Un día, después de un tiempo, te paras a pensar en todas esas cosas del pasado que te hicieron llorar, y de repente te das cuenta que ya no merecen la pena, que ya no te importan y que ya dejó de doler.
Que todos esos momentos, experiencias, palos y decepciones que te provocaron una lágrima, te han hecho ser quien eres hoy. Quizás más fuerte, más grande y más todo.
Y te sientes eternamente agradecida.
-Un rincón maravilloso-
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