Después de una larga relación, comenzamos a conocer y a descartar personas, nos volvemos selectivos, no por buscar la perfección, sino por falta de afinidad, porque no estamos dispuestos a cometer o a aceptar los mismos errores. Las decepciones aparecen, pensamos en desistir, nos cansamos de intentarlo e incluso a veces nos es difícil volver a sentir todo de nuevo. Seguro que me entendéis. Pero desde hace unos meses, me he parado a pensar por dónde andan las personas que, como yo, buscan a alguien lo suficientemente interesante para sentirnos a gusto. Alguien para despertarnos a su lado con la marca de las sábanas en la cara, que nos permita apoyarnos en su hombro y que entienda que aquel gesto no es sólo un gesto de cariño, aquel gesto es una complicidad de almas, una conexión de vidas diferentes, un encuentro de miradas. Pero confieso que es cada vez más difícil encontrar a alguien así. Alguien que sepa ser feliz también solo, que no se pierda y que no me haga perderme a mí, que no se pierda en medio de sus propios anhelos, que no se asuste de las olas, que saque los pies de la arena y se entregue sin miedo, que no sea superficial como tanta gente que me he encontrado.
Y yo no sé si el problema es mío, por ser ahora más selectiva porque las personas que ya pasaron por mí me decepcionaron, o si es realmente difícil encontrar a alguien interesante en mitad de tanta gente. Tal vez el problema sea sólo que me deja de interesar alguien rápidamente cuando la caga conmigo, porque ya no tengo paciencia para aceptar más errores. Pero tal vez, esa selección que tengo, sirva para que no me abandone, para que me encuentre siempre que lo necesite y quién sabe, cuando esté bien conmigo misma, encontrar a alguien que me acoja, que sea capaz de enfrentar todas las tempestades, que se empape de mi persona, alguien con imperfecciones pero que no me abandone por las mías, alguien que dé pasos hacia adelante conmigo, que despierte en mí las ganas de ser y de dar siempre lo mejor de mi persona.
No sé si es que soy poco interesante o si las personas que pasaron por mí sólo sirvieron para que fuese más exigente y madura. Me gustaría poder salir, un día cualquiera, y tropezarme con alguien realmente interesante. Alguien que me presentase nuevas locuras y manías, y que no se alejase de mí porque en algún momento fui menos agradable. Alguien que tuviese la suficiente madurez para entender que soy despistada de vez en cuando. Alguien que madure conmigo. Que discuta para elegir qué peli vamos a ver, que me tire la almohada para que me despierte, que no me observe obligatoriamente cuando duermo, pero que algunas veces, se duerma antes que yo y que me deje pensar en el silencio lo increíble que es entregarse a alguien sin pensarlo dos veces.
Mientras tanto, sigo trabajando, sigo dedicándome a mí misma y a los viajes que pretendo hacer. Hoy, sólo quiero ser mía y de nadie más, y sólo salgo de aquí por alguien que sea capaz de sacarme de mi limbo y me haga sentir que, de hecho, valdrá la pena compartir mi tiempo y ocupar mi vida con alguien.
-DetallesConectados-
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