Las cosas extraordinarias no requieren actos extraordinarios.
Sólo piden momentos fáciles, tan comunes como meterse debajo de una manta, compartir un postre, tomar un baño en la playa, pasar la tarde contando chistes, escuchar las historias de los abuelos, ir al parque con los niños, compartir la mesa con los amigos...
Cosas extraordinarias que no requieren nada extraordinario.
Y es precisamente por eso que son extraordinarias. Igual que las personas extraordinarias.
Ah, la gente extraordinaria... Soy un adicto de la gente extraordinaria, esas que logran hazañas asombrosas...
Cómo hacerme feliz, por ejemplo...
-Pedro Chagas Freitas-
No hay comentarios:
Publicar un comentario