Somos chicas de otra pasta, de otra era, de otro cuento. Nuestras historias ya no empiezan por un “Érase una vez”, algunas ni siquiera llegan a empezar. Ya no hay caballeros, ni caballos, como mucho camellos. Ya no paseamos por el campo con una cesta y una capucha, ni hablamos con las gaviotas, ni cantamos a las flores. Somos chicas mucho más fuertes de lo que pensamos, mucho más tenaces y valiosas de lo que pensamos.
-La chica de los jueves-
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