Llevo semanas, por no decir meses, dando vueltas a un post y en estos momentos todavía no sé si verá la luz...
Escribo y borro. Escribo y no me gusta. Escribo y acabo publicando otra cosa.
Un asunto delicado, un tema complejo... y no saber por dónde comenzar.
A lo largo de estos meses, he mencionado algunas veces en el blog, que parte de mi vida y mi mundo habían sufrido un cambio... positivo, ¡claramente! Pero antes de eso estuve inmersa en un laberinto del cual no sabía ni cómo salir.
¡Y creedme! Cuando se está donde yo estuve es muy difícil darse cuenta de lo que está ocurriendo realmente, y mucho menos encontrar la salida.
Entré yo sola, por elección, pero llevada en volandas y con artimañas por la persona o personas que me rodearon durante algunos años. Personas tóxicas que se suelen llamar ahora.
Mi yo desapareció y el laberinto me engulló por completo.
Manipulación fue la palabra clave de todo ese tiempo. Fui un juguete en manos de algunas personas. Crear sentimientos de culpabilidad teniéndome como objetivo, incluso por cosas ínfimas, se convirtió, con el tiempo, en algo casi diario.
Actitudes de victimismo para que reaccionase con compasión, con pena… para no alejarme y poder seguir alimentándose de las emociones y sentimientos positivos que tenía.
El chantaje emocional era la estrategia definida en cuanto sentían que me 'escapaba', que me alejaba de su control. En el momento en el que hacía algo que no gustaba se sentían dolidos, repetían sin parar el daño que les había hecho y provocaban que intentase compensar mi 'error'.
Relaciones de pareja, e incluso de amistad, a las que me agarré como un clavo ardiendo… hasta que me quemé.
Completamente perdida en esa época, la sensación que tenía era la de estar prisionera en una jaula con la puerta abierta y donde, al estar tan habituada a sus barrotes, cualquier cosa que no fuese estar bajo esa 'protección', infundía auténtico pánico. Dependía totalmente de la prisión invisible que tenía a mi alrededor.
Dejé de ser yo, manipulada y controlada, cada vez más hundida en un pozo que parecía no tener fin.
No fue fácil salir, no fue sencillo percibir dónde había llegado y el nivel de destrucción personal.
Tuve que volver a aprender a caminar, a creer de nuevo en mí, incluso si eso suponía hacerlo sola, y recuperar el amor propio que me había dejado por el camino.
Hubo manos amigas que fueron lanzando cuerdas hasta que conseguí agarrarme a ellas y, con su empuje, la luz se fue haciendo cada vez más nítida.
Desde entonces todo es diferente... Me alejé de situaciones y personas que sólo me perjudicaban, que me hacían sentir pequeña y sin valor, que me hacían ser nadie. Personas que intentaron reducirme con constantes provocaciones, con maldades, rumores y comentarios desagradables... muchos, por la espalda.
Algunos han intentado regresar una vez que volvieron a ver la sonrisa en mi cara, aquella que me robaron... Perdoné, seguí un nuevo camino donde no niego ese perdón, pero la confianza se esfumó con el viento. El pasado puede doler, pero se puede aprender de él.
Hoy, una de aquellas cuerdas, incluso ha llegado a decir que me he convertido en la mejor versión de mí misma... No sé si será verdad pero lo que sí sé es que nunca es tarde para darte cuenta de que mereces algo mejor.
No tengas miedo de hacer el camino de regreso a ti mismo. No tengas miedo del juicio de los otros. Vuelve a comenzar siempre que [la vida] no tenga sentido para ti.
Ordena la casa, la cabeza... ¡la vida!
Vete guardando todo lo que necesites guardar, pero suelta todo lo que te pesa y lo que te prende.
Porque, a veces, aquello que parece el final es, al final, el PRINCIPIO.
“Incluso la noche más oscura terminará y el sol saldrá”
-Victor Hugo-
“Un pequeño cambio positivo puede cambiar tu día entero o tu vida entera”
-Nishant Grover-
-DetallesConectados-
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