A veces no es necesario mucho tiempo para que simples conocidos se conviertan en cómplices...
De esos, en los que la química se ve en tan solo una mirada o un gesto.
De esos, que transforman ciertos momentos en instantes que te dejan marca para toda la vida.
De esos, con los que puedes quedar para tomar un café de media tarde y acabar desayunando en el bar de la esquina después de una noche no planeada.
De esos, a los que nunca les faltan los temas de conversación porque van entrelazándolos unos con otros.
De esos, que cuando se quedan en silencio tampoco pasa nada porque ese silencio no es incómodo.
De esos, que te van conquistando poco a poco y se llevan con ellos un pedazo de ti cuando se van... o se queda con ellos cuando tú te has ido...
Y es que al final, solemos tener muchos amigos y conocidos, pero muy pocos CÓMPLICES!
-DetallesConectados-
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