Evidentemente, no soy la mujer adecuada.
Amo la calma y la soledad de ti en paseos a media tarde.
Me gusta cambiar las cosas de sitio y la estimulante tensión de una cuerda que separa dos extremos.
Quisiera que vinieras a cada rato pero no te aseguro que para siempre.
Adoro mirarte cuando no lo sabes y después negar que lo hago. Las cerillas, adoro el olor que deja una cerilla cuando se apaga.
Disfruto cuando me pierdo y no me encuentran.
Mi idea de felicidad cambia cada cinco minutos y en algunas no sé siquiera si estás tú.
Te darás cuentas que soy la mujer menos indicada, pero a mi favor puedo decirte
que arriesgué mi corazón agrietado cada vez que creí en ti
sin pensar en cuantos pedazos
me podría romper.
-Adriana Moragues-
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