvieron la valentía de enfrentarse a esas situaciones inesperadas, aquellos que salieron de su zona de confort y que hicieron de ello un nuevo capítulo de su libro.
-DetallesConectados-
"Sabes, a veces todo lo que necesitas son veinte segundos de valentía loca. Tan solo, literalmente, veinte segundos de coraje vergonzoso. Y te prometo que algo muy grande saldrá de ello."
"Sabes, a veces todo lo que necesitas son veinte segundos de valentía loca. Tan solo, literalmente, veinte segundos de coraje vergonzoso. Y te prometo que algo muy grande saldrá de ello."
- B. Mee -
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